Nueva era, mismos errores
El Barcelona volvió a dejarse empatar en los instantes finales un partido que tenía ganado. Los jóvenes, liderados por un Gavi descomunal, dejaron en evidencia a las estrellas.
La novedad de la nueva era fue el retorno de Umtiti, que apareció como titular en El Sadar desde las mismas catacumbas del Camp Nou donde parecía que alguien se lo había dejado olvidado esperando que cuando llegaran los obreros que un día u otro empezarán las obras del estadio lo encontrasen y se preguntaran eso de “y esto, ¿dónde lo ponemos?”.
Además de Umtiti, presencia que relegaba de nuevo a Eric García a la suplencia sin que parezca que haya una explicación sólida, también compareció Luuk de Jong como punta. En su caso, sí que se puede afirmar con firmeza “es lo que hay”, porque ante el alud de lesiones no había nada más en punta.
Jugando con un sistema cruyffista de tres defensas y muchos centrocampistas, el Barça volvió a encomendarse a tres reclutas: Abde, Gavi y Nico para producir su fútbol ante la dimisión generalizada del resto del cuerpo de oficiales del equipo. De la asociación entre Gavi, que en cada partido da lo que tiene y lo que no aliñado con una imagen en la que destacan sus botas desatadas y perdiendo una espinillera, y Nico nació el primer gol del Barça. Pase de maestro del andaluz y definición del gallego, que se estrenaba como goleador en Pamplona como en su día hicieron Anso o ilaix.
Pero la bisoñez del Barcelona se notó cuando dos minutos después de marcar su primer gol después de tres partidos sin ver puerta, David García remató absolutamente libre de marcaje una falta lateral a la que Ter Stegen no pudo llegar.
A partir de ahí, el partido se convirtió en un sinsentido de pérdidas de balón por parte de uno y otro equipo. Nadie dominaba el juego a excepción hecha de Abde, que era un tormeto para sus marcadores. En la primera parte sacó cuatro faltas a los navarros y forzó dos tarjetas amarillas. En doloroso contraste, en la banda opuesta, Dembélé volvía a ofrecer otra ración de nada entre pan. Si para Xavi el francés es potencialmente el mejor extremo del mundo, Abde debe de parecerle la reencarnación de Garrincha.
Y fue precisamente Abde el que desencalló el partido al inicio de la segunda parte tras culminar un contragolpe del Barça que llevó Dembélé por la banda derecha, pero precedido de unas manos claras de Busquets en el área barcelonista. Unas manos que no se consideraron como penalti al llegar tras un voleón muy cercano de Gavi. Busquets tenía la mano en posición natural y el Barça no sacaba ningún provecho de esa acción. El árbitro dejó seguir la jugada y Abde acabó fusilando el segundo gol ante las protestas de los locales. Otro joven que se apuntaba al bautismo goleador de El Sadar.
Arrasate viendo el partido muy complicado echó toda la carne en el asador y sacó a Chimy, Brasanac y Budimir para pasar a jugar con tres centrales buscando intimidar a un Barça al que los minutos finales se le hacen eternos. Xavi respondió retirando a un Nico fundido para dar entrada a Mingueza, con lo que el Barça volvía a cabar con cuatro centrales.
Ese paso atrás del Barça, sumado al atrevimiento de Osasuna tuvo premio para los rojillos, que empataron a falta de cinco minutos cuando Chimy remató un rechace en la frontal tras un saque de esquina.
Un tanto que hacía justicia a lo que pasó en el terreno de juego. El camino a la nueva era va a necesitar bastante más que la aportación de los jóvenes, que en casos como los de Gavi es descomunal. Necesita que las supuestas estrellas del equipo pongan también de su parte.