Media Liga es del Madrid
Los goles de Benzema y Asensio, con dos asistencias de Vinicius, deciden el derbi y quizá el campeonato. Modric, en modo Balón de Oro. João Félix y Lemar llegaron tarde.
El partido tenía una cuestión previa: quién aceptaría la pelota. Al Atlético de Simeone nunca le ha entusiasmado y le ha ido generalmente bien. Al Madrid, según los días. Ahora tampoco le vuelve loco. Desde los tiempos de la BBC, nunca ha sido persistente en la presión y menos ahora, con jugadores veteranos sobreexplotados en los papeles principales. Ancelotti lo cogió al vuelo. Entendió que las crisis son fácilmente lavables y le cambió el paso al equipo tras su única semana negra del curso (Villarreal-Sheriff-Espanyol). Desde entonces, espera y corre. O vuela: llegó al derbi con nueve victorias consecutivas.
La volea de Benzema
Esta vez, el entusiasmo del Bernabéu y el Atlético le cambiaron el guión y tuvo un arranque poco confortable, porque obligado a llevar la iniciativa se vio expuesto a las primeras emboscadas rojiblancas. El equipo de Simeone es un canto a lo imprevisto, siempre entre el milagro y el descalabro, pero entró con mejor pie en el partido, con un 4-4-2 en cierto modo inesperado que mandaba a Hermoso al lateral y abría el campo con Correa y Carrasco. Aquello marchaba, había dispuesto de dos ocasiones de medio pelo y sentía que se jugaba a lo que él proponía hasta que el Madrid le cazó con la misma trampa. Modric le merendó la pelota a Koke con el equipo rojiblanco saliendo. Lo que vino a continuación, con los de Simeone desacomodados, fue una sinfonía: Casemiro-Benzema-Asensio-Vinicius y volea final del francés inapelable a envío templado del extremo brasileño desde la derecha, donde nadie le esperaba. Resulta poco explicable que a Benzema le haya pasado tan lejos el Balón de Oro. Un gol de alta costura en una contra de diseño. Ahí el Madrid no perdona una.
Con el gol volvió el plan que Ancelotti tiene en la cabeza: un equipo más inteligente que dominante, sobre todo si lleva la mano. Le dejó la pelota al Atlético para lo insustancial y buscó una segunda sorpresa que no llegó antes del descanso.
El encuentro pasó a ser de nadie, porque no cuajaban ni la maña de Modric y Kroos ni la fuerza de De Paul. El empeño rojiblanco no iba acompañado de la precisión. Sujetaba al Madrid, le alejaba de su área, pero no progresaba por los costados ni por el centro.
Courtois, milagroso
Y es que ese primer Madrid de Ancelotti, construido de delante hacia atrás, se ha dado la vuelta. Su cuarteto defensivo es el valor más seguro del equipo. Hasta el Bernabéu ha aprendido a corear a Militao cuando aquí nunca se tuvo a un central por galáctico. Por ahí se presumía el principal agujero del equipo, con las salidas de Ramos y Varane, y ahora es la caja fuerte en la que guarda gran parte de su ventaja. En la primera parte se lo negó todo al Atlético, cuya mejor oportunidad llegó a balón parado. Fue un zurdazo de Griezmann que adivinó bien Courtois. En el estado de gracia que vive el belga resulta difícil encontrarle una grieta por su palo.
Ese partido de bajísima actividad, con poco que contar, le convenía más al Madrid. Así que resultó explicable el volantazo de Simeone con Lemar y João Félix, que empieza a quedarse frío en la plantilla. En cinco minutos el portugués ya había probado a Courtois y había dado medio gol a Cunha, que también topó con el belga. Fue una salida en tromba, más apreciable aún en comparación con Griezmann, sin ninguna presencia en el área del Madrid.
La puntilla
También se vio debilitado el equipo de Ancelotti con la marcha de Benzema. Llegó con una misión y se fue cuando la dio por cumplida. Su estado físico pendía de un hilo y no quiso que se rompiera. Antes de que João Félix sacudiera el derbi, Asensio se dejó ir el 2-0. Recibió de Vinicius y se le fue el santo al cielo por buscarse la pierna buena. Los extremadamente zurdos tienen estas cosas. Y también otras, porque poco después la incontinencia de Felipe le abrió el campo a Vinicius, que con un pase cruzado al área dejó a Asensio esta vez en su salsa, la izquierda. Y esa sí es un cañón.
Con el 2-0, volvió a sacudir Simeone al equipo, ahora con Suárez y Lodi y un 3-5-2 más claro. Pero los centrocampistas del Madrid no sueltan presas tan amarradas: guardan la pelota, le bajan la luz al partido y le quitan las fuerzas y hasta las ganas al adversario. Especialmente Modric, fuente inagotable de sabiduría y de entrega. Y cuando todo falla, está Courtois, en versión extendida. A Lemar y a João Félix les sacó dos remates cargados de veneno y le bajó la persiana al Atlético. Quién sabe si definitivamente.