Los gallos se lo llevan al barro
Hamilton gana a Verstappen en una carrera sucia con maniobras peligrosas de ambos y llegan al decisivo GP de Abu Dhabi empatados a puntos.
La salida fue limpísima, mal augurio. Sir Lewis defendió la pole por delante de Valtteri y Max y así se marcharon los de delante sin que detrás sucediera nada relevante. Pero en la vuelta 10, Schumacher se estrelló, él solo, y salió el coche de seguridad que lo condicionaría todo: Mercedes aprovechó para parar a sus dos pilotos, mientras que Verstappen se quedó fuera con el liderato virtual. El problema es que Masi sacó cinco minutos después la bandera roja para reparar las protecciones y eso perjudicó a quienes optaron por cambiar neumáticos durante el safety car. Quizás faltaron un par de cafés en la sala de control, aunque los partidos duros sean difíciles de arbitrar. La bandera roja permitía a Max cambiar ruedas sin pasar por boxes y le otorgaba la primera posición real.
Se resalió desde la parrilla y llegó el primer intercambio de golpes: Hamilton arrancó mejor pero Max recuperó la posición por fuera del asfalto, en la escapatoria de la primera curva. Por el camino se coló Ocon entre ambos. No duró mucho la acción porque detrás, Pérez encajonó a Leclerc y trompeó por un toque. Tras él, Russell frenó fuerte y Mazepin se lo comió, porque no había margen para evitarlo. Segunda bandera roja, coches al pit-lane y radios echando humo. Masi propuso a Red Bull que Verstappen devolviera la posición a Lewis, porque su defensa parecía ilegal, y aceptaron. Así que en la tercera salida en parrilla Ocon tenía la pole por delante de Lewis y Max. Y como todo podía trabarse todavía más, Verstappen escogió neumáticos medios para atacar y adelantó a los dos en una primera frenada espectacular.
Del asedio al choque más inexplicable
Entonces comenzó el asedio de Hamilton, que tenía más ritmo que el Red Bull a pesar de los daños en su alerón delantero por un toque de Ocon. Le persiguió en un mar de coches de seguridad virtuales para recoger el estropicio de diversos toques (Tsunoda y Vettel, Vettel y Kimi…). Le lanzó el coche en la vuelta 38 y Max se defendió por fuera de la pista. Ilegal. Pero había más: Verstappen iba a cederle la posición cuando frenó de golpe en la recta de atrás; Hamilton no lo entendió, o no lo quiso entender, y se chocaron, aun sin consecuencias. El aspirante se pasó antes y más veces, y los comisarios le aplicarían después diez segundos de sanción por ese frenazo a destiempo. Pero es igual de cierto, y polémico, que Hamilton no quería adelantarle.
Max dejó pasar al inglés una segunda vez con trampa: agarró su DRS y recuperó la plaza en la recta. Como no parecía suficiente, volvió a ceder la plaza en la siguiente vuelta, pero Hamilton se defendió con dureza y le condujo al exterior de la trazada, más allá de la línea blanca. Así hasta el final, Hamilton ganó la carrera con once segundos sobre un Verstappen sin gomas y Bottas completó el podio después de rebasar sobre la bandera a cuadros a Ocon, quien se había beneficiado al inicio por no parar.
Tras dos púgiles ensangrentados, Valtteri y un triste Esteban (a una décima del tercer podio de Alpine), terminaron Gasly, Leclerc y Sainz. Los dos Ferrari volvieron a intercambiarse las posiciones en dos ocasiones, un tema clásico del repertorio que empieza a chirriar en tantos conciertos. El madrileño remontó desde el 15º hasta el octavo. Ganó puestos al inicio, no cambió neumáticos en el safety car que luego fue otra cosa y tuvo mucho ritmo, pero se quedó sin gomas al final, porque llevaba las medias. Leclerc, con las duras, le cazó con todas las de la ley. Alonso sí hizo un pit-stop durante el coche de seguridad y no fue buena idea. Al final, trompo incluido, acabó 13º, como empezó, con un Alpine que no tenía ritmo y acusaba un sobreviraje enorme, al contrario que Ocon. Al menos, aunque algunos no vuelvan a dirigirse la palabra, todavía están todos bien.