Kubo de agua fría al Atleti

El Atlético pierde ante el Mallorca y el segundo puesto en la clasificación. Cunha adelantó a los rojiblancos, Russo empató y Kubo culminó la remontada.

Patricia Cazón
As
Tambaleante, como Frankenstein desfigurado, caía el Atleti con estrépito en la hierba del Metropolitano. Con el cuerpo otra vez lleno de agujeros donde una vez fue imposible encontrarlos. El unocerismo, la solidez, el portero que hacía de los milagros una rutina. Perdido en esa búsqueda de otro Atleti, más vertical, con más artistas y menos gregarios, un Atleti que no alcanza eso ni por supuesto es lo otro. Que se ahoga entre sus dos aguas. Partido a partido. Ni el Metropolitano es ya impenetrable, lleno de fugas. No necesitó demasiado un Mallorca que llegaba con siete derrotas seguidas. Un balón parado y una contra. ‘Kubo’ de agua fría, helada, para acompañar con tembleque de dientes el viaje que viene: Oporto, un diciembre con el Madrid y el Sevilla. Simeone lo pisó con el pie izquierdo desde el 9’.

Como un mal presagio, veía a Savic caer, mano atrás, pidiendo el cambio. Su mejor defensa fuera esta tarde y las que vienen. Hermoso, único central sano, salía en frío a un partido en el que Cunha pedía el foco. Había saltado el Atleti en su versión más clásica, el 4-4-2. Sin Carrasco, sin Giménez, con Suárez y Lemar en espera, Kondogbia y Koke en el pivote y una delantera inédita: Grizi y Cunha. Para el brasileño, primera titularidad. Esa ganada rato a rato, con goles, hambre y un aire a Costa pero en fino. “Con ustedes, Mattheus”, gritaba en cada acción. Recibía de espaldas, se giraba, entre líneas y abriendo espacios para desesperación de Luis García que, en veinte minutos, vio a sus futbolistas incapaces de jugar un balón.

Pero el Atleti fue acusando la falta de Savic mientras se diluía su inicio, lleno de ocasiones (una de Lodi, un remate desviado de Cunha). Y daba pasos hacia atrás, de manera inconsciente, quizá, pero sin ser capaz de impedir, otra vez, lo que se presentó de repente: la noche sobre la portería de Oblak. Esa noche que trajo la oscuridad, todos los miedos y dudas. Dani marcó el camino, con un pase filtrado hacia Abdón que nadie supo parar. Su disparo, lejano pero potente y ajustado, abrió otra senda. Y por ella desfilarían los futbolistas de Luis García hacia el nuevo mundo. Un nuevo mundo en el que el Atleti temblaba al coger Kang-In una pelota. Con la derecha, con la zurda, siempre buscando red. Una la paró el portero, magistral, como solía. La otra se fue alta, silbando como una bala. Cuando el descanso llegó, del Atleti no había nada. Ni Koke. Descompuesto otra vez entre sus propios miedos. En otra primera parte 0-0 como un nuevo clásico. Son ya 13 en esta 21-22.

El gol de Cunha, los dos del Mallorca

Calcaron los rojiblancos el inicio al volver de la caseta. Mostrándole los incisivos al Mallorca córner a córner, centro lateral a centro lateral. A la hora, De Paul y Grizi se iban; João, de regreso, y Lemar, llegaban. Nada más pisar la hierba, el francés encontró a Cunha que reeditó su ocasión de la primera parte. Control, remate con el interior y balón desviado un palmo. Rondaba el gol sus pies y lo encontró en un barullo. La jugada fue de Correa, que buscó su remate tras un doble recorte. Cunha lanzó la punta de la bota, desde el suelo. La pelota rebotó en la hierba y le volvió para que la pateara otra vez, la definitiva. Reina no atinó a despejar y cuando lo hizo Russo, desde dentro de la portería, el balón había rebasado la cal.

Los cambios de Luis García llegaban justo después. Mientras Simeone daba órdenes, de Oblak a Lemar, para que contuviera a Maffeo, entraban Kubo, Ángel y Battaglia y la noche volvía, de repente, a la fiesta de Cunha. Kang-In alzaba la mano para ser el faro del Mallorca: se pidió esa falta que Russo cabeceó inapelable para agujerear el traje de Oblak. Un Oblak de nuevo humano, con incontables de grietas. Ni el 1-1 es capaz de sostener ya. Lo supo el Metropolitano en el 91’, cuando vio correr a Kubo una contra para batirle de nuevo, tan frágil, intrascendente. Sólo con fuerza en los guantes para golpear la hierba por el 1-2, bajo la noche espesa que se cierne sobre el Atleti. Cada vez con más miedos, cada vez con más dudas. A diez del líder ya. Y con Oporto ahí.

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