Jovic lanza la escapada

El serbio sustituyó al lesionado Benzema, regaló un gol, marcó otro y se convirtió en renacido. Partidazo de Militao y Vinicius. El ataque vikingo de la Real, desactivado.

Luis Nieto
As
La de Xavi es flor de Pascua, que dura un suspiro. La de Ancelotti, de clavel para arriba. La noche en que perdió a Benzema resucitó Jovic, que asistió, marcó, estuvo estupendo de espaldas y de frente, dentro de un equipo que vive en estado de gracia. Ese banquillo inexistente resultó decisivo en Anoeta. Y no solo por el serbio. También Camavinga ayudó a apuntalar el triunfo cuando Ancelotti decidió proteger a Casemiro para el derbi. El Madrid salió conociendo los pinchazos graves de Barça y Atlético y metió un golpe de pedal que puede ser definitivo con un partido inteligente ante una Real desactivada. Militao y Vinicius acabaron decidiendo en las dos áreas mientras Modric y Kroos cuidaban de la finca.

Ya no quedan dudas. Ancelotti ha decidido vivir al día, con una guardia personal de diez y el monocambio: Rodrygo o Asensio. En Anoeta salió Rodrygo, más sacrificado en defensa. El plan es hacer la escapada buena con estos y resistir después con los otros, con el riesgo de que cuando les llegue la hora estén tan oxidados que resulten inservibles. Así que cundió el pánico cuando a los 17' Benzema se fue con una mano en el muslo y el madridismo con las dos en la cabeza. Nada que no se viera venir. Ancelotti tuvo que recurrir a Jovic, que había jugado 106 minutos repartidos en ocho ratitos. Hasta eso le sale a este Madrid. Asistencia y gol. Una aparición de entre las tinieblas.

Al otro lado estuvo la Real, con un plan ambicioso. Su idea de equipo se adivina por lo que cría (Oyarzabal) y por lo que ficha (Januzaj, Silva, Isak...), jugadores más relacionados con tener el balón que con recuperarlo. Es fácil saber lo que le espera al rival.

Militao fue el jefe

Con el Madrid resulta más complicado, porque el estilo es ganar y eso le convierte en cambiante. Puede hacerlo jugando bien y con aire dominante, como al principio de la temporada, o mal, como ante Sevilla y Athletic. También con posesión o la contra, amparado por Rodrygo y Vinicius. Ocurrió ante la Real, a la que esperó en medio campo y le buscó en el otro medio. En un mismo partido es capaz de lo uno y de lo otro. Incluso en un mismo medio partido. Pasó esta vez. Aguantó de salida sin pasar más apuro que un cabezazo de Isak, cruce de gacela y jirafa, que sacó Militao en maniobra imposible, y soltó a Vinicius, que tuvo momentos de gran desenfreno. Pero el equipo también disfrutó de ratos, los menos, con posesiones largas. Ni lo uno ni lo otro le llevó con facilidad ante Remiro. Un remate forzado de Modric fue la única muestra de esos instantes combinativos.

La Real también se prestó en la primera mitad a ese juego abierto, a campo larguísimo, con idas y venidas, de máximo gasto energético, sin acabar de encontrar a su ataque vikingo, Isak-Sorloth, ni hacer lucir a Januzaj, otro artesano del regate con déficit de persistencia. De casi todo tuvo la culpa Militao, en una exhibición de omnipresencia, ejército de tierra y de aire.

El festival Jovic

La segunda mitad trajo lo inesperado: Jovic, al que se daba por desaparecido. En un minuto le regaló un gol a Rodrygo, con mal remate del exterior derecho, y otro a Vinicius, que este año no deja que se le vaya una. Fue magnífica la maniobra del serbio, del repertorio de Benzema, medio gol. El otro medio lo despachó el brasileño con un tiro raso.

Y sin tiempo para reponerse, el golpe de gracia, en un córner cabeceado por Casemiro al área pequeña y cazado en plancha por Jovic, en gesto de genio y valor, virtudes que no se le suponían. Partidos en ese punto ya no se les escapan a Kroos y Modric. Lo saben ellos y lo sabe Ancelotti, que les retiró el airbag de Casemiro, cuando la quinta amarilla rondaba al brasileño. Camavinga probó que también vale para eso y ayudó al equipo a llegar a la orilla ante una Real con más entusiasmo que plan. El Madrid se fue con 10 puntos de ventaja sobre el Atlético y 16 sobre el Barça. Aun sin Benzema, durmió a pierna suelta.

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