Hallan nuevos anticuerpos que neutralizan a Ómicron

Un equipo de investigadores han dado con cuatro anticuerpos que pueden neutralizar a la nueva variante de coronavirus. Podrían emplearse para futuras vacunas.

Raúl Izquierdo
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La aparición de nuevas variantes han sido un motivo de preocupación desde el inicio de la pandemia. Hasta la fecha son cinco las calificadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como 'preocupantes'. Ómicron, detectada por primera vez en Sudáfrica, es la última: antes de ella fueron Alfa, Beta, Gamma y Delta.

La principal característica de esta variante es que cuenta con más de cincuenta mutaciones, de las que al menos 30 se encuentran en la proteína S, la conocida como llave de entrada el organismo humano. "Ómicron tiene algo que no se había visto nunca", explicaba a AS Nuria Campillo, científica del CSIC. Esta variante, además de ser altamente contagiosa, cuenta con la particularidad de escapar parcialmente a la vacuna.

Algo que preocupa a los expertos, aunque un reciente hallazgo puede suponer un importante avance contra ella. Un equipo internacional de científicos ha logrado identificar anticuerpos que neutralizan tanto a Ómicron como a otras variantes del coronavirus. Lo que hacen estos anticuerpos es dirigirse a unas zonas concretas de la proteína S, que permanecen inalteradas mientras los virus mutan.

Puede dar lugar a nuevas vacunas

"Este hallazgo nos dice que centrándonos en anticuerpos que se dirigen a estos sitios altamente conservados de la proteína de la espiga, hay una manera de superar la continua evolución del virus", explica David Veesler, autor principal del estudio e investigador del Instituto Médico Howard Hughes. Gracias a la identificación de estos anticuerpos, "ampliamente neutralizantes", se podrían desarrollar nuevas vacunas y tratamientos con ellos, que serían capaces de combatir variantes que surjan en el futuro, así como la actual.

Las mutaciones presentes en la proteína de la espícula alcanzan las 37, con las que se vale para unirse a las células e infectarlas. Es, como han confirmado asombrados diversos expertos, una cantidad excesiva respecto a otras. "Otras variantes habían tenido mutaciones de poquitas en poquitas, que es lo normal en la evolución de un virus, no esto", comentaba la experta del CSIC al respecto.

Se cree que gracias a esta gran cantidad de mutaciones explicaría la altísima capacidad de contagiar, incluso en personas vacunadas o que habían superado la infección previamente. "¿Cómo ha afectado esta constelación de mutaciones en la proteína de la espiga de la variante ómicron a su capacidad de unirse a las células y de evadir las respuestas de anticuerpos del sistema inmunitario?", se preguntaba el equipo de Veesler.

Simulación de las mutaciones

Para analizar cómo afectaban estas mutaciones, los expertos crearon un virus no replicante (pseudovirus), con el fin de que produjera proteínas S en su superficie, tal y como hace el SARS-CoV-2. Tras ello, crearon este pseudovirus con proteínas S con las mutaciones propias de Ómicron, pero también de otras variantes previas de la pandemia, indica el estudio publicado en Nature.

En primer lugar observaron la capacidad de todas las versiones de de la proteína de la espícula para unirse a a la proteína de la superficie de las células del cuerpo humano, la que el virus emplea para entrar en ella: el receptor de la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE2). Y en estas comprobaciones descubrieron que Ómicron es capaz de unirse a la proteína 2,4 veces mejor que la mutación del virus aislado al inicio de la pandemia. "No es un aumento enorme, pero en el brote de SARS de 2002-2003, las mutaciones en la proteína de la espiga que aumentaron la afinidad se asociaron con una mayor transmisibilidad e infectividad", revela el experto.

Nuevos anticuerpos

De los tratamientos de anticuerpos autorizados para el uso empleados en un primer momento, todos menos uno no tenían actividad frente a Ómicron, o bien esta era muy reducida. Sotrovimab fue la excepción, con una actividad neutralizadora que se redujo entre dos y tres veces. Algo que llevó a los expertos a probar un rango más amplio de anticuerpos, llegando a identificar hasta cuatro tipos de anticuerpos que conservaban su capacidad para combatir a Ómicron.

Estos se dirigen a cuatro zonas de la proteína S que está en la variantes del SARS-CoV-2, pero también en otros coronavirus como los sarbecovirus. Unas zonas específicas que realizan una labor esencial que la proteína perdería en caso de mutar. Se llaman, por tanto, "conservadas". Según Veesler, este hallazgo surgiere que el desarrollo de vacunas y otros tratamientos con anticuerpos dirigidos a estas regiones pueden ser eficaces contra diferentes variantes.

Vacuna contra la infección

Otra de las vías de análisis del estudio tiene que ver con la eficacia de los anticuerpos contra aislamientos previos del virus para protegerlo de Ómicron. Para ello se emplearon diversos anticuerpos: pacientes que se había contagiado con otras versiones del virus, que se habían vacunado frente variantes diferentes y, una tercera, de pacientes que se habían infectado y después vacunado.

Los contagiados por variantes previas y habían recibido la vacuna tenían una capacidad reducida para bloquear la infección. Quienes recibieron Janssen, Sputnik V o Sinopharm tenían poca o ninguna capacidad para bloquear la entrada de Ómicron en las células. Por su parte, quienes recibieron Moderna, Pfizer o AstraZeneca contaban con unos anticuerpos con cierta capacidad de neutralización, aunque reducida entre 20 y 40 veces, más que frente a cualquier otra variante.

Por su parte, quienes se habían recuperado de la infección y luego vacunado contaban con una actividad reducida, aunque con una reducción menor, de unas cinco veces, lo que refleja la utilidad de la vacuna tras superar la enfermedad. Y respecto a un grupo de pacientes de diálisis renal, que habían recibido una tercera dosis de refuerzo, la reducción era de solo cuatro veces. "Esto demuestra que una tercera dosis es muy, muy útil contra ómicron", explica Veesler.

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