El líder pide la hora
Un Madrid fatigado le gana a un excelente Athletic con un gol de Benzema y una actuación sobresaliente de Kroos. Nadie aprovechó en los rojiblancos el ingenio de Muniain.
Otro rival, otro partido. El Athletic es un equipo que ni refulge ni regala, con un índice de pérdidas y recuperaciones alto, indicativo de que se siente cómodo en la presión alta y al que le gusta ponerse antipático desde el principio, pero no es tan territorial como el Sevilla. Así que al Madrid le resultó fácil someterle al comienzo, dándole alegría a la circulación y buscándole los costados con Lucas Vázquez y Mendy. En esa necesidad de estirar el chicle por las bandas ante un adversario cerrado hay que buscar la titularidad del gallego, única novedad en el once. El Athletic era presuntamente el adversario de menos tamaño en dos semanas locas, pero a Ancelotti le cuesta quitarle el polvo a su alineación de cabecera.
El momento de Unai Simón
El dominio del Madrid no fue fingido. Apretó de verdad al inicio bajo la gestión de Kroos. No pasa nada en el equipo sin que él lo sepa. Así que a su orden de primer toque pisó pronto área el equipo de Ancelotti. Se le marchó en blanco esa primera acometida porque a Benzema le pilló desacomodado en dos remates en el área pequeña y porque el Athletic tiene al portero de la Selección para algo. Bajo palos, Unai Simón tiene seis manos.
Ese subidón del Madrid duró poco. En cierto modo es un clásico: lleva años ejerciendo de equipo racheado, de esfuerzos cortos, de victorias al esprint. Y el Athletic encontró entonces por donde respirar.
Marcelino apenas cambia su envase, el 4-4-2. Y permanece también casi invariable su canal de comunicación con el gol: Muniain más Williams. Agarrado al pie del navarro abandonó el cuerpo a tierra. Y confiado a la condición supersónica del ariete le dijo al Madrid que había partido. A Williams le falta la peseta para el duro. Se mueve a una velocidad indefendible, es perfectamente autónomo ante defensas numerosas, no escurre el bulto en la presión, tiene salida por las bandas, pero le sobra el último segundo de cada acción, en el que se decide todo. Nada que no supiera el primer Vinicius, al que le ha costado tres años demostrar que no es un impostor. En ese segundo capítulo del partido el Athletic encadenó tres oportunidades magníficas. La primera la estropeó Militao. La segunda la echó por la borda Williams. Alaba erró en el cálculo en un balón bombeado y le dejó frente a Courtois, pero el 9 del Athletic se traspapeló. La tercera volvió épico al meta belga, que sobrevivió a un cabezazo a dos metros de Raúl García en una jugada a balón parado, el plato que mejor cocina el Athletic.
Benzema no perdona
Todo antes del nuevo giro de guión, una segunda embestida del Madrid culminada al estilo de los equipos grandes, sin perdón. Fue en una acción propia del curso, en que todo parece soplar a favor de los blancos. Asensio tiró con su derecha, su pierna menos hábil, rechazó Unai Simón y la pifia de Modric en el segundo intento de remate dejó la pelota en pies de Benzema a puerta vacía. Al francés no se le va una. Cada semana le cae el euromillón. Esta vez no necesitó ni a Vinicius, cegado en la primera parte, aunque provocara la amarilla de sus dos marcadores. Marcelino se puso la venda y quitó a Lekue en el descanso.
El gol desató aún más un partido que ya venía abierto en canal. El Athletic perdió cualquier complejo y se fue a por el Madrid. Empezó desde lo más alto, Muniain, un talento desaprovechado por la Selección. Ahora le ha añadido liderazgo y madurez a su magia. Y lleva un rato largo en ese estado de máxima inspiración. Él apretó el interruptor y el resto le siguió. Como en el primer tiempo, el equipo de Marcelino tuvo las mejores ocasiones, especialmente dos de Zárraga, y el gobierno del choque ante un Madrid que se aturde sin la pelota. Más que inapetencia es desorden.
Agarrado a Courtois
Resultó un milagro que Unai Núñez no empatara en un cabezazo sin un enemigo en dos metros a la redonda en el enésimo y último regalo de Muniain. Se marchó tocado y desesperado por lo que dio y no recibió. Y con él salió Modric, que no tiene piernas para dos partidos por semana.
Ancelotti buscó una transfusión de energía con Valverde y Camavinga, que ordenan menos y corren más. Fue después de que Courtois le sacara otro remate a Sancet. De ahí al final malvivió el Madrid en su campo, casi en su área. Y con plomo en las piernas sonrió al echar cuentas: durmió a siete puntos del Atlético y a trece del Barça.