El Barça dimite de la élite
No tuvo ni opción de buscar un milagro en Múnich, donde volvió a caer ante un Bayern que, de nuevo sin acelerar, dio la sensación de ganar sin querer humillar.
El reto era mayúsculo, por no decir imposible. Se trataba de ganar donde nunca antes el Barça, ni su mejor versión (tan lejana de la actual) había ganado; se trataba de confiar en que un jugador como Demebélé, que no había sido titular en lo que va de temporada y que lleva cuatro años encadenando bajas, hiciera el partido del siglo. También confiaba el Barcelona en que su delantero referencia marcara su primer gol en la Champions. Y todo en el peor sitio y ante el peor rival. Y claro, ante tanta suposición, el fútbol volvió a poner al Barcelona en su sitio, que no es otro que el de estarse una temporada alejado de la élite europea.
El Barça comenzó su camino hacia la Europa League el día que fue incapaz de ganar en su estadio al Benfica, todo lo demás era encender cirios en Montserrat, en la catedral de Múnich o incluso en la estrella de la Sagrada Família que se encendió una hora antes del partido.
En el Barça, en cambio, Xavi le copió el sistema de Dest como extremo al denostado Koeman con el mismo resultado -es decir, ninguno- situó a Dembélé en punta donde fue poco más que espuma y arriesgó alineando a Jordi Alba, que llegaba tocado.
Nada más salir Mingueza a enfretarse a Coman, el delantero francés le empezó a torturar con sus carreras por la banda. A los cuatro minutos de entrar centró para que Musiala rematara de cabeza, seis minutosmás tarde el que centró fue Lewandoski y ante la pasividad de Mingueza y Lenglet, Müller les dio un cursillo de amor ptopio para rematar un balón que Ter Stegen vio estático como entraba pese al intento de sacarlo de Araújo, el único que se movió.
Con 2-0 en Múnich y 2-0 en Lisboa, el milagro parecía claro que era inalcanzable, lo que no estaba tan claro era salir de ese estadio con un resultado digno, porque la sensación era que el Bayern podía marcar los que quisiera, como demostró el Bayern en la primera jugada de la segunda parte cuando Sané perdonó el tercero.
Nico entró por Dest para tratar de evitar la avalancha alemana. Pero no hacía falta ni avalancha, el Bayern por inercia llegaba al área de Ter Stegen y creaban ocasiones como el que se está entrenando. Y así llegó el tercero, de Musiala en una jugada de Davies ante Araújo.
Los últimos 20 minutos podían hacerse eternos a los blaugrana, pero Nagelsmann sacó a rodar a sus cachorros y acabó jugando con un equipo de juveniles ante unos más verdes aún que ellos.