El Barça dimite de la élite

No tuvo ni opción de buscar un milagro en Múnich, donde volvió a caer ante un Bayern que, de nuevo sin acelerar, dio la sensación de ganar sin querer humillar.

Santi Giménez
As
El Barça escenificó su dimisión de la élite del fútbol en una exhibición de todas sus carencias al caer sin rechistar ante un Bayern de Múnich que, de nuevo en tercera velocidad y sin dar la sensación de querer humillar, desarboló al Barça por 3-0 con la actitud de un tigre cansado al que le da pereza cazar a una cría de gacela, pero que cumple con lo que la naturaleza espera de él. El Barça, en cambio, se retrotrae a tiempos oscuros de hace más de dos décadas.

El reto era mayúsculo, por no decir imposible. Se trataba de ganar donde nunca antes el Barça, ni su mejor versión (tan lejana de la actual) había ganado; se trataba de confiar en que un jugador como Demebélé, que no había sido titular en lo que va de temporada y que lleva cuatro años encadenando bajas, hiciera el partido del siglo. También confiaba el Barcelona en que su delantero referencia marcara su primer gol en la Champions. Y todo en el peor sitio y ante el peor rival. Y claro, ante tanta suposición, el fútbol volvió a poner al Barcelona en su sitio, que no es otro que el de estarse una temporada alejado de la élite europea.

El Barça comenzó su camino hacia la Europa League el día que fue incapaz de ganar en su estadio al Benfica, todo lo demás era encender cirios en Montserrat, en la catedral de Múnich o incluso en la estrella de la Sagrada Família que se encendió una hora antes del partido.

Pese a todos los pronunciamientos en contra, el equipo de Xavi volvió a proponer una puesta en escena valiente en la que quiso jugar en el terreno alemán, presionando al conjunto de Nagelsmann, que para desgracia de los blaugrana alineó a un equipo con muchos más titulares de los esperados. Respecto al partido que inauguró la liguilla en el Camp Nou, sólo cambió a dos futbolistas: Goretzka y Kimmich.

En el Barça, en cambio, Xavi le copió el sistema de Dest como extremo al denostado Koeman con el mismo resultado -es decir, ninguno- situó a Dembélé en punta donde fue poco más que espuma y arriesgó alineando a Jordi Alba, que llegaba tocado.

Media hora aguantó sin lesionarse el lateral barcelonista. En su puesto entró Mingueza y allí empezó el descalabro barcelonista. Hasta entonces, el Barça había sobrellevado más o menos decentemente el partido con alguna aproximación al área de Neuer, pero el duelo cada vez se decantaba más para los locales. Ter Stegen daba los síntomas de canguelo habitual de cuando capta el aroma a Neuer y Lewandoski había perdonado un gol de esos que no acostumbra a conceder.

Nada más salir Mingueza a enfretarse a Coman, el delantero francés le empezó a torturar con sus carreras por la banda. A los cuatro minutos de entrar centró para que Musiala rematara de cabeza, seis minutosmás tarde el que centró fue Lewandoski y ante la pasividad de Mingueza y Lenglet, Müller les dio un cursillo de amor ptopio para rematar un balón que Ter Stegen vio estático como entraba pese al intento de sacarlo de Araújo, el único que se movió.

Al filo del descanso, Coman volvió a dejar sentado a Mingueza para asociarse con Sané, quien desde lejos marcó el segundo ante la sensación de que Ter Stegen volvía a comerse el gol.

Con 2-0 en Múnich y 2-0 en Lisboa, el milagro parecía claro que era inalcanzable, lo que no estaba tan claro era salir de ese estadio con un resultado digno, porque la sensación era que el Bayern podía marcar los que quisiera, como demostró el Bayern en la primera jugada de la segunda parte cuando Sané perdonó el tercero.

Nico entró por Dest para tratar de evitar la avalancha alemana. Pero no hacía falta ni avalancha, el Bayern por inercia llegaba al área de Ter Stegen y creaban ocasiones como el que se está entrenando. Y así llegó el tercero, de Musiala en una jugada de Davies ante Araújo.

Los últimos 20 minutos podían hacerse eternos a los blaugrana, pero Nagelsmann sacó a rodar a sus cachorros y acabó jugando con un equipo de juveniles ante unos más verdes aún que ellos.

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