El Atleti sigue derrota a derrota
Cuarta derrota seguida del Atleti en Liga, que se comerá las uvas fuera de Champions. Polémico gol anulado a João Félix, que marcó otro antes. El Cholo, en el atolladero.
El golpe no tumbó al Granada, que reaccionó con balón y fluidez. En cuatro toques se presentaba ante Oblak cuando al Atleti comenzó a costarle un mundo. El gol de João había sido mero maquillaje, presos los del Cholo de sus errores habituales. Pasos atrás, un centro del campo que ni construye ni destruye, falta de velocidad y circulación, un océano entre líneas. Koke mal, De Paul peor, Lemar apagado. Creía dominar el duelo sólo por la ventaja en el marcador. Pero, historia de esta temporada es, el Granada sólo necesitó un disparo para igualarlo. Tan fácil. Uno sólo. Como tantos otros. Cierto es que fue una genialidad de Machís. Que quebró a De Paul en un cambio de ritmo y, tras una diagonal hacia dentro, se sacó de la bota un tiro seco y duro, a medio camino entre cohete y misil con un evidente final: la red de Oblak. Tan cierto como que de los guantes del portero ya no brota un milagro. Esos guantes que habían hecho una rutina de eso. Detener los cohetes, los misiles, los balones imposibles.
El Atleti, amenazado, volvió a jugar, como si sólo supiera hacerlo cuando se siente perseguido. Despertó Lemar, abrió el camino por su banda Carrasco. Trabajo para Maximiano, que sacó el guante para despejar un derechazo de João. Volvía a llegarle la pelota al portugués, llevaba todo el peligro del Atleti. Celebraba otro gol cuando el descanso asomaba, al cabecear a la red un balón peinado de Lemar. Pero, piiii, el silbato congelaba su celebración. Ese gol nunca subiría al marcador, anulado por falta de João a Luis Suárez en el salto. Lo que el sábado fue legal en Nervión, ayer en Granada ya no. El árbitro sólo decía: “Sigan, sigan”. Jefe nuevo, nuevas reglas. El VAR apenas interfiere. Aunque el salto fuera limpio, aunque João sólo hubiera apoyado, leve, la mano en la espalda del colombiano tras rematar. De nada sirvieron sus protestas. El Atleti se fue al descanso mirando el 1-1 y sintiendo cómo, en la sangre, le hervía la injusticia.
La segunda parte comenzó sin Arias, roto en una carrera con Carrasco, y un Atleti enrabietado. Y João Maravillão. Pero al campeón la suerte esta temporada le da palos. La madera de Maximiano aún temblaba del disparo que en ella había estampado el portugués cuando Oblak volvía a golpear con rabia la hierba. Al poste de João le había seguido un mal control de Kondogbia, una contra nazarí y un gol de un Jorge Molina cojo. Primero anulado, después, tras pasar por el VAR, legal. Y pendiendo como una condena sobre el Cholo y su defensa entre alfileres y pies de barro. Con jugadores insostenibles, que son verbena, como Felipe, Hermoso.
Respondió el Cholo con un triple cambio. Suárez fuera, sin goles ni gestos. Buscaba el empate con Cunha y con Correa, encontrarle una grieta al frontón nazarí. Un Granada parapetado a los pies de Maximiano que siguió llevando peligro a la contra, con el Luis Suárez de Robert Moreno corriendo hacia a Oblak. Sacó el esloveno la manopla para, esta vez sí, hacer un milagro y evitar un tercero. Con contundencia, la palabra perdida.
Esa que al Atleti tanto le falta en su área y en la contraria, que le empuja al sumidero partidos que merece ganar. Pero le falta jerarquía, carácter, uno de esos gritos de Gabi que cuadraban balones. Cunha perdonó el empate después de que a Maximiano se le escapara un rechace. El Atleti murió estampado contra el frontón, sin ser capaz de rasguñarle siquiera. El décimo aniversario del Cholo en su banquillo llega hoy, esta noche, con el partido a partido convertido en un preocupante derrota a derrota. Cuarta ya. Seguida, inexplicable. Pesadilla antes y durante esta Navidad. A ver después.