Decepción y por la Séptima

El Sevilla cae en Salzburgo y queda eliminado de la Champions, pero la victoria del Lille en Wolfsburgo le deja al menos en su competición fetiche, la Europa League.

José A. Espina
As
El Sevilla culminó una decepcionante participación en Champions al caer en Salzburgo y terminar tercero del grupo G, uno de los que a priori parecían más bizcochables cuando se celebró el sorteo, allá por el mes de agosto. Las bajas y el cansancio, la impotencia patente durante gran parte del envite ante un rival repleto de futbolistas casi imberbes, pudieron más que la experiencia europea del equipo nervionense, que contemporizó en el primer tiempo y se hizo el hara-kiri en la segunda mitad. Al evidente fracaso deportivo se le suma en estos tiempos de pandemia un problema económico para el club de Nervión, que tenía presupuestados entre 15 y 20 millones más de ingresos en la primera competición europea, dinero cuya ausencia deberá amortiguar con el consuelo de haberse clasificado al menos para su competición fetiche. El Lille, al final primero de grupo, echó una mano ganando al Wolfsburgo y, a partir de febrero, el Sevilla jugará los dieciseisavos de Europa League. Los apostantes ya comenzaban desde anoche a convertirle en favorito, seis títulos (el último, en 2020) le avalan.

Un Sevilla que llegaba a esta final repleto de lesionados, en las llantas, con apenas 17 jugadores profesionales para configurar su convocatoria. Con lo puesto. Sorprendía así Lopetegui, pero menos, con la inclusión de Munir El-Haddadi en la punta del ataque en lugar del más habitual Rafa Mir. El delantero marroquí ya había sido titular contra el Wolfsburgo en la anterior jornada. Munir no la olió prácticamente durante una primera parte que tanto el Salzburgo, al que le valía el empate, como el Sevilla jugaron al tran-tran, con toque e intensidad pero sin profundidad y sobre todo sin ocasiones de gol que merecieran ese calificativo. Un tiro lejano pero desviado de Sucic, otro de Rakitic que paró Kohn y un cabezazo alto de Koundé, que llegó al descanso disfrazado de futbolista más peligroso de los nervionenses por sus subidas a balón parado.

Todas las cosas que no ocurrieron en la primera mitad pasaron en la segunda. Y todas malas para el Sevilla. En el 48' Munir mandó al larguero austríaco un cabezazo franco, parecía más fácil meter la pelota en la portería. En el 50', la mala salida de balón de Montiel la convertía el rapidísimo Adeyemi en un pase de la muerte para que Okafor fusilara a Bono desde el corazón del área (1-0). Y en el 66' Joan Jordán certificaba el desastre al cometer un error de juvenil que le costaba una segunda amarilla y la consiguiente expulsión. El catalán había detenido con falta otro contragolpe prometedor que dirigía Adeyemi para el Salzburgo.

Entre tarjetas amarillas, alguna otra entrada de color naranja del rival, un aluvión de cambios estériles para Lopetegui y la bronca lógica de verse eliminado, el Sevilla murió con algo de orgullo pero incapaz casi de acercarse al gol al menos del empate, bajo la coartada eso sí de su inferioridad numérica. Sufren las arcas y se enfada el sevillismo, acostumbrada en los últimos tiempos a pasar a octavos casi cada vez que disputaba la Champions. En unos días se le pasará el disgusto, seguro. Llega la Europa League, cuya final esta temporada se celebra en el Ramón Sánchez-Pizjuán. A por la Séptima, Sevilla.

Entradas populares