Copa Argentina: de penal, Talleres es finalista y buscará la gloria ante Boca
El colombiano Valoyes desató el festejo de la T, que venció por 1-0 a Godoy Cruz y definirá el miércoles en Santiago del Estero; más chances de llegar a la Libertadores para el equipo xeneize
Fue una ventaja mínima pero suficiente, porque desde esa acción hasta el final la T, que embolsó el cheque de 3.950.000 pesos, soportó con firmeza los desesperados intentos que ensayó Godoy Cruz. El miércoles, a las 21.10, en el estadio Único Madre de Ciudades, de Santiago del Estero, Talleres y Boca jugarán la final. Será la cuarta para los xeneizes, que siempre resultaron campeones, y la primera para el conjunto cordobés, que buscará su primera coronación nacional, después del éxito en la Copa Conmebol de 1999, y ya logró el ticket para la Copa Libertadores del próximo año. Para Boca, no deja de ser una buena noticia que el clasificado sea la T: si el cuadro azul y blanco termina ganándole la final por la Copa Argentina, se liberará un cupo de los que están encima del club xeneize en la tabla anual. De hecho, en este momento Boca estaría accediendo a la Libertadores gracias a eso.
La intensidad que intentó imponer Talleres en el inicio del juego quedó desarticulada con la primera incursión de Godoy Cruz al campo rival: la aparición solitaria de Martín Ojeda, por la izquierda, y el remate cruzado del artillero provocó el primer revolcón del arquero Guido Herrera, que desvió la pelota al córner, aunque el árbitro Ariel Penel sancionó saque de arco. Incisivo para atacar el área, también enseñó recursos el conjunto mendocino para ensayar desde la media distancia: Damián Pérez ejecutó desde 25 metros y el balón se marchó junto al poste izquierdo. De dominador a dominado, el Cacique Medina convocó en dos oportunidades a Nahuel Tenaglia, Juan Méndez y a Diego Valoyes para realizar ajustes y bloquear las escaladas que proponía el rival por el sector izquierdo.
Los esquemas espejados que eligieron los entrenadores –Alexander Cacique Medina en Talleres y Diego Flores en Godoy Cruz- lo debían romper las individualidades y los movimientos colectivos. Los mendocinos se sintieron cómodos tomando el protagonismo, mientras que los cordobeses se refugiaron en las acciones de pelota parada, un argumento que la T utiliza con eficacia: al final del primer tiempo, Tenaglia a punto estuvo de romper la paridad.
El penal de Valoyes
De un córner a favor, una desinteligencia en el retroceso –dudó Villagra- le abrió la puerta a los tombinos, que no lograron capitalizar la velocidad de Ojeda para marcar. El despertador para Talleres fue puesto por puso Valoyes. El colombiano combinó con Michael Santos, que después de dos enganches remató y el balón fue bloqueado por Guillermo Ortiz. Más tarde generó un tiro libre –falta de Leonel González, que por la infracción recibió la tarjeta amarilla– y Santos hizo que el arquero Espínola debiera esforzarse para enviar la pelota al tiro de esquina.
La lluvia se convirtió de repente en un invitado inesperado y le dio un marco particular y épico a un juego que ganaba en intensidad, aunque las intenciones no siempre eran ejecutadas con precisión. Entre errores de control, pases sin destino, el viento que comenzó a influir en la trayectoria de la pelota y el deseo de imponer velocidad al desarrollo que derivó en equivocaciones, no se descubría un equipo que marcara el pulso. El duelo se hizo deslucido, enredado, aunque mantenía expectante a los 15 mil hinchas -7500 por club- que colmaron el estadio Juan Gilberto Funes, de la Punta, en San Luis. Ojeda fue el encargado de abrir las emociones y de cerrarlas en el primer tiempo: un fortísimo tiro libre hizo tambalear a Herrera, que quedó desacomodado para el rebote, aunque Damián Pérez envió la pelota a la tribuna.
La semifinal tuvo seguidores de varios equipos, porque el ganador de la Copa Argentina puede generar corrimientos en la tabla anual, clasificatoria para las competencias internacionales. Además de los dos clubes involucrados, los hinchas de Boca –finalista– y de Racing, Unión, Rosario Central, Gimnasia LP y Argentinos –que batallan por plazas en la Copa Sudamericana– hacían cuentas sobre si les convenía que triunfara Talleres o Godoy Cruz.
El ovillo empezó a desenredarse en una jugada que empezó para ser espectacular, se ensució, aunque el volante Bruno Leyes terminó por darle oxígeno a Talleres. Santos corrió al área, enganchó y parecía perder el control de la pelota, pero Leyes se tiro al piso en un intento de bloquear un posible remate, pero con su torpe movimiento cometió penal, al tocar el balón con el brazo. Valoyes y Santos mantuvieron un intercambio de opiniones para ver quién tomaría la responsabilidad: el uruguayo es el artillero de la T en la Copa, pero el colombiano fue el que ejecutó: de derecha, cruzado y esquinado, Espínola adivinó el palo pero lejos estuvo de rozar el esférico.
Asomaron los cambios, con distintas inquietudes: Valentín Burgoa y luego Néstor Breitenbruch ingresaron por Matías Ramírez y Elías López en Godoy Cruz; Leyes –juega en el Tomba desde el baby–fútbol, lloró desconsolado en el banco de los suplentes- dejó su lugar a Nicolás Sánchez, que retornó al club luego de siete años, todas modificaciones con el deseo de renovar el espíritu de los mendocinos. Talleres respondió con Mateo Retegui, Héctor Fértoli y Francis Mac Allister, con la esperanza de sostener la intensidad del conjunto cordobés. Hasta que las piezas se acomodaron en el tablero, fue Ojeda el único que se enseñó despierto y con un remate volvió a probar los reflejos de Herrera, que minutos después sería protagonista de una acción sospechosa: un auxiliar le indicó que se tire al piso para recibir atención médica, mientras que en el centro del campo de juego el Cacique Medina -pizarra en mano- llamó a los 10 jugadores restantes para reordenarlos en el terreno.
La desesperación de Godoy Cruz lo hizo caer en repeticiones a los tombinos, que observaban cómo se les esfumaba la oportunidad de ser finalista. Del otro lado, Talleres tenía el libreto controlado, se aferró a esa mínima ventaja y sus futbolistas terminaron celebrando la clasificación con una montaña humana sobre el área que defendió Herrera, mientras que en las tribunas las lágrimas de los hinchas por la victoria reflejaba el esfuerzo del recorrido y el sueño que se mantiene intacto en la aventura.