Boris Johnson sufrió una rebelión conservadora: 96 de sus legisladores rechazaron aprobar las restricciones por la variante Ómicron
Con el respaldo de la oposición laborista, el primer ministro británico logró la aprobación en el Parlamento de nuevas medidas para contener los contagios de COVID, como la obligatoriedad de mascarillas en el transporte público y comercios y los pases sanitarios para los grandes eventos
A pesar de su holgada mayoría en la Cámara de los Comunes, el mandatario necesitó el respaldo de la oposición laborista para sacar adelante la medida por 369 votos a favor y 126 en contra, de los cuales 96 fueron conservadores.
En una votación previa, los parlamentarios aprobaron asimismo la reimposición de mascarillas en la mayoría de espacios públicos interiores por 441 votos frente a 41, con el rechazo de 38 conservadores.
Entre otras medidas, el gobierno de Johnson anunció la semana pasada su intención de impulsar la obligatoriedad de mostrar un certificado de vacunación, o bien un test de covid negativo, para acceder a diversos espacios públicos.
”No queremos una sociedad en la que se pidan papeles y se prive a las personas de su libertad”, argumentó durante el debate de hoy el “tory” Tim Loughton.
El también conservador Mark Harper, uno de los cabecillas de la revuelta “tory”, acusó a su propio Gobierno de haber entrado sin necesidad en un “modo de pánico y emergencia”.
El ministro de Sanidad, Sajid Javid, sostuvo por su parte que las medidas propuestas son “proporcionadas” ante la amenaza de la nueva variante ómicron.
El primer ministro anunció la semana pasada nuevas restricciones para limitar la propagación del virus cuando el Reino Unido, uno de los países más castigados de Europa por la pandemia con casi 146.500 muertos, se enfrenta a una “fuerte oleada” de casos por Ómicron.
Según su gobierno, para garantizar que los hospitales no se vean desbordados en las próximas semanas son necesarios el uso de mascarillas en interiores, los tests diarios para los casos de contacto, el teletrabajo y los pases sanitarios obligatorios en los grandes eventos.
Amiguismo y corrupción
Dos años después de su histórica victoria electoral con la promesa del Brexit, el primer ministro está viendo cómo su popularidad cae en picada y se enfrenta a numerosas peticiones de dimisión desde la semana pasada, a raíz de una serie de escándalos.
El domingo, el diario Sunday Mirror publicó una foto de Johnson participando en un concurso en línea en Downing Street, rodeado de personal, en diciembre de 2020, cuando se exigía a los británicos que limitaran extremadamente sus interacciones sociales.
Los británicos también le culpan de una fiesta que supuestamente se celebró en Downing Street el 18 de diciembre de 2020, cuando ellos mismos se vieron privados de celebraciones navideñas a causa del coronavirus. Un video filtrado a la prensa en que ayudantes de Johnson bromean sobre la supuesta fiesta de Navidad ilegal echó más leña al fuego.
Esta revelaciones han dañado su credibilidad en un momento en el que espera imponer nuevas restricciones.
Se suman además a una serie de acusaciones de corrupción que podrían desembocar en una moción de censura contra Johnson por el Partido Conservador.
El primer ministro fue llamado al orden el jueves por la costosa renovación de su residencia oficial en Downing Street, con una multa a su partido con 16.250 libras (21.500 dólares, 19.000 euros) por no haber declarado el importe total de la donación privada recibida para financiar las obras.
“Implacable para echar a sus líderes”
Johnson también causó indignación al intentar cambiar las normas parlamentarias para ayudar a un diputado conservador, Owen Paterson, condenado por presionar a miembros del gobierno para defender a dos empresas para las que actuaba como consultor remunerado.
El jueves se celebran legislativas parciales en Inglaterra para cubrir el escaño de Paterson, que dimitió, y estas tendrán un carácter altamente simbólico.
Pero estas no son las únicas amenazas contra Johnson: también se cuestionan sus fastuosas vacaciones en el extranjero, los peligrosos vínculos de su gobierno con algunas empresas y las acusaciones de amiguismo por la asignación de escaños en la Cámara de los Lores -cámara alta del parlamento británico cuyos miembros no son elegidos en sufragio sino designados por el gobierno- a generosos donantes del Partido Conservador.
Según el columnista político Robin Pettitt, el talento de Johnson -ex periodista y ex alcalde de Londres conocido por su estilo poco convencional- para el escapismo político podría hacerle salir airoso de uno o dos de estos escándalos.
Pero si la acumulación continúa, “el partido conservador siempre ha sido muy implacable a la hora de echar a los líderes que no funcionan”, dice este experto.
Y si no, que se lo pregunten a su antecesora Theresa May, derrotada por un Brexit que nunca logró hacer aprobar por sus propios diputados.