Boca y un cierre de fiesta (casi) sin ovacionados: el termómetro del hincha se quedó en aplausos
Tras la goleada a Central Córdoba por 8-1, el plantel xeneize se quedó festejando en la Bombonera; los simpatizantes aplaudieron a todos, pero el balance fue medido
Se terminó el año oficial. Boca tiene motivos para llenar la copa, brindar y relajarse con algunos pequeños sorbos de placer: cumplió el doble objetivo, ganando la Copa Argentina e, incluso, superando la línea de Estudiantes en la tabla acumulada de puntos que clasificó a los tres mejores equipos de la temporada. De una y otra manera, el Xeneize logró la clasificación a la etapa de grupos de la Copa Libertadores.
Lo mejor del partido
No obstante, también hay muchos argumentos por los cuales no embriagarse. El equipo sufrió más de la cuenta en la mayoría de las competencias. El hincha, más que nadie –y pese a su optimismo permanente que no entiende de razones– lo sabe. El cómo fue tan importante durante el semestre, que estuvo al borde de hacerle perder la final con Talleres por no patear (ni generar juego) en los casi 100 minutos que se jugaron. Luego, claro, los penales lo potenciaron. Por eso la incertidumbre en el futuro de jugadores y hasta del entrenador.
La función ante los santiagueños no tuvo otra excusa que ver qué marcaba el termómetro de los hinchas en una Bombonera que se colmó por el gran atractivo de festejar el campeonato obtenido y, pasada la medianoche, el día del hincha de Boca con una gran fiesta. Sin embargo, todo lo que rodeó al intrascendente compromiso tuvo al fanático como principal foco en la última presencia en condición de local del 2021.
La gente no tiene preferencias. No resalta a uno por encima de otro. No hay ovaciones. Más que nunca, el escudo es lo más importante. El público gritó por los colores, por la estrella número 71 de la historia del club. Por eso, los gritos feroces tuvieron la palabra “campeón” constantemente en los cánticos y dedicatorias a River, al que esperan en la Supercopa Argentina del año que viene.
Sí es cierto que el anuncio de las formaciones estuvo fuera de tiempo, realizándose en el momento de éxtasis de las tribunas al ver la salida de los equipos. No obstante, cuando el alarido y los fuegos artificiales –que acompañaron ese instante– bajaron la intensidad, se hizo un hueco justo para que el altoparlante anunciara a Battaglia: pese a las dudas que existen alrededor de su continuidad, las críticas que suele recibir su equipo y lo disgustado que está Riquelme, el estadio completo le dio un fuerte aplauso. Eso sí: sin ovación.
El mensaje más claro estuvo previo al partido. Cuando los jugadores de primera pisaban el césped para el precalentamiento y los chicos de la reserva levantaban al público al celebrar que fueron campeones de la categoría la semana pasada, se escuchó fuerte el “¡Vamos, vamos los pibes!”. Es cierto que en la jornada de ayer fue una forma de felicitarlos. No obstante, fue el mismo grito de guerra que supo desprender la Bombonera cuando retornó el público, en medio de las decisiones del técnico de sacarlos en los compromisos más complicados. Aunque exigen refuerzos de jerarquía para la Copa Libertadores, también se evidencian el cansancio con ciertos jugadores y las ganas de que se potencien a los juveniles.
A veces las cosas pasan en el momento justo. O, al menos, en un contexto que potencia la especulación sobre algo. Cristian Pavón y Eduardo Salvio se destacaron en la noche de festejos. Ambos deben negociar la renovación, que culmina a mitad del año próximo: el primero quiere irse y forjaría la venta, pero el segundo quiere quedarse y no tiene novedades –ni convencimiento- del Consejo.
La cuestión es que Cristian Pavón fue la gran figura, a pura gambeta y participando de los cuatro goles del primer tiempo: abrió el marcador de cabeza, generó la mano de Bettini que Zeballos convirtió en penal y lanzó los centros para los goles de Salvio y “Pulpo” González. Y en el segundo tiempo, convirtió de zurda el sexto tanto con un golazo individual.
El de Salvio fue una joya: conectó el centro con un tacazo que pegó en el palo y entró. Además, asistió a Mancuso para el quinto, en el complemento. Se verá si forjan el destino de la continuidad, pero en la gente no generó más que un grito de goce y el tradicional “Y dale, Boca, dale”. No se vuelven locos por ninguno.
Boca contó hasta 8 ante Central Córdoba y se desahogó. Esta tarde viajará a Arabia Saudita para jugar un amistoso con Barcelona. Con el deber cumplido, pero sin ganarse a la gente por su nivel futbolístico.