Boca: cuando las urgencias deportivas se llevan puestas las buenas intenciones
Los brevísimos castigos a Villa y Cardona dejaron expuesto a Battaglia, que priorizó el resultado sobre el mensaje puertas adentro; una situación que se repite y no tiene equivalencias en el club
Sebastián Battaglia quedó demasiado expuesto en la noche del martes, luego de explicar por qué, a horas del partido con Newell’s, excluyó del equipo titular a Zambrano, Cardona y Villa por “una intoxicación”. Sobre todo, porque los dos colombianos terminaron jugando en la segunda etapa.
El castigo, en este caso, duró 45 minutos. Más que nunca quedó evidenciado que en Boca las urgencias deportivas se llevan puestas a las buenas intenciones. A las voluntades de marcar un rumbo y una suerte de reglamento interno acerca de lo que se puede hacer y lo que no. El equipo estaba obligado a ganarle a Newell’s para acercarse a la Copa Libertadores 2022. Sabiendo que los dos jugadores sancionados podían ofrecer soluciones en medio de un flaco 0 a 0, ante las necesidades deportivas fueron requeridos. Al final, el conjunto xeneize empató en el campo de juego. Y perdió mucho más fuera de él.
Nada de lo sucedido es algo aislado ni nuevo. En el predio de Ezeiza siempre han destacado la relación fluida entre Juan Román Riquelme y Miguel Russo, antes, y Battaglia, ahora. Esas charlas sobre el juego y el desarrollo deportivo de los más jóvenes son consideradas fundamentales para el trabajo diario del equipo que lidera el ídolo devenido en dirigente.
Pero por momentos se enhebran situaciones que terminan exponiendo a los entrenadores de turno. Cuando el Consejo anunció, dos meses antes, que Pol Fernández sería desvinculado a fin de 2020 por no llegar a un acuerdo económico para su continuidad, el que tuvo que poner la cara para explicar por qué quedó marginado del equipo fue Russo. Que al mismo tiempo no pudo reemplazarlo.
Algo similar ocurrió semanas más tarde con Julio Buffarini: el club sacó un comunicado oficial para despedir al lateral seis meses antes y en el medio de los cuartos de final de aquel certamen, ante Racing. Fue algo innecesario que condicionó al entrenador, que en este caso sí siguió utilizando al cordobés.
Más acá en el tiempo, el club fue y vino con dos de los tres protagonistas del escándalo del lunes a la noche. Cardona antepuso sus vacaciones en familia, en Colombia, a una serie de octavos de final de Copa Libertadores. Por ese mismo ida y vuelta, Carlos Izquierdoz tomó la dura decisión de decirle que no a la selección argentina. Su presencia en los Juegos Olímpicos Tokio 2020 era casi un hecho. Pero el zaguero consideró que su rol de capitán y la entonces reciente salida de Carlos Tevez del equipo le imponían priorizar al Xeneize.
Dos semanas después, Villa consideró que cinco meses después de renovar su contrato hasta fines de 2024 era el momento indicado para pegar el portazo y exigir ser transferido. Se fue a Colombia y estuvo 42 días sin entrenarse.
Meses después, el Cali sigue siendo titular. Y también lo son Cardona y Villa. Las urgencias deportivas por encima de los mensajes claros y la planificación de un club más sano a futuro. En el medio, Alan Varela, acaso una de las mejores apariciones del club de la Ribera en los últimos años, estuvo más de tres meses sin jugar por un hecho de indisciplina (llegar sin dormir a una práctica) o por creérsela. La balanza de premios y castigos parece desigual con unos y otro. Y eso atenta contra el mensaje general.
Estas situaciones no hacen más que astillar las relaciones internas. A Battaglia le fascina Exequiel Zeballos, para muchos de los habitués del predio de Ezeiza el juvenil con mayor potencial. Pero ante Newell’s lo sacrificó para poner a Villa, uno de los castigados.
Boca podrá ganar, empatar o perder. Ser campeón de la Copa Argentina o no. Clasificarse o no a la Libertadores. Pero como ocurre desde hace varios años, le cuesta encontrar un rumbo y respetar el camino elegido.