Boca. Charla, enojo y futuro: Sebastián Battaglia, ese equilibrista en medio de las presiones y los contrapesos
La fuerte reunión de este jueves del DT con el plantel, tras el escándalo generado por Cardona, Zambrano y Villa (y las filtraciones a la prensa)
Battaglia hablaba poco en los micrófonos, pero mostraba una conducta de alumno ejemplar: nunca llegaba tarde, nunca fue protagonista de una polémica, nunca tuvo un cruce con un compañero o rival. Y si sucedió, nadie se enteró. En el campo de juego, era la rueda de auxilio permanente para los defensores y los delanteros. Por eso Alfio Basile lo bautizó “el equilibrista”, en 2005-2006. Su timing lo hacía llegar siempre justo, en tiempo y forma, para una cobertura cerca de su arco o atacar el espacio y hacer un gol.
Ahora como entrenador sabe que su rol es distinto. Incluso sin decir mucho, puede quedar expuesto, como le sucedió en la conferencia de prensa posterior al empate de Boca con Newell’s 0-0 en la Bombonera. El foco estaba puesto en las ausencias de Edwin Cardona, “Desmiento totalmente que hubo una pelea entre los integrantes del plantel. Cardona, Villa y Zambrano tuvieron una intoxicación, por eso hicimos los tres cambios. Iban a jugar, pero a la mañana nos encontramos con esta complicación. Nada que ver con una pelea. Se instala cada cosa, que si debemos salir a aclararlas, no podríamos vivir”. Pretendió ser aquel “equilibrista” que jugaba, pero esta vez las coberturas fallaron. Y le generaron otro ruido interno. Porque la intoxicación hizo que Cardona, Villa y Zambrano no sean titulares, pero luego los dos primeros ingresaron por la necesidad de un empate que carecía de claridad para vulnerar.
“Intoxicación”. De esta palabra luego hasta se arrepentiría el propio Battaglia. Pero tiene que ver con eso, no es lo mismo jugar que liderar. No es lo mismo colaborar defensivamente con un zaguero o respaldar ofensivamente a un delantero que tener que responder por 25 personas y ante situaciones (algunas de ellas) inesperadas. Y si bien en su caso –ya de por sí- no es sencillo asumir la conducción de Boca, menos si los jugadores (que son los primeros que lo tienen que defender) le aportan más problemas que soluciones, más indisciplina que goles en los arcos rivales, si se toma como referencia los nombres involucrados en cuestión.
Sus propias decisiones, la que iba a ser y la que terminó siendo (de titulares a suplentes y a suplentes que ingresan), también le marcan el pulso con el resto de los futbolistas. Porque todo el Mundo Boca supo que Zambrano, Cardona y Villa iban a ser titulares el domingo ante Newell’s, todo antes que la lluvia suspenda el cotejo. ¿Qué cambió en 48 horas? No era sencillo de explicar. Y no lo fue para Battaglia, pese a ser el jugador más ganador en la historia xeneize: ganó 17 títulos como futbolista con la camiseta de Boca, el más ganador. Siete campeonatos locales (Clausura 99 y 2006; Apertura 2000, 2003, 2005, 2008 y 2011). Cuatro Copas Libertadores (2000, 2001, 2003, 2007). Dos Intercontinentales (2000 y 2003); Una Copa Sudamericana (2005); tres Recopas Sudamericanas (2005, 2006 y 2008).
Este jueves, antes del entrenamiento que se realizó en el predio de Ezeiza, Battaglia habló con el plantel en forma muy seria, disgustado por las versiones que llegaron a la prensa de lo ocurrido el lunes por la noche en la concentración del hotel Intercontinental: el DT cree que salieron desde adentro del grupo. Battaglia les dijo que él dio la cara en la conferencia de prensa intentando explicar una cuestión, y que luego en los medios salió una versión muy distinta. Les habló de los títulos que ganó, de la personalidad que tuvo en distintos momentos que vistió la camiseta de Boca, de su perfil bajo incluso en momentos adversos. Los jugadores le comentaron algunos puntos de discrepancia y todo sigue… con puntos suspensivos.
Battaglia, todavía interino, ya que su contrato vence en diciembre y está en evaluación, sabe que cada viento arremolinado puede hacerle perder el equilibrio. Y viene de sufrir, además, el episodio del micro, que lo puso en “modo tensión” con Juan Román Riquelme, el presidente del Consejo de Fútbol y que debe resolver su continuidad para 2022. Tras la derrota ante Gimnasia 1-0, en la Bombonera, el dirigente hizo bajar a todo el plantel del ómnibus para darles una charla de felicitación por el esfuerzo pero –al mismo tiempo- para remarcarles la importancia de clasificarse a la Copa Libertadores en un club como Boca.
Eso molestó al cuerpo técnico. Battaglia sintió que esa jugada lo debilitó delante del grupo. Y por eso, tras eliminar a Argentinos por la Copa Argentina, se permitió ironizar con una declaración: “Me voy, me voy… a ver si se me meten en el vestuario…” Cuando muchos pensaron que esa frase era para la prensa, en realidad terminó siendo para Riquelme.
Battaglia jugó -entre partido oficiales y amistosos- 360 partidos en Boca y marcó 29 goles. Tomó ejemplos positivos y también de los otros, ya que en su recorrido (en dos etapas diferentes) fue dirigido por once entrenadores: García Cambón, Bianchi, Tabárez, Basile, La Volpe, Russo, Ischia, Alves, Pompei, Borghi y Falcioni. Pero una cosa es el espejo desde su óptica de jugador, y otra ahora cuando a él lo están mirando (y evaluando) 30 jugadores, que también lo analizan desde la forma de conducir y liderar, desde la forma de hacer jugar al equipo, sus marchas y contramarchas, los cambios que realiza para torcer el rumbo de un partido.
Hoy el Battaglia DT busca entender a todos, entre las pretensiones del Consejo liderado por Riquelme y las voluntades de sus dirigidos, que a veces responden y otras veces no a una idea que suele ser volátil, cambiante en el estilo y los sistemas de juego. Con el pasaje de Talleres a la final de la Copa Argentina, sabe que la clasificación xeneize a la Copa Libertadores parece más encaminada, aunque no sería lo mismo para él finalizar el 2021 como campeón que logrando un pasaje a la Libertadores 2022 arañando el escalón para subirse.
Más allá de haber mejorado considerablemente los últimos números de la gestión de Miguel Angel Russo, por una cosa o por otra, le cuesta al entrenador aportarle solidez a su trabajo como líder y como DT de un equipo que busca su identidad. En la actualidad, más por lo que pasó afuera del campo de juego (pero también por lo que sucede adentro), Battaglia logró que lo miren con desconfianza desde ambos sectores, desde el dirigencial y desde el plantel. Y queda expuesto, aunque –como cuando jugaba- pretenda mantener el equilibrio.