ATALANTA 2-VILLARREAL 3 / De nevada a tormenta perfecta
El Villarreal se doctora en Bérgamo en el partido aplazado y se mete en octavos de la Champions con mucho sufrimiento y con los goles de Danjuma (2) y Capoue.
Porque este Atalanta es una roca. Su puesta en escena abruma. Aunque su salida de balón aterroriza. Debido a sus garras, Emery tiró del doble lateral en la banda izquierda y apostó por Moi para suplir la baja por sanción de Yeremy. El Villarreal quiso protegerse ante la facilidad goleadora del batallón de Gasperini y castigar las espaldas. Así llegó el 0-1. Mala salida de balón, robo, pase de Parejo, un pianista, y definición de Danjuma, una bestia. Emery bordó su plan. Como ya hizo en Gdansk, Old Trafford y en tantas plazas de primera. El hecho de tener simplemente que sumar para pasar de pantalla hizo que el Submarino hiciera el partido a su medida, acelerando cuando la situación lo exigía, tirando de práctica, olvidando lo plástico y, sobre todo, jugando con la desesperación del Atalanta. Al equipo local le valía únicamente la victoria para seguir entre los privilegiados pero, con lo sucedido el miércoles en su grupo, jugó con la Europa League en el bolsillo. Esa calma no le restó nervio; sino que le aporto más poso. Si en el primer tiempo las cosas no le salieron en gran parte también fue por Rulli.
El Villarreal no dejó de preocuparse hasta el descanso, el verbo que más conjugan los visitantes del Gewiss Stadium. Supo aferrarse al liderazgo de Albiol, al amor propio de Capoue y a la inteligencia de Parejo. Nadie lee un partido como él mientras va soltando pétalos de rosa por el camino. El Atalanta sólo hacía daño a balón parado con los centímetros de Toloi y Zapata. Mientras, Gerard picoteaba entre líneas para tranquilizar el juego y lanzar a Danjuma. Pese al 0-1, el Villarreal fue creciendo hasta el punto de acongojar y permitirse el lujo de ir presionando más arriba. Así encontró el tanto de la tranquilidad. Capoue volvió a hurtar otro balón, conectó con Moi y encontró la pared dentro del área. El mediocentro, descolgado, demostró que su labor no se agota dejándose el alma. Su derechazo heló (más) a la bulliciosa hinchada del Atalanta y emocionó a la del Villarreal, ya sea la que pudo estar en el estadio, la que aún estaba de vuelta por el aplazamiento o la que aguardaba en casa orgullosa.
El Villarreal planteó el segundo tiempo con la misma seriedad que el inicio. Y así, pudo amortiguar el empuje del Atalanta, que mostró más pasión que ideas, e ir soltando latigazos. Su banquillo es un escaparate de los caros. Gasperini hizo dos cambios en el descanso, repartiendo castigos y esperando milagros. Emery tardó en hacer los cambios, pero tuvo una solución para cada problema que apareció en el encuentro, aportando una experiencia y competitividad que faltaba. Un salto de madurez al que Gerard aporta más que nadie. Su aparición en el gol de la sentencia es de alta costura. Sentó a Palomino en el borde del área y, con todo a favor para fusilar, buscó la llegada de Danjuma. La definición del neerlandés, con reverso incluido y toque sutil de billar, compensa todas las oportunidades que ha malgastado hasta la fecha por la precipitación. El delantero lleva nueve goles y dejó claro a ojos de todo el mundo que convertirá al Villarreal en un eterno candidato allá donde juegue o en un club millonario si un día lo empaqueta.
El Atalanta insistió por el empuje de su gente. Y acortó distancias de manera peligrosa con un latigazo de Malinovskyi, el resucitador, una esquisitez de Zapata y una fe ejemplar empotrada en los palos. El Villarreal tuvo que remangarse de lo lindo. Con victorias así no se nota el frío. No es casual que Estupiñán jugara en manga corta. Pero el sufrimiento, cuando vas a festejar, llega un punto que hasta se goza. El Villarreal salió vivo del infierno metiendo a Iborra y rezando y ya está entre los 16 elegidos que se jugarán los cuartos de final en el mes de febrero. City, Liverpool, Ajax, Bayern, Lille o Juve le esperan. La primera vez que consiguió subir a estas alturas fue hace ya 15 años y llegó a semifinales. En la segunda, alcanzó los cuartos. La buena noticia es que su verdugo en ambas ocasiones, el Arsenal, no está por estos lares ni se le espera. El Submarino se ha instalado en un escalón superior de la élite. En Italia ya lo saben. Y a ver quién es el guapo, o primero de grupo, que logra bajarle de este bendito pedestal.