VILLARREAL 2-YOUNG BOYS 0 / El sello de Emery sigue aquí

Un gol de estrategia de Capoue encarriló un partido que sentenció Danjuma, el gran fichaje del técnico. El Villarreal da un paso de gigante para accecer a octavos.

Alfredo Matilla
As
Si el Villarreal de LaLiga da ardor, el Submarino de la Champions escribe su temporada con poesía. Ante el Young Boys aireó su versión más dubitativa, imprecisa y estresada de la temporada, pero también la más necesaria. El estilo a veces puede esperar. La victoria espanta los fantasmas de una racha preocupante, devuelve el orden a la clasificación de su grupo, donde ya está en cabeza, y recuerda que Emery deja su sello en cada cosa que pasa. El tanto revitalizador de Capoue llegó en una perfecta estrategia. La sentencia la hizo Danjuma, su gran fichaje del verano por el que pidió romper la hucha.

Vila-real amaneció hablando de dos temas. Y ninguno fue la Champions. El primero era el típico, ese tan manido que retumba en los ascensores: la llegada de las primeras señales de frío. El otro, ya más serio y una vez digerido el café, giró precisamente en torno al futuro de técnico y a los cantos de sirena del Newcastle. La ciudad castellonense, pese a tantos años sin catarla, pareció por momentos dar la espalda a Europa. En su orden de prioridades primó el futuro más que el presente. Puede que como regate a la crisis actual o como seguro para no arruinar lo que viene. Ese sentimiento de confusión generalizada, como no podía ser de otra manera, caló en la grada y, lo peor de todo, en el vestuario. Tanto, que el propio entrenador tuvo que aclarar su situación en la charla matutina del hotel. Así, el Submarino tardó demasiado tiempo en conectarse a la música celestial de la mejor competición del mundo. La suplencia de Trigueros tampoco ayudó a recordar al personal lo que cuesta llegar a jugar los martes y no en la clandestinidad de los jueves.

El Young Boys supo entender lo que estaba pasando. Más que un visitante se sintió como en casa en la primera media hora. Gozó de muy buenas ocasiones y, una vez más, no mostró ni una sola señal de ser la cenicienta de un grupo volcánico. El inicio tenía mala pinta para el Villarreal. Hasta que Pedraza arrancó la moto y Parejo abrillantó su varita mágica. Ellos encendieron el motor de un Submarino que se ha acostumbrado a vivir del descaro de Danjuma. Con ellos girando el juego hacia aquel barrio, la banda izquierda se ha convertido en un circuito de carreras. En la derecha, sin embargo, a Mario y a Yeremy se les hizo bola Ulisses García y Ngamalou. El 1-0 (36’) dio la vuelta al panorama con una magnífica jugada fabricada en la pizarra. Parejo botó un córner en corto, simplemente para entretener y despistar. Danjuma lo puso de nuevo a sus pies para que el hijo pródigo de Di Stéfano pusiera un centro medido en la cabeza de Mario, cuya misión era llegar al segundo palo, por sorpresa, para devolver el regalo a la olla. Allí Capoue remató un par de veces, con inquina, hasta convencer a su rival que el que de verdad manda en La Cerámica es él.

Fassnacht dio uno de los mayores sustos al Villarreal nada más comenzar el segundo tiempo. Rulli sacó una mano con dificultades. Ni Albiol ni Pau estaban pasando apuros, pero ni mucho menos una de sus noches más plácidas. La racha de resultados y la mala imagen de Mestalla hicieron mella en la pausa y confianza del equipo. Únicamente Parejo vive ajeno al estrés. El Young Boys fue creciendo. Y el Villarreal acomplejándose. Fassnacht empató en 55’ tras una falta lateral y un rechace de Rieder, pero el VAR echó un cable anulando el disgusto. Dos minutos después. Otra vez Rieder hizo temer lo peor. La reacción de Emery fue inmediata: Chukwueze y Trigueros dentro. Y el Villarreal ni con esas despertó. Le costó dominar, asociarse y llegar. A balón parado y poco más. De hecho, Albiol salvó el empate estrellándose contra uno de los postes al despejar. Emery vivía angustiado en la banda. Y la afición, por el estrecho margen rumbo a octavos y por él. La sentencia de Danjuma permitió el resoplido final.Y así, la comunión habitual de un equipo con el hambre intacta. Una paz que sólo unas urracas empoderadas se quieren cargar.

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