Un paseo hacia octavos

El Madrid de gala se pone serio en Tiraspol y se clasifica. Con un empate ante el Inter acabará primero. Marcaron Alaba, que se lesionó, Kroos y Benzema.

Luis Nieto
As
Difícilmente el Madrid iba a tropezar dos veces con una piedra del tamaño del Sheriff. Esta vez se lo tomó en serio y cumplió la misión de meterse en octavos sin sobresaltos. Para los de Ancelotti es el mínimo exigible. Para los moldavos, el máximo llegó cuando entraron en la fase de grupos. La Europa League, en la que seguirán, es un viaje de recreo. El Madrid no dio un curso de fútbol pero sí de prevención de riesgos. Resolvió en la primera parte y pasó la segunda en campo moldavo dejando correr el tiempo. Esta vez no necesitó a Vinicius en modo avión y le bastó medio Benzema. El lado oscuro del partido fue la lesión de Alaba. Los lamentos del Bayern por su marcha durante la semana explican lo bien que ha encajado en el Madrid.

Carlo Ancelotti lleva en el Madrid el tiempo suficiente como para saber que club y Champions son indivisibles. Así lo dejó escrito Bernabéu. El italiano levantó una y se ganó la gloria eterna y el regreso cuando parecían haber pasado los mejores días de su carrera. La Champions, en el Madrid, perdona o condena y con ella no se juega. Así que ante el Sheriff, capricho moldavo de un exagente del KGB y equipo número 68 del ránking UEFA, puso a los que hubiera alineado en la final de San Petersburgo porque aún quedaban brasas de la ida. En el Bernabéu se perdonó a Kroos y Modric por pensar en el futuro y dejó una de esas derrotas que le sirven a la UEFA para azotar a la Superliga en defensa, interesada, de la romántica diversidad que ofrece su Champions. En Tiraspol Ancelotti fue sobre seguro. Convenía pasar y no pensar en la Liga, que siempre ofrece más oportunidades de redención.

El Sheriff entró en el partido con la Europa League asegurada y tuvo un comportamiento inicial admirable, propio de quien lo tiene todo ganado y nada perdido. Esta vez colocó en punta a Traoré, que alterna el centro y la banda. Su velocidad supersónica vale para lo uno y para lo otro. Una pieza imprescindible en un equipo que manda en Moldavia y contragolpea en Europa. Avisó al Madrid con varios córners y algunos balones a la espalda de los centrales que no prosperaron. Nada relevante, pero en cierto modo fuera de guión. No era esperado que el equipo que se alimenta de menos pelota de toda la Champions empezara a hablarle de tú al más laureado de la historia.

Kroos sentencia

Esa engañosa igualdad resultó breve. A los 20 minutos el Madrid, al son de Modric y un Kroos fantástico, se había puesto en su papel. Dio los primeros pasos por la banda de Rodrygo, un extremo menos sonoro que Vinicius pero tan vertical como él. Suyo fue el primer disparo, rechazado por Athanaisadis, el paralotodo del Bernabéu. La segunda también la preparó, pero el cabezazo de Benzema se marchó alto. En cualquier caso, el Madrid es un equipo que disfruta al espacio y espesa en el juego posicional. Lo que no encontró en su dominio se lo dio un golpe de suerte. Casemiro forzó una falta al borde del área. Alaba la lanzó con poca gracia, al palo del portero, pero una barrera mal colocada y un pie inoportuno de Cristiano dejaron a Athanasiadis con el molde y al Madrid camino de los octavos.

No había necesitado mucho para verse ahí y tampoco se esmeró demasiado en ir más allá. Quedó la impresión de que no merecía la pena gastar mucho para asegurar el pase. Aun así, tuvo el 0-2 antes del descanso. Llegó hasta la línea de fondo Mendy y voleó alto Carvajal. Una conversación entre laterales, que le dan al Madrid mucho vuelo cuando se atreven. No ha sido frecuente en los últimos tiempos.

Incluso tomándose un respiro el Madrid era ya abrumadoramente superior. Los milagros de un día (el de los moldavos en Madrid) no hacen proyectos de un año. En el descuento de la primera mitad Kroos le arrancó definitivamente la estrella al Sheriff con un supergol, un remate de derecha colocado a la escuadra que necesitó el plácet de la tecnología de gol para llegar al marcador.

La lesión de Alaba

Ahí acabó todo. El Madrid, a partir de entonces, alfombró su victoria en una posesión exagerada de la pelota en campo contrario y en un buen aprovechamiento de sus oportunidades. En esa dinámica apareció Benzema para cazar una pelota al borde del área y sin apenas impulso la mandó a la red. Quién hubiera dicho hace una década que ahí había un matador de ese tamaño.

El 0-3 dio paso a la política. El ucraniano Vernydub cambió a sus tres mediapuntas más para contentar a los suplentes que para darle un volantazo imposible al partido. Y Ancelotti, que también es de carrera diplomática, metió a Marcelo. Mendy tenía una tarjeta y eso justificaba el cambio. Después se fueron Carvajal y Alaba, este lesionado. Una mala noticia con consecuencias. A esa defensa nueva le hizo tres ocasiones el Sheriff en la misma jugada para establecer la frontera entre titulares y suplentes.

Ancelotti completó los cambios tarde, visto el panorama, y esta vez no le tocó a Isco para evitarse otra cara de chupar limón. Pero ahí siguieron Kroos y Modric, manifiestamente dosificables. Los necesitará ante el Inter, ante el que un empate vale para entrar en el bombo de los tiburones.

Entradas populares