Un equipo a la deriva: el análisis del empate de Boca

Battaglia lo hizo: a una semana de la final de la Copa Argentina, Boca no tiene equipo y está fuera de la Libertadores por tabla anual. Volvió a armar mal el 11 inicial y cuando reaccionó ya era tarde.


Boca Campuzano
Si Boca es un club por naturaleza autodestructivo, acaso Battaglia sea el mejor exponente de esa característica. Lo que hizo con el equipo no tiene ninguna explicación racional posible. Ya había dado un paso en falso contra Independiente, con la discutible decisión de meter siete cambios con respecto a una formación que había hecho dos buenos partidos, y contra Newell's repitió el error. El 11 inicial fue cuanto menos sorpresivo. Otra vez un 4-3-3 que ya ha dado muestras suficientes de que no funciona, acéfalo de conducción: ni Almendra ni Ramírez son primera guitarra, y Salvio y Zeballos son dos gambeteadores que pueden desnivelar en el uno contra uno y generar peligro con desbordes pero que no están para armar juego. Qué hicieron Villa y Cardona para perder sus lugares es algo inexplicable (si es por inconducta, ya los deberían haber echado, pero ambos fueron sobreseídos). Cuándo Pavón pasó de ser titular al cuarto en la lista de los extremos, tampoco se sabe. La única variante lógica de las tres que metió el DT respecto de los que firmaron planilla el domingo pero se ahogaron en la orilla es el de López por Zambrano -que jamás hizo nada para ganarle el puesto.

Ese Boca que terminó acorralando a Newell's con Villa, Pavón, Vázquez y Cardona, metiéndole tres situaciones claras en seis minutos, había sido una caricatura de sí mismo un rato antes. La bicicleta de Zeballos se convirtió en triciclo (no ganó una) y a Vázquez jamás le llegó la pinchadita. Salvio apenas pudo desequilibrar con un cabezazo. Y lo más claro de un primer tiempo oscuro terminó siendo Fabra por habilidad y potencia. Le faltaron sus habituales socios/compatriotas. Y en este punto, por si quedaba alguna duda, Cardona demostró en 20 minutos que el equipo tiene una absoluta dependencia de su fútbol. Más allá de lo que el club haga con él después de fin de año, mientras esté y se muestre con este nivel y compromiso, debe ser titular. Lo de Villa es parecido, sobre todo hasta que Salvio vuelva a reconocerse cuando se mire al espejo.

A una semana de la final, Boca no tiene certezas. Ni tiene un equipo titular. Y tampoco tiene un técnico confiable. El camino más seguro a la Copa era la sumatoria de puntos en este torneo, y así como en su momento Battaglia había recuperado en la tabla a un equipo hundido, ahora volvió a sumergirlo con sus dudas, con sus errores, con su criterio difuso, con su falta de experiencia y -dicen puertas adentro- con su carencia absoluta de liderazgo. Su Boca es, hoy, un equipo a la deriva que sacó un punto de los últimos seis y depende de otros para clasificar en la tabla general. ¿Puede salir campeón de la Copa Argentina? Claro. A un partido, puede pasar cualquier cosa. Pero eso no genera ninguna ilusión. El futuro es incierto, irreal, una ficción lejana. Una ruleta rusa con demasiadas balas en el tambor.   

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