SEVILLA 2 - WOLFSBURGO 0 / A Salzburgo con casta y coraje

Un Sevilla sin brillantez pero muy esforzado y sufridor derrota al Wolfsburgo y alimenta sus esperanzas de clasificarse para octavos. Necesita ganar en la última jornada.

José A. Espina
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En un noche de mucho sufrimiento, de ésas que tanta gloria le han dado al Sevilla en otros escenarios y época del año, Nervión vibró con su gente en la primera victoria de esta fase de la Champions, que deja el grupo G ardiendo. El equipo de Nervión, tercero tras el triunfo del Lille ante el Salzburgo, queda casi las mismas opciones de pasar a octavos como primero de grupo que incluso de acabar como cuarto. Más allá de cualquier cábala hay un hecho cristalino: si gana en Austria estará seguro en la siguiente fase de la competición.

Matizó el descaro con el que ha iniciado su andadura en el Wolfsburgo el habitualmente audaz Florian Kohfeldt, que colocó al pivote defensivo Guivalogui por delante de una defensa de cuatro. Quizá, un intento de igualar la presencia en el centro del campo del Sevilla, que pese a ese movimiento saltó al césped en plan dominador. Papu Gómez se metía por dentro y daba superioridad en el medio a los nervionenses, y fue el menudo centrocampista argentino el primero que avisó con un disparo cercano que se quedó en las piernas de la zaga rival antes de alcanzar la meta de Pervan.

La baja del titularísimo Casteels bajo los palos obligó al estreno del guardameta bosnio-austríaco, que no había jugado un solo minuto aún esta temporada. Koundé lo puso a prueba en un córner, con un cabezazo franco pero demasiado centrado y Joan Jordán, más cerca aún, lo batió en plancha (1-0, 12') gracias a un magnífico centro de Ivan Rakitic. El croata ha renacido y parece otro futbolista en el último mes: goleador, asistente y por momentos hasta mandón.

Con la obligación del resultado, el Wolfsburgo intentó estirarse. Casi empata el internacional alemán Lukas Nmecha, pero entre Bono y el larguero resolvieron el que prácticamente fue único acercamiento reseñable de los visitantes antes de alcanzar el descanso. Y al vestuario se llegó con más igualdad en la posesión pero la sensación, no concretada, de que el Sevilla podía alargar su ventaja al contragolpe.

Una sensación que en medio del miedo al empate no se materializó hasta el último suspiro del descuento kilométrico que decretó el turco Çakir. Lo logró Rafa Mir (2-0, 97'). Antes, guerra de guerrillas, poca decisión en el remate (que tanto está penalizando al Sevilla) de Papu, Munir y el propio Mir, alguna polémica arbitral y sobre todo mucha casta y mucho coraje en medio de otro delirio europeo, aunque éste, lejos de los títulos, solamente sirva de momento para alimentar de verdad una esperanza.

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