Sebastián Battaglia, en medio del fuego cruzado, respondió sobre las llamativas ausencias en Boca
El entrenador dijo que Villa, Cardona y Zambrano no fueron titulares ante Newell’s a causa de una intoxicación; desmintió una pelea
Tras la desilusionante derrota ante Independiente, Boca acumuló otro encuentro sin marcar goles. La ineficacia es consecuencia directa de su bajo nivel, no de la falta de fortuna con que a veces castiga el fútbol.
Últimamente, las mayores sorpresas de Boca provienen más de la formación que de lo que produce futbolísticamente en el campo. Sebastián Battaglia hacer girar la rueda de las rotaciones, en una búsqueda que corre el riesgo de la desorientación. Se dificulta la explicación de por qué ingresan algunos o salen otros. Varios jugadores hacen viajes de ida y vuelta entre el banco y la titularidad, cuando no quedan fuera de la convocatoria. Entre experimentados y jóvenes, el plantel de Boca tiene una amplitud a la que Battaglia no le encuentra el punto justo.
Al final del partido, Rojo, uno de los caudillos, le echó un manto protector al entrenador: “El nivel en el plantel es muy parejo, los cambios no modifican nada. Battaglia busca que todos tengan ritmo”.
Si ante Independiente había sorprendido con una alineación demasiado experimental, esta vez Battaglia se salió de las previsiones al quitar a tres jugadores que habían participado del último ensayo táctico e iban a estar en el partido suspendido el domingo por la lluvia: Edwin Cardona, Sebastián Villa y Carlos Zambrano.
En el clima enrarecido que vive Boca desde hace tiempo, un rumor se diseminó rápidamente: los dos colombianos y el peruano habían ido al banco a causa de un acto de indisciplina. Durante el encuentro con Independiente, un cortocircuito quedó a la vista de todos, cuando Cristián Pavón fue reemplazado y en el banco, enfurecido, pateó una botella, ante la molestia de Zambrano, que se lo recriminó y provocó una discusión.
Un 0-0 que dejó poco y nada
Tras la igualdad, Battaglia salió al cruce de los trascendidos: “Desmiento totalmente que hubo una pelea entre los integrantes del plantel. Cardona, Villa y Zambrano tuvieron una intoxicación, por eso hicimos los tres cambios. Iban a jugar, pero a la mañana nos encontramos con esta complicación. Nada que ver con una pelea. Se instala cada cosa, que si debemos salir a aclararlas, no podríamos vivir”. La indisposición no fue tan importante como para impedir que Villa y Cardona ingresaran en el segundo tiempo. Zambrano también estuvo en el banco, pero Battaglia prefirió que no hiciera los ejercicios de calentamiento. No hace mucho, tras la derrota ante Gimnasia en la Bombonera, Battaglia se encontró con la sorpresa de que Juan Román Riquelme hizo bajar al plantel del ómnibus para darle una charla en el vestuario.
Estos volantazos le restan al equipo ensamble, continuidad y confianza. No se termina de asentar una base, a partir de la cual se pueden introducir variantes o retoques de acuerdo con las exigencias del rival o necesidades puntuales del partido. Frente al ordenado y criterioso Newell’s salió con un 4-3-3 sin conexión entre las líneas ni progresión a través de una cadena de pases.
Sin una clara idea de juego ni jugadores que se encontraban, Boca se resumió en el primer tiempo a las proyecciones de Fabra, que a sus destrezas técnica le sumó un impetuoso despliegue.
Pronto, Boca se repitió en centros. Pudo desnivelar con un cabezazo de Salvio que despejó Macagno, pero la mayoría de esos envíos facilitaron la tarea de Newell’s, que tenía bien controlado a Vázquez.
Newell’s, que en el calentamiento previo se quedó sin Scocco por una molestia muscular, achicaba bien los espacios en su campo. Y aunque contraatacaba poco, en el primer tiempo generó la situación más clara, con una triangulación, desborde y la definición de Garro que desvió Rossi, uno de los pocos que puede sentirse seguro en su puesto, junto con la dupla central Izquierdoz (ausente por suspensión) y Rojo.
La multitud que volvió tras soportar el domingo el aguacero y la suspensión no era compensada por Boca con un buen rendimiento. El incesante aliento le empezó a hacer lugar a la impaciencia por la imagen desdibujada del equipo. Newell’s estaba cómodo, podía prolongar la versión más solida y ordenada que le otorgó la conducción interina de Adrián Taffarel.
Los cambios se insinuaban necesarios en el entretiempo, pero Battaglia se tomó unos minutos más, hasta que hizo ingresar a Villa, primero, y a Cardona, más tarde. La urgencia por ser más profundo no podía descuidar el capítulo defensivo, ya que Newell’s había vuelo a inquietar con una llegada de Giani que neutralizó Rossi.
Con Cardona, Boca al menos tuvo a alguien capaz de encontrar al compañero mejor ubicado y de dar la clase de pase que limpia la jugada. En la zona central, Campuzano se encargaba de las coberturas e imprimir dinámica en la salida.
Las mejores ocasiones de Boca llegaron en el final, cuando los nervios y los apuros le quitaron precisión. Bajo presión, Boca también fallaba. Un cabezazo de Rojo dio en un poste y a Ramírez le falló la puntería en una entrada por la derecha. Boca había regalado el primer tiempo y en el segundo no disimuló la impotencia. El camino a la Libertadores se le hace tan incierto como tortuoso.