Las dos caras de Gareth Bale

El galés lleva otra vida cuando acude a jugar con su selección, empeñado en pasar a la historia y coger el testigo de John Charles.

Marco Ruiz
As
El 26 de mayo de 2006, un Bale muy distinto al que conocemos ahora debutó con Gales. Lo hizo de la mano de Toshack, ante Trinidad y Tobago, batiendo todos los récords de precocidad (con 16 y 315 días). Su recorrido en el fútbol de élite aún era una incógnita. Su destreza física y con el balón tenía un pero: su escasa masa muscular. Quizá por eso Wenger y Ferguson dudaron de él cuando pretendieron ficharle antes de ese debut. Entonces, Bale militaba en el Southampson. Fue el Tottenham quien ofreció primero cinco millones, luego 10, y se llevó un proyecto de futbolista que terminó vendiendo al Madrid por 101 millones de euros... “De repente se convirtió en un peso pesado de boxeo...”, reconoció Ferggie con el tiempo.


Desde aquel tempranero debut con Gales, el madridista ha priorizado su selección a cualquier otro aspecto de su carrera. Educado en la cultura del sentimiento de pertenencia a la nacion galesa en su época del Whitchurch High School (de su promoción son también la estrella del rugby Sam Warburton y el ciclista Gerain Thomas, medallista olímpico y ganador del Tour), Bale ha cogido por derecho propio el testigo que dejó para el fútbol local John Charles. Apodado el Gigante Bueno, Charles formó un tridente histórico en la Juventus junto a Sívori y Boniperti y, antes de la irrupción de Bale, era el héroe de Gales por haber llevado a su selección a jugar un Mundial (el de 1958, en el que Gales, además, llegó a cuartos para caer ante Brasil).

Cuando Bale fichó por el Madrid, la federación de su país ideó un plan para que él liderada una nueva era. La inversión realizada ha dado sus frutos, pero no tantos como para que Gales volviera a jugar un Mundial. Se quedó fuera del de Rusia por poco. Al menos, Bale clasificó a Gales para jugar dos Eurocopas, y en la de Francia’2016 llegó a unas históricas semifinales. Ahora, a sus 32 años, lucha por meter a su selección en el Mundial de Qatar. Conseguirlo de manera directa es casi una quimera. Gales debería ganar los dos partidos que le quedan ante Bielorrusia y Bélgica, y que Bélgica perdiera uno de los dos que tiene pendientes. Con todo, Bale tiene la repesca casi asegurada (consiguiendo cuatro puntos o vía Liga de las Naciones).

“Desde el primer día que le conocí a él y a su padre, nos dijo lo especial que era Gales. Cuando hablamos con él, tenía la posibilidad de jugar para Inglaterra. Y dijo: ‘¡Nunca vuelvas a decir eso si quieres ser mi agente!’. Es un fanático de Gales. Si llega a la Copa del Mundo, creo que será su gloria suprema”, admitió Barnett hace días en Inglaterra.

En el Real Madrid ya se asume con normalidad que Bale priorice Gales al Madrid. Vuelve a jugar con los dragones después de una lesión y sin haber jugando un minuto con la camiseta blanca. “Tiene el alta competitiva y nos viene bien que se ruede”, se resignaba Ancelotti, que prefiere mantener las formas con el jugador, a sabiendas de que, en forma, hay pocos de perfil tan afilado en ataque como el suyo en la plantilla.

A Bale le cambia la cara cuando está con sus compañeros de selección. “Se le ve en una gran forma. Siempre está en el gimnasio haciendo cosas y manteniéndose en forma. Es muy particular en lo que come. Cuida su cuerpo y está en buena forma”, le defendió ayer el portero Hennessey, además, uno de los mejores amigos de Bale. “Todos sabemos que ha sido un jugador de talla mundial, es difícil de expresar con palabras lo que significa jugar con él”, concedió Allen... Es Bale. El sábado, ante Bielorrusia, jugará su partido 100. Lo hará 15 años después de aquel histórico debut de la mano de Toshack.

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