La batalla de la 'Madonnina' acaba en tablas
Milan e Inter empataron a uno en un derbi muy intenso. Los nerazzurri se adelantaron con un penalti de Calhanoglu y fallaron otro con Lautaro. De Vrij firmó el 1-1 en propia puerta.
Era el primer derbi della Madonnina con público desde el comienzo de la pandemia, y los 60.000 del Meazza no pudieron celebrar su regreso mejor. Había un ambiente increíble, volvieron sus cánticos y también sus tifos. Los nerazzurri presumieron del scudetto conquistado en mayo, mientras que sus ‘primos’ homenajearon a los héroes que lucharon contra el covid en los hospitales, bajo el lema "Milán no olvida". Fue la manera perfecta para pasar página ahora que el fútbol de verdad ha vuelto.
Los de Inzaghi salieron de inicio con su once de gala, mientras que Pioli tuvo que renunciar a Maignan, Romagnoli (lesionados), Theo (sancionado) y dejó en el banquillo a Saelemaekers, utilizando a Brahim, Krunic y Leao a espaldas de Ibra. Hubo polémica enseguida, cuando Calhanoglu le robó la cartera a Kessié y chocó con él en el área. Para el árbitro fue penalti, y el turco quiso lanzarlo, justo bajo el fondo de los milanisti, para los que ya es un “enemigo”, como Donnarumma. El jugador ayer lanzó un mensaje de paz con una foto en la que llevaba ambas camisetas, pero eso se quedó en las redes sociales: materializó la pena máxima y, después, provocó a su exhinchada con las manos en las orejas, pidiendo más pitos.
La intensidad era enorme y las ocasiones llovían en ambas áreas, así que el empate fue inevitable y llegó rápidamente. De Vrij desvió en propia puerta una falta de Tonali intentando anticipar a Tomori, que celebró el gol como si fuera suyo. Entendible.
El Inter fue mejor en la fase final de la primera parte, pero no tuvo puntería. Darmian forzó otra pena máxima por una estirada de Ballo-Touré y esta vez quiso lanzarla Lautaro: Tatarusanu la neutralizó con un paradón. Después, el mismo Ballo-Touré quitó de la línea de gol un disparo de Barella y argentino falló otra gran oportunidad con un chut que rozó el poste.
Los de Inzaghi empezaron bien la reanudación, pero perdieron fuelle con el paso del tiempo y, sobre todo, cuando Barella y Dzeko tuvieron que abandonar el campo, sustituidos por Vidal y Correa. El Milan acabó el partido in crescendo e hizo méritos para el gol del triunfo: Handanovic se lo negó a Ibrahimovic y el poste hizo lo mismo con Saelemaekers, que se sacó de la chistera un gran remate desde fuera del área. El empate, leyendo las estadísticas, fue justo. El Milan sigue al mando del Calcio con los mismos puntos del Nápoles y siete más que el Inter, que en la próxima jornada recibirá justo a los azzurri. La batalla por el scudetto promete.