La banda de Julián: Álvarez conduce a River hacia el título con un fútbol que no tiene techo
El delantero anotó cuatro goles en el 5-0 sobre Patronato y potencia la marcha del equipo de Gallardo hacia la coronación
Álvarez tiene 31 goles en solo 90 partidos oficiales en la primera división de River desde su debut en 2018, pero juega como si fuese un futbolista de vasta trayectoria y experiencia. Su maduración se fue dando a fuego lento, tal como le gusta trabajar al entrenador Marcelo Gallardo con los jóvenes de las inferiores. Entre 2019 y 2020 fue una alternativa de recambio y el DT lo fue moldeando a su gusto en las prácticas y las pretemporadas. Y en 2021 explotó todo su potencial para ser el delantero que es hoy: un número 9 que juega libre, intimida a los defensores rivales y puede ocupar cualquier posición del frente de ataque.
Con potencia física, visión de juego, inteligencia para decidir, técnica individual, exquisita definición y pases y controles que le hacen ganar siempre tiempo y espacio, su nivel es muy completo. Porque además es el primer defensor al mostrar un empeño intachable para presionar y recuperar la pelota. Nunca resigna una jugada. Entrega todo hasta el final. Y eso también es parte de su crecimiento: puertas para adentro, en el cuerpo técnico y el plantel siempre destacan el profesionalismo y el compromiso del cordobés para crecer. Es el alumno perfecto.
Anoche necesitó solo 11 minutos para marcar sus primeros tres tantos y alcanzar el sexto puesto en el ranking de goleadores del ciclo Gallardo al igualar a Nacho Fernández con 31 festejos. Tras la apertura del marcador de Agustín Palavecino, el delantero se encargó de liquidar el partido. Primero, a los 29, aprovechó un rebote del arquero Matías Ibáñez y convirtió el 2-0. Luego, a los 37, le robó la pelota de los pies a Ibáñez y definió con el arco a su merced. Y a los 41 estampó el 3-0 con un cabezazo en soledad tras otro rebote del arquero luego de un remate de Palavecino. Ya en el segundo tiempo, a quince minutos para el final, definió de zurda en el área tras una asistencia de Jorge Carrascal. Noche premium. De exportación.
En otro partido en el que River jugaba con la presión del triunfo de Talleres contra Godoy Cruz, el nacido en Calchín volvió a tener una actuación para seguir sonando en las mejores vidrieras del fútbol europeo: Milan y Bayer Leverkusen están tras sus pasos y el mes pasado enviaron emisarios al Monumental; Ajax y Aston Villa ya tuvieron reuniones con su representante en el último mercado; y ahora también Inter, Real Madrid, Fiorentina aparecen como otros interesados. Por cada 90 minutos que disputa, su pase vale un poco más. Hoy su cláusula de salida es de 25 millones de euros y la CD millonaria ya trabaja para renovar hasta 2024 su contrato que vence en diciembre de 2022.
Pero, pese a eso, no hay desesperación: en el entorno del jugador aseguran que el deseo de emigrar a Europa está latente, pero se analizarán muy bien las propuestas que lleguen y no se forzará una salida. El delantero no tiene apuro porque entiende que su presente en River difícilmente lo pueda lograr en otro equipo y, como pieza fija de la selección nacional, puede pelear por un lugar en el Mundial de Qatar 2022.
Con su fútbol, River se lució, brilló y demostró por qué hace 15 partidos no pierde con 12 triunfos y tres empates para ser el único líder de la Liga Profesional. En ese contexto, la mala noticia fue la lesión en la rodilla derecha que sufrió Felipe Peña a los 48 segundos de juego tras una caída y un mal movimiento. El defensor central de 20 años se retiró llorando de forma desconsolada en su noveno encuentro en primera por una situación que en las inferiores también lo tuvo a maltraer: entre 2016 y 2017 se rompió los ligamentos de sus dos rodillas. Y la segunda vez también fue al minuto de juego en su primer partido tras la recuperación de la primera operación. Un doloroso karma para el juvenil, que se hará estudios para conocer la gravedad.
Pese a ese mal trago, la noche de Julián fue demoledora e inspiradora. A los 21 años, tiene el ataque del equipo cargado en sus espaldas y el peso parece resultarle liviano. Juega y hace jugar. Se divierte. Sonríe. Disfruta cada vez que entra en contacto con la pelota. Corre y flota en el aire. Y con él, todo Núñez vive un momento de deleite. A cinco fechas del final de la Liga y con el sueño del título muy firme, Álvarez hace a River cada vez más imparable.