KIEV 0-BARCELONA 1 Ansu gana su primera final

Un gol del canterano salvó al Barcelona en un momento crítico. El equipo blaugrana salvó la pelota de partido que se jugaba en Ucrania y vuelve a competir.

Santi Giménez
As
Ansu Fati ganó su primera final para el Barcelona en Kiev en un partido que solo lo recordarán los muy barcelonistas. La victoria no aporta palmarés, pero salva (momentáneamente al menos, muchas cosas). Ansu marcó el gol de Bakero en Kaiserslautern, pero en versión marca blanca. Un gol que vale un triunfo que permite al equipo blaugrana clasificarse matemáticamente para los octavos de la Champions si gana al Benfica en el Camp Nou el próximo 23 de noviembre. El equipo que agonizaba revivió en Kiev sufriendo hasta el descuento.

Ante una situación crítica, el Barça tenía dos opciones: o salir con miedo o salir con grandeza. Lo primero existía y lo segundo es una característica a recuperar que el equipo de Sergi trató de recuperar en una puesta en escena muy animosa que se dio de bruces ante su incompetencia en los metros finales.

Salió el equipo blaugrana tratando de intimidar a los rivales a base de presionar a los ucranios, que en los primeros diez minutos de partido apenas pasaban de medio campo. Pero toda esa buena voluntad se disipaba en los metros finales, donde las ocasiones del Barça se resumían en el intento. Se hartó el conjunto catalán de llegar un segundo tarde a sus ocasiones y cuando llegaba (tarde) disparaba a las piernas de los defensas. El dominio se resumía en ‘casi ocasiones’.

Este escenario envalentonó al Dinamo, que vio que el Barça ladraba mucho, pero no mordía en absoluto y a partir del minuto 20 empezó a lanzar contragolpes que volvían a retratar uno de los grandes defectos del este Barça: con muy poco le hacen mucho daño, pero esta vez, Ter Stegen apareció para evitar que el primer disparo a portería del rival, en este caso De Pena, fuera dentro.

Shaparenko desperdició otra ocasión a la contra y al Barça le entraron las dudas. La grandeza del principio se había perdido y ante el miedo ya sólo quedaba el esfuerzo. En este punto, al equipo no se le puede negar empeño, pero la torpeza en los metros finales desbarataba cualquier tarea anterior, como cuando Memphis rechazó un cabezazo de Nico que iba a gol.

La segunda parte se presentaba como una lucha entre la efectividad perdida y la confianza añadiéndole una lucha contra el cronómetro. El Barça se enfrentaba a 45 minutos determinantes en los que se jugaba muchas cosas. Siguió el equipo insistiendo en su esfuerzo y en su inoperancia al finalizar. Parecía que no había manera de marcar, ni siquiera cuando se señaló un penalti a Ansu, que el VAR corrigió. Este chasco pudo ser fatal para el Barça, que sin embargo siguió porfiando y tras el enésimo centro de Mingueza al área, Ansu cazó ese balón que llevaba 70 minutos buscando para fusilar a Buschan.

El ritmo del Barça coincidió con la entrada en el campo de Demebélé, que aportó una amenaza al rival que hasta ese momento era inexistente. El tanto de Ansu puso de nuevo al equipo blaugrana a dudar entre la grandeza y el miedo. Quedaban 20 minutos de calvario. Y sí, no se podía saber, al Barça le temblaron las piernas y tuvo que aparecer Ter Stegen para evitar el empate en el 81 ante un Dinamo ya desmelenado que llevó al Barça al límite de la agonía.

Se defendió el Barça y logró llevarse tres puntos que combinados con la derrota del Benfica en Munich dejan a los catalanes dependiendo de si mismos para pasar ronda en la Champions tras pasar un calvario que solucionó Ansu Fati en una acción de rescate memorable.

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