Fórmula 1. Max Verstappen, el dueño de una largada memorable para olvidar el sábado negro
El neerlandés ensayó un doble adelantamiento sobre Lewis Hamilton y Valtteri Bottas en la Curva 1 y, desde ahí, marcó el pulso y festejó en el Gran Premio de México; abrió a 19 puntos la ventaja en el campeonato
Nadie frenó más tarde que Verstappen en el circuito Hermanos Rodríguez, de la Ciudad de México. Una vez que se apagó el semáforo de cinco luces rojas ejecutó esa maniobra arriesgada y a la vez medida, la que le hizo tomar el control de la carrera y cabalgar hacia la bandera a cuadros. Como si lo que ensayó fuera en contra de lo que pensaba, tras la caótica clasificación, con los despistes de Yuki Tsunoda (Alpha Tauri) y de su compañero Sergio Checo Pérez como actores de esa desconcentración que debilitó su vuelta y le hizo caer en el cronómetro. El desborde, a través de la comunicación por la radio, evidenció el descontento, aunque culpar al japonés resultó una descarga innecesaria y desmedida. Para agitar el “Sábado Negro” ya estaban su jefe Christian Horner y el despiadado asesor Helmut Marko, que acusaron a Tsunoda de terminar con la opción de señalar la pole.
Nadie imaginó más ese movimiento de partida que Verstappen, que sacó rédito de las partículas de suciedad que descansan sobre los cajones pares de la grilla -donde largó Hamilton- y del rebufo que podía tomar largando por detrás de Bottas. Todo encajó de modo ideal para el RB16B, que se pegó a la cola del alerón trasero del auto del finlandés y una vez que se desplazó al exterior estiró la frenada, mientras los dos pilotos de las Flechas de Plata titubeaban entre el respeto para que el británico tomara la delantera, la indecisión de Bottas por controlar el borde externo y el escaso margen que la situación le dejaba a Hamilton para lanzarse por el sector de menos grip y que la jugada no terminara en una carambola. “Tenía que intentar frenar lo más tarde posible para luego centrarme en mi ritmo”, le señaló MadMax a David Coulthard, ex piloto de RBR y de Mercedes, que entrevistó a los pilotos del podio para la señal de televisión de la Fórmula 1.
Nadie tenía en sus planes una genialidad como la que lanzó Verstappen, que además en un puñado de giros estableció una diferencia indescontable. “Son más rápidos que nosotros”, advertía Hamilton, al cumplirse un tercio del recorrido, a su ingeniero Peter Bonnington, mientras el rostro de Toto Wolff -el jefe de Mercedes- entendía que Red Bull Racing volvería a celebrar en ese circuito y con Verstappen, como en 2017 y 2018. La misión en la escuadra de Brackley se redujo a conservar la segunda plaza, a batallar con Checo Pérez, el escudero del neerlandés, que no logró superar a Hamilton y así elevar al primer puesto del Mundial de Constructores a RBR, aunque se contentó por convertirse en el primer piloto mexicano en marcar un podio en su país.
Nadie conjuga tanta ansiedad y aplomo como Verstappen, que en una misma frase es capaz de expresar la euforia y la serenidad que lo invade. Nunca antes en sus siete temporadas en la F.1 demostró ser tan rápido y eficiente. “Pinta bien, pero también puede cambiar rápido. Todavía queda un largo camino por recorrer. Ahora estoy deseando llegar a Brasil -escenario de la próxima carrera, el 14 de noviembre-, porque de ahí también tengo muy buenos recuerdos”, relató el neerlandés, ganador en San Pablo en 2019, la última vez que el Gran Circo visitó el autódromo de Interlagos. Hamilton, que saludó con deportividad al ganador, olvidándose de algunas declaraciones cruzadas y de los mensajes incandescentes que lanzan Wolff y Horner sobre el desenlace del campeonato, no buscó excusas en su análisis: “Hay que felicitar a Max, su auto fue muy superior este fin de semana. No pudimos hacer mucho, aunque disfruté de la carrera. La batalla que mantuve en el final con Sergio [Pérez], demuestra lo rápido que fueron los autos de Red Bull. Por suerte tuve esa clase de presión en el pasado y esta vez fue fácil gestionarla”.
Nadie puede leer el futuro, aunque Verstappen enseñó que RBR tiene el auto más relevante del calendario y que su convencimiento es determinante para soñar con romper con la hegemonía que impusieron Hamilton y Mercedes desde 2014. La estadística refleja que ganó la mitad de las carreras y que casi doble la cantidad de victorias de su perseguidor, el piloto que en esta temporada asoma como el eterno segundo en un calendario que tendrá continuidad en Sudamérica para luego desembarcar en las tres citas de Medio Oriente.