El belga cree que ambos clubes compran jugadores
caros, pero se gestiona de una forma bien diferente el talento. Observa
un orden y unas reglas, a diferencia del PSG.
De Bruyne ha tenido a todos los clubes a sus pies, pero
decidió seguir en el City. El belga explica que su club es comprador,
invierte mucho dinero, pero que no lo hace con el afán de amontonar
cromos. Todo tiene un orden y un concierto, algo que no contempla en el
PSG. Deja una crítica a cómo conforma el club francés sus plantillas, a
tenor de los episodios que han ido dejando muchos de sus jugadores. La
gestión de los egos puede ser más fácil si se hace un trabajo previo
por parte del club, antes de decidir si se ficha o no a un jugador. No dice nombres, pero es evidente que tiene varios en mente al hablar.
"Nuestro
grupo es fácil de manejar, no hay 'prima donnas' y eso es muy
importante. Cuando hay demasiados personalidades diferentes, los
problemas aparecen rápidamente. Aquí a nadie le gusta estar en el
banquillo, pero todos quieren lo mejor para el City. Nuestros
directivos buscan a los mejores jugadores, pero también investigan sobre
la vida personal, sobre cómo se comporta un jugador con los demás.
Saben cómo crear un grupo. Es un poco diferente de lo que se hace en el
PSG, es otra filosofía, aunque eso no significa que sea mejor. Me siento afortunado de poder crecer con este equipo", señala.
El belga también cuenta algún secreto personal, como por qué tiene
ese gran toque de balón con su pierna izquierda, la mala, en teoría. Es
curioso y divertido. Cuenta que los vecinos se quejaron a sus padres
porque de niño jugaba en el patio y, chutando, los tiestos eran víctimas
de sus potentes disparos con la pierna derecha. Así que le pidieron que
jugara con la pierna izquierda, para darle un respiro a las plantas.
Así, poco a poco, fue adquiriendo su habilidad actual con el otro pie,
ambidiestro prácticamente.