Cuando Pirlo pudo ser atlético

El club rojiblanco se reforzó en 2002 con Albertini, Javi Moreno, Contra, Coloccini y José Mari desde el Milan. El nombre del centrocampista estuvo sobre la mesa.

Sergio Picos
As
Hagamos memoria. Corría el verano del año 2002 cuando el Atlético, eufórico tras conseguir a la segunda su ansiado ascenso de vuelta a Primera División, buscaba refuerzos en todas sus líneas para no volver a vivir una caída al infierno de tal calibre como la del curso 1999-00.

Con Fernando Torres destinado a ser el gran emblema colchonero del futuro y ya del presente, tras una buena temporada acompañando a Diego Alonso arriba, el conjunto colchonero comenzó a perfilar una plantilla con la llegada de futbolistas como Luis García, Émerson, Stankovic… y un enorme trasiego de jugadores con el Milan. El Atlético aprovechó sus buenas relaciones con el equipo italiano para sumar a sus filas a Javi Moreno, Cosmin Contra, Fabricio Coloccini, José Mari y Demetrio Albertini.

Cinco caras nuevas desde Milán, aunque las tres últimas como cedidos por una temporada, la de asentamiento de vuelta a Primera. El club italiano había puesto los ojos en el Alavés que cayó en la final de la UEFA (2001) por un Gol de Oro contra el Liverpool (5-4) y había firmado a Javi Moreno y Contra desde el equipo babazorro. Pero ninguno de los dos logró esa misma versión en Italia, por lo que después de un único año en la Serie A se les buscó una salida de vuelta a LaLiga traspasados al Atleti.

Coloccini, que había jugado en el propio Alavés cedido un año antes, llegaba al Atlético como un joven central con mucho futuro, José Mari regresaba al club del que había salido en enero del año 2000 como el segundo español más caro del siglo XX antes de consumarse el descenso y un Albertini ya veterano era el tercer cedido después de ir perdiendo su hueco y minutos en el centro del campo rossonero. Todos acabaron siendo importantes en el equipo y teniendo participación con Luis Aragonés. El propio Albertini hizo el gol del empate en el último minuto del primer derbi contra el Real Madrid enmudeciendo el Santiago Bernabéu con un gran lanzamiento de falta y estuvo a punto de quedarse finalizado su préstamo.

Mirando en retrospectiva, algo curioso de aquella operación fue que hubo un sexto nombre sobre la mesa para ampliar aún más la lista de jugadores que volaban desde Milán a Madrid. Y ese nombre era el de Andrea Pirlo, asentado años después como uno de los mejores centrocampistas del fútbol italiano y que vistió la camiseta de Inter, Milan y Juventus con un fútbol de una técnica exquisita y una precisión mágica. Pero, por aquel entonces, no tenía semejante importancia ni calado en el conjunto italiano, en el que sólo llevaba un año.

El 4 de julio de 2002, AS explicaba que la entidad atlética recibía la comunicación del Milan haciendo el ofrecimiento de José Mari, Albertini y Pirlo. Los tres como cedidos, pero “los dos primeros eran los que más gustaban” y los que acabaron llegando a vestir la camiseta rojiblanca. La vía de Pirlo siguió abierta hasta el final del mercado, una vez se hubo rematado la suma de los otros cinco nombres del Milan. AS explicaba el 8 de agosto que el Atlético seguía pendientes de los descartes rossoneros y que el gran sueño de Futre, por entonces director deportivo, era poder incorporar a Rui Costa, además de tener sobre la mesa los nombres de Pirlo o Serginho. Finalmente, no se produjo nada de ello.

Pirlo, que en su primera temporada en el Milan había participado en 29 partidos, sólo 13 como titular, acabó quedándose después de no llegar a acordarse ninguna cesión y en esa temporada 2002-03 se produjo su consagración en el equipo italiano. Acabó disputando 42 encuentros, 33 como titular en una posición más avanzada que en el final de su carrera y como mediapunta consiguió nueve goles. Pirlo ganó esa Champions en 2003 como titular (el Milan se impuso en penaltis a la Juventus) y el Atlético y LaLiga se quedaron sin ver, por lo menos un año, a uno de los grandes centrocampistas del siglo XXI. Una de esas noticias que parecen inexplicables tantos años después.

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