Científicos podrían haber encontrado la hora perfecta de dormir para mantener el corazón sano
El estudio analizó a 88 mil 26 personas en Gran Bretaña entre 2006 y 2010, los investigadores también analizaron factores como el tabaquismo, la diabetes, el colesterol alto y si los participantes se autoidentificaron como madrugadores o nocturnos, búhos en sus hábitos de sueño
Científicos en Europa han dicho que la investigación sobre los vínculos entre el sueño y la salud del corazón a menudo se basa en recuerdos confusos o diarios de sueño poco fiables. Ahora, al conectar dispositivos acelerómetros de muñeca a más de 88 mil personas, ha sido más precisos monitorear adecuadamente sus patrones de sueño y saber si encontraron una hora óptima para dormir y mantener sus corazones sanos.
Irse a dormir entre las 22:00 y las 23:00 horas se asocia a un menor riesgo de desarrollar alguna enfermedad del corazón en comparación con horas de dormir antes o después, de acuerdo con un estudio publicado este martes en the European Heart Journal — Digital Heart.
“No podemos evitar ser a lo que hemos evolucionado. Evolucionamos para ser creaturas diurnas... que no viven de noche” el autor del estudio, David Plans, la cabeza de la investigación en Huma, una empresa británica de tecnología para el cuidado de la salud, dijo a The Washington Post. “El reloj circadiano tiene una influencia mucho más fuerte, en general, en la salud, de lo que pensamos.”
En este contexto, el reloj natural del cuerpo es responsable de fijar el ritmo de nuestro metabolismo, aprendizaje, emociones y “y sin él somos un desastre,” dijo Plans. Subrayó que aquellos que duermen tarde o trabajan turnos nocturnos no se deberían lamentar, pero sí asegurarse de exponer sus ojos a la “luz de espectro completo” por las mañanas.
“Ese reloj central, está calibrado por la exposición a la luz y necesita recalibrarse... cuando eso falta, los efectos colaterales pueden ser realmente perjudiciales,” agregó.
Es así que, la relación entre la hora de dormir y las enfermedades del corazón, han sido relativamente subexploradas, de acuerdo con el estudio, pero “la creciente evidencia sugiere que la mala salud en el sueño está asociada con el riesgo cardiovascular”. Asimismo, se halló que el riesgo puede ser mucho mayor en mujeres, pero de igual forma, se dijo que es es necesario investigar más al respecto.
Plans asegura que la diferencia de género fue un “hallazgo sorprendente” de la investigación y podría ligarse al impacto hormonal de la menopausia o las diferencias endocrinas entre géneros.
Asimismo, el estudio analizó a 88 mil 26 personas en Gran Bretaña entre 2006 y 2010; alrededor del 58 por ciento eran mujeres y la edad promedio era de 61 años. Los investigadores también analizaron factores como el tabaquismo, la diabetes, el colesterol alto y si los participantes se autoidentificaron como madrugadores o nocturnos, búhos en sus hábitos de sueño.
Por otra parte, los datos sobre los tiempos para conciliar el sueño y despertarse se recopilaron durante siete días utilizando los acelerómetros de muñeca. El estudio halló que alrededor de 3 mil 172 participantes (3.6 por ciento) desarrollaron enfermedades cardiovasculares, como un ataque cardíaco, un derrame cerebral o arterias cardíacas estrechas. La tasa de ocurrencias fue más alta en aquellos con horas de sueño a la medianoche o más tarde y más baja en aquellos que se quedaron dormidos entre las 22:00 y 22:59 horas.
Hubo un 25 por ciento más de riesgo de enfermedad cardiovascular entre quienes se quedaron dormidos a la medianoche o más tarde, esto en comparación con los que se quedaron dormidos entre las 22:00 y 22:59 horas y un riesgo aumentado del 24 por ciento si se quedan dormidos antes de las 22:00 horas, de acuerdo con la investigación.
Plans agregó que la pandemia por Coronavirus probablemente afectó los hábitos de sueño de las personas, y que muchos de nosotros nos despertamos más tarde, trabajamos desde casa y, por lo tanto, no salíamos de nuestras casas para viajar o gastar energía, y luego teníamos problemas para conciliar el sueño por la noche. “Es un ciclo que se perpetúa a sí mismo”, dijo. Arreglar los patrones de sueño también tiene beneficios “enormes” para los trastornos de salud mental, agregó.
De igual forma, las enfermedades cardiovasculares continúan siendo las principales causas de muerte en todo el mundo, con un estimado de 18 millones de muertes cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) . Más de cuatro de cada cinco muertes se deben a ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, y un tercio ocurre en personas menores de 70 años.
Las enfermedades del corazón encabezan las causas de muerte de hombres y mujeres en general, y para personas de la mayoría de los grupos raciales y étnicos en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Aproximadamente 659 mil personas en los EEUU mueren cada año por enfermedades cardíacas, lo que representa alrededor de 1 de cada 4 muertes. Un mejor “horario de sueño” podría ser “un objetivo de salud pública de bajo costo para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca”, agregó Plans.
En este contexto, un sueño sano requiere de una duración adecuada, buena calidad, regularidad y ausencia de alteraciones del sueño, dice la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño, que recomienda que los adultos duerman regularmente siete horas o más por noche para promover una salud óptima. Aproximadamente 70 millones de estadounidenses experimentan trastornos del sueño cada año, incluidos insomnio y apnea del sueño, que pueden estar relacionados con el trabajo por turnos, el desfase horario o afecciones médicas.
Finalmente, un estudio independiente de EEUU, publicado este año también encontró lo que se llama una brecha de sueño, en la que los pobres, así como las minorías raciales socialmente desfavorecidas, duermen mucho menos bien en promedio que los ricos. El sueño inadecuado entre los adultos de bajos ingresos y las minorías raciales también contribuyó a tasas más altas de enfermedades, incluida la demencia. La falta de sueño también se ha relacionado con la hipertensión, la obesidad y la diabetes.