Boca y una nueva suspensión por lluvias: el drenaje de la Bombonera, otra vez en el ojo de la tormenta
Por las fuertes lluvias en la Ciudad de Buenos Aires se postergó el partido ante Newell’s; nuevamente el césped del estadio xeneize está bajo la lupa; ¿Por qué se retrasa tanto esa obra?
“Era muy difícil jugar. Lamentamos la situación de los hinchas, fueron imágenes conmovedoras de lo que lucharon para estar en la Bombonera, pero era lo mejor suspender. No se podía jugar. Es una situación que debemos afrontar la de arreglar el campo de juego, estamos comprometidos en hacerlo”, dijo Jorge Bermúdez, uno de los integrantes del Consejo de Fútbol liderado por Riquelme, y agregó: “La refacción del campo de juego es un trabajo que, como mínimo, durará dos meses. Se tuvo que hacer hace más de 20 años y ahora el compromiso está en hacerlo. Por la pandemia no se pudo realizar y justo cuando lo íbamos a hacer, se resolvió la vuelta de la gente a las canchas, pero ahora en el próximo receso lo vamos a hacer. Tenemos que buscar alternativas para jugar algunos partidos del próximo año 2022 de local en otros canchas”, dijo el Patrón.
¿En qué estadio sería local Boca? El Patrón Bermúdez no dio precisiones: “Eso se resolverá en su justa medida. Cuando llegue el momento. ¿Ir al Interior? Boca se siente cómodo en el Interior y tenemos muchas alternativas, pero veremos”.
Ocurre que las imágenes fueron elocuentes desde temprano: a cinco horas del pitazo inicial se viralizó un video que exhibía varios charcos sobre el campo de juego. Y lo más complicado es que no solo siguió lloviendo, sino que, además, en el pronóstico extendido, existía un 92 por ciento de probabilidades de que las fuertes lluvias regresaran para la noche. Y eso sucedió.
“Así no se juega”, dijo Patricio Loustau en una de sus últimas recorridas por el campo de juego de la Bombonera y mientras intentaba que la pelota pique.
En los alrededores la cosa no era muy distinta. A dos cuadras del estadio, las calles estuvieron anegadas por el agua. Con el correr de las horas el agua fue cediendo y los charcos fueron drenando. Pero a las 19.55, ya con público dentro del coliseo xeneize, las luces se encendieron casi al mismo tiempo en que comenzó a llover con más intensidad.
El asunto no es nuevo e incluso viene de hace varios años el tema, pero, a pesar de las promesas y los intentos por resolver la cuestión que hace el club, sigue sin resolverse. Por eso las declaraciones de Bermúdez intentaron aclarar el por qué de la cuestión.
Hace apenas tres meses, más precisamente el 9 de agosto de este año, Boca recibió a Argentinos en un escenario imposible para jugar al fútbol. El encuentro terminó 1 a 1, pero para ambos equipos fue muy difícil poder exponer algo vistoso en un campo de juego repleto de charcos.
En ese entonces, las diferentes patas del club coincidieron en poner manos a la obra urgente y, por ende, no jugar en su casa hasta fin de año. De hecho, también en ese momento se dijo que el Consejo de Fútbol presidido por Juan Román Riquelme y la dirigencia comandada por Jorge Amor Ameal estaban dialogando y haciendo las averiguaciones correspondientes para llevar a cabo las intenciones de mudar la localía a otro escenario.
Sin embargo, todo quedó en palabras. El regreso de los hinchas a los estadios argentinos echaron por tierra esa idea. Boca optó por patear para adelante un problema real y evidente, para no recibir un cuestionamiento lógico de sus socios y abonados.
Apenas un mes antes, el club había anunciado con bombos y platillos, y con un detallado video las obras del sistema de drenaje de la Bombonera. Fue el 5 de julio de este año.
¿Por qué esta obra, prioritaria, no se realizó durante la pandemia o en el receso de este año? En primer lugar, entre marzo y septiembre de 2020 no estuvieron habilitadas las obras en CABA. Más tarde, este trabajo de renovación del drenaje se puso sobre la mesa como prioridad.
Pero hace tres meses le echaron la culpa a la (des)organización de la última Copa América. Conmebol había proyectado realizarla principalmente en Argentina y Colombia, ante la baja del segundo quiso organizarla sólo en nuestro país (ahí, la Bombonera era una gran candidata de sede) y, a pocos días del arranque de la competición, pasó a designar a Brasil como anfitrión. De esa manera, ante tanta expectativa, el arreglo ya previsible se pospuso para fin de año.
“Lo queríamos hacer cuando terminamos de jugar la Copa de la Liga (31 de mayo) y comenzaron las Eliminatorias y la Copa América. Como nos dijeron que algunos partidos se iban a jugar acá, se complicó todo”, le confiaron desde el Consejo de Fútbol a LA NACION en agosto, sobre la postergación de los trabajos de desagües.
El asunto trasciende a la actual dirigencia. Durante los 8 años de la presidencia de Angelici también se anunciaron obras (sobre todo en toda la franja lateral y paralela a los plateas preferenciales, que reciben sombra durante todo el día). Pero nada resuelve el asunto.
Este es un problema que a Boca le aparece con frecuencia y no termina de solucionar. Se puede recordar cómo los empleados ya se habían esforzado en 2016, en la previa a aquella inolvidable semifinal perdida ante Independiente del Valle, por la Copa Libertadores, para mejorar el sector del campo que está cercano a la platea preferencial: era una costumbre de esos años observar la acumulación de barros y pozos tras las lluvias.
También, claro, que la Bombonera no aguantara aquella fuerte tormenta que cayó el 10 de noviembre de 2018: la primera final copera frente a River debió posponerse 24 horas, ante un campo de juego pasado por agua y que recién consiguió drenar gran parte de la inundación unas horas después de la suspensión.
Lo único cierto es que cada vez que Boca juega de local prende velas para que el clima acompañe y no llueva. Para disimular un error de planificación que queda muy en evidencia cada vez que cae agua sobre la Ciudad.