ATLÉTICO 1 - OSASUNA 0 / Sufrir, sufrir y volver a ganar

Un cabezazo de Felipe a balón parado en el 86' otorga tres puntos capitales a los rojiblancos. Osasuna, con un ejercicio defensivo inmaculado, puso muy cara la victoria.

Patricia Cazón
As
Moría el partido con esa foto que hubiera podido contarlo. Herrera fuera de su marco, que había subido a rematar un córner. Carrasco que lanza el balón a la portería vacía... para verlo estrellarse en el palo. Eso, durante 86 largos minutos, fue Osasuna para el Atleti. Un darse cabezazos contra un muro. Un sufrir y sufrir para nada. El marcador 0-0. Pero esa última pelota de Carrasco ya iba envuelta en un grito larguísimo, triunfal. Atleeeti, Atleeeti, que salía de 53.261 gargantas. Porque esa foto del partido la había hecho trizas un momento anterior. El salto de Felipe para rematar un córner y suturar con tres puntos una herida, sus errores en Anfield, y mantener al Atleti enganchado a LaLiga. Y abrazando su esencia. El balón parado, el Atlético Aviación, el 'unocerismo', ese ganar sufriendo que es puro Atlético.

Los viajes, el parón, lo que viene (Milan, la Champions) condicionaron el once de un Cholo que saltó sin Suárez, sin De Paul y sin Giménez. Con defensa de cuatro, viejo abrigo cholista, que salieron desde el inicio muy cerca de Oblak, apretados ahí atrás. Por delante, dos regresos ansiados. Los de Llorente, en el pivote con Koke, y Lemar. Enfrente, un Osasuna que se siente cómodo en el papel de rival incómodo. Arrasate había estudiado al campeón y sabía qué le ocurre cuando se le introduce en un bosque de piernas. Que se pierde. Y eso hizo. Llenar de piernas el Metropolitano. Tres centrales, dos carrileros (Manu Sánchez, sin cláusula del miedo, ovacionado) y un trivote que, desde el minuto uno, desbordaron a Koke y Llorente.

El Atleti no había terminado de saltar al partido y ya había perdido el sitio. El reloj no había llegado al seis y Simeone ya había perdido la voz, de tanto gritarle a Lemar que ayudara a los pivotes, que no los dejaran tan solos, rodeados de hombres. Pero nada. Osasuna no se descomponía. Inmaculado en defensa y atrevido con el balón, lanzando a Kike y el Chimy Ávila hacia Oblak. Sólo le faltaba un detalle: convertir en ocasiones su dominio. Porque el Atleti no tenía el balón pero sí el peligro. Por tres veces Griezmann acarició el gol. El primero terminó en el lateral de la red. El segundo, un remate a bocajarro, en el hombro de Unai García. El tercero fue cuando asomaba el descanso y Vrsaljko ya jugaba con una gasa en su nariz que taponaba la sangre tras un golpazo con Manu Sánchez.

Trataba de arrancarse el Cholo el corsé de Arrasate desde la banda izquierda (Carrasco-Lemar) y con el movimiento de Correa a la derecha. La primera vez que Llorente escapó en carrera buscó la picardía del argentino y el pie de Grizi, que remató desviado. Pero ni eso ni el intercambio de disparos lejanos (un misil de Torró al que Oblak respondió como Oblak, con paradón, y un balón desde su campo de Hermoso hacia un Herrera adelantado) movería el 0-0. El descanso llegó con el marcador intacto y 45’ que sólo parecían haber pasado por las cuerdas vocales del Cholo.

Oblak, de nuevo Oblak y Felipe redimido

La segunda parte ya asomó distinta. Simeone había descubierto una vía: paciencia en la elaboración y banda para Llorente, encarcelado en el medio. Herrera comenzaría a sentir fuego a sus pies, buscándole fisuras el Atleti a un Osasuna encerrado en su área, con córners y centros laterales que no dejaban de llover. Pasada la hora, los entrenadores movieron los banquillos. Las balas de plata guardadas, adentro. De Paul y Suárez por un lado. Budimir por otro.

La nueva vía rojiblanca tenía cimientos de espuma. Osasuna se rehizo: encontrarle un hueco a David García es más difícil que salir con vida de El juego del calamar. Ni con Cunha ni con Kondogbia ni llevándose por delante Herrera, con posible penalti, a Koke en el área, ni con las filigranas de Carrasco. Nada le funcionaba al Cholo que sólo sufría y sufría. Hasta que Carrasco, en el 86’, lanzaba enguantado el enésimo córner y Felipe lo cabeceaba a la red para deshacer los nudos rojillos y propios. Justo antes de otro milagro de Oblak ante Torres y ese palo de Carrasco que sería el fiel retrato del partido... Hasta el minuto 86.

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