YOUNG BOYS 1-VILLARREAL 4 / El futuro pertenece al Villarreal

El equipo de Emery logra un triunfo capital en Berna con sufrimiento pese a que Yeremy y Gerard encarrilaron el partido. Moreno y Chukwueze acabaron con la agonía.

Alfredo Matilla
As
El Villarreal se agarró en Berna a esta Champions de manera agónica, pero también con la personalidad y la convicción que lleva meses demostrando en Europa. Si alguien echa un ojo a la clasificación de LaLiga, a la tabla de esta fase de grupos o a los nervios de algunas fases podría pensar que el equipo anda en crisis, que el río está revuelto y Emery, discutido. Son sólo tres victorias en 12 partidos esta temporada. Pero analizando lo que sucede en el campo, nadie duda de que el Submarino en una de las grandes sensaciones del curso. Ante el Young Boys volvió a dar otro puñetazo en la mesa. Y todo porque su centro del campo es un escándalo, dominador y contundente, y lo de la delantera es un descarado guiño al futuro que poco tiene que envidiar a las demás. Danjuma, Gerard y Yeremy juegan en La Cerámica, pero bien podrían ser el tridente del campeón de la Premier. Ellos tomaron Suiza, dejando al Villarreal con las opciones intactas de pasar a octavos.

El partido tenía todos los condicionantes para echarse a temblar. Un adversario rocoso, un ambiente envenenado y un césped artificial, donde ya se atragantó Cristiano, que hacía desconfiar. Sin embargo, la valentía del Villarreal pronto le puso las cosas de cara. En un cuarto de hora, dos centros medidos silenciaron el gallinero. El primero (6’) fue un regalo de Pedraza que Yeremy cabeceó llegando al segundo palo. El 0-2 (16’) nació de una caricia lateral de Parejo desde el mismo sector que Gerard no desperdició con la pillería que le caracteriza. El Villarreal, paciente y previsor, encontró la portería antes que el juego frente a un rival al que el resultado no le estaba haciendo justicia.

El Young Boys es cualquier cosa menos una cenicienta. Sin estrellas rutilantes, maneja el balón mejor de lo esperado. Basa su fútbol en la verticalidad y confía su ataque en las balas que tiene por extremos. Elia no corre, vuela. Abandonó su defensa de cuatro esta vez animado por el exitoso dibujo de cinco que planteó Osasuna pocos días antes. Por eso, el Villarreal suplicó durante la media hora restante que llegara el descanso. Si el equipo local no recortó distancias entonces fue por la mala puntería de Ulises García, por el palo que frustró a Fassnacht o por la falta de pausa de Elia. Albiol aportó consistencia, pero el sistema defensivo de Emery sigue mostrando lagunas. Sobre todo, cuando aprieta descompensado o alguna pieza no carbura. Coquelin, sin desentonar, fue el único mimbre que pareció siempre en tierra de nadie. No aportó en ataque lo que Trigueros, no sumó en la presión alta y no colaboró con Pedraza para cerrar su banda. Su entrega, como siempre, compensó las carencias.

Si hablamos de entrega, el jugador del partido fue Pedraza. Al lateral le da para tapar su zona, responsabilizarse de la salida, doblar a su interior, centrar, rematar, ir al rechace y presionar si el balón ha cambado de bando. Con defensas estacionadas enfrente, es un buen jugador. Con espacios es una locomotora. Su partido es para enmarcar. Y no sólo porque diera dos pases providenciales o porque sacara astillas al larguero en el 50’. Es que contagia su amor propio. Sus carreras han sentado provisionalmente a Alberto Moreno y a Estupiñán y levantan a una afición orgullosa. Él representa como nadie lo que es el Villarreal en esta Champions: no es el mejor, pero es el más hambriento.

Con esa seguridad buscó el tercer gol en el segundo tiempo en vez de apiñarse en la cueva, mientras Rulli solventó con nota los problemas que fueron presentándose en su área. El portero argentino no tuvo bastante en Gdansk y se ha empeñado en ser un héroe. Únicamente Elia, en el 77’, pudo con él tras ganarle la espalda a Albiol y Pau de mala manera. Emery siempre ordenó mirar hacia adelante, aprovechando que el Young Boys cambió a defensa de cuatro, porque el Villarreal no sabe vivir sin balón. Es así de ambicioso. Así llegó el tercer tanto de Alberto Moreno, corriendo al espacio, y el de Chukwueze para celebrar que está de vuelta. Y ahora quiere más. En 15 días recibirá al Young Boys con la intención de seguir dando pasos en la élite, de dejar al campeón suizo un poco más atrás y, sobre todo, de atar al menos el segundo puesto y volver a estar en las emocionantes eliminatoria. Entre otras cosas necesita dar ese paso, para el que ha invertido, renovado y fichado, con el objetivo de concienciar al personal de que si el pasado fue inolvidable (aquellas semifinales de Riquelme…), el presente es glorioso (primera Europa League hace un rato) y el futuro, un tesoro incalculable.

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