Si prospera la idea de Infantino y hay un Mundial cada dos años, el fútbol morirá
El presidente de la FIFA comenzó una gira por distintos países buscando que sus líderes apoyen su proyecto. La UEFA, la Conmebol, los jugadores y el Comité Olímpico se oponen por los graves perjuicios que provocaría en todos los ámbitos
Esta temeraria iniciativa vulnera, en principio, dos cuestiones:
1) Los estatutos de FIFA impiden las injerencias políticas a las que recurre su propio presidente al hablar con mandatarios y no con dirigentes
2) La aspiración carece del apoyo fehaciente de los jugadores, de las federaciones y de las confederaciones que representan el imprescindible alma cultural del juego.
Tan importante consideración no es tenida en cuenta hasta aquí por Infantino quien avanza hacia la industrialización del fútbol con el gravísimo riesgo de producir una catastrófica escisión. Para aproximarnos a estimar el riesgo que su actitud produciría, hay que deducir con preocupación que Infantino podría hacer con el fútbol lo que ocurrió con el boxeo: cuanto menos otra institución paralela que divida el mercado.
Queda claro que este proyecto rupturista de Infantino vulneraría el ciclo olímpico que separa a unos juegos de los siguientes. Y en tal sentido los dirigentes que legislaron en el pasado le encontraron esta lógica: año del Mundial de Mayores, siguiente año de Juveniles y olímpicos, siguiente de regionales y comienzo de la faz eliminatoria y por último cierre del círculo volviendo a disputar un Mundial en la sede designada.
Hacer esto en la mitad del tiempo provocaría perjuicios tales como:
1) Degradación de los torneos de ligas locales,
2) Desaliento a la contratación de jugadores de torneos locales pues ¿qué club extranjero invertiría un razonable dinero por jugadores que no podrá utilizar, toda vez que jugaría más para su selección que para el club contratante?,
3) Aplazamiento del proceso madurativo de los jóvenes valores pues sin ventas quedarán menos lugares para llegar a una Primera División.
4) Reducción de todos los presupuestos de fútbol de las instituciones, pues al minimizarse las ventas al exterior, se perdería la mayor fuente de ingresos en moneda constante.
Son estos los ejemplos más elementales del daño que provocaría una alteración del equilibrio competitivo con el cual hemos escrito la gran historia de esta pasión. No se advierte en la idea de Infantino –tal como le correspondería a un presidente- ningún aspecto favorable al juego, a su desarrollo, a su evolución y a su expansión internacional. Sea para varones cuanto para las mujeres.
Por el contrario aparecen nuevamente como beneficiarios los que financian esta idea de Infantino. Y estos provienen, generalmente, de Arabia Saudita. Es tan expuesta y sospechada mundialmente esta maniobra respecto del origen del dinero del reino de la península arábiga que no resultaría digno de un presidente de la FIFA desconocer la situación.
El próximo Mundial, como se sabe, ha tenido un dudoso proceso de elegibilidad por la sospecha de votos comprados. Es sabido mundialmente el enorme nivel de corrupción que existió en la FIFA relacionado con esos votos para lograr lo que los corruptos dirigentes querían: enriquecerse ilícitamente. El conocido por todos FIFA-Gate.
Sin embargo, ha tenido en Infantino a un impulsor que siendo secretario de Platini –presidente de UEFA por entonces- colaboró mucho para que Qatar fuera la sede y luego, ya presidente de la FIFA, ratificó todos los términos de aquel dudoso acto.
Infantino es un aliado de tal poder y de quienes manejan el dinero. A tales capitales de insondable origen les convienen campeonatos cada dos años pues acelerarían con sus modestas selecciones nacionales la alta competencia con una alternancia de menor espera. Tienen el dinero, también a la máxima autoridad de la FIFA de su lado y puesto que ejercen un poder de realeza, ellos son la Justicia y el Fisco.
Ahora la lucha será con confederaciones poderosas como la de UEFA, quien se ha expedido a través de un duro comunicado. Las conclusiones fueron las siguientes:
”La UEFA está decepcionada con la metodología adoptada, que hasta ahora ha llevado a que los proyectos de reforma radical se comuniquen y promuevan abiertamente antes de que se les haya dado, junto con otras partes interesadas, la oportunidad de participar en cualquier reunión de consulta.
Existen peligros reales asociados con este plan:
* La disminución del valor del evento número 1 del fútbol mundial, cuya ocurrencia cuadrienal le da una mística con la que crecieron generaciones de fanáticos.
* La erosión de las oportunidades deportivas para los equipos nacionales más débiles al reemplazar los partidos regulares por torneos finales.
* El riesgo para la sostenibilidad de los jugadores, que se ven obligados a participar en competiciones de verano de alta intensidad todos los años en lugar de pausas de recuperación más prolongadas en años alternos.
* El riesgo para el futuro de los torneos femeninos, privados de espacios exclusivos y ensombrecidos por la proximidad de los principales eventos masculinos.
Estas son sólo algunas de las serias preocupaciones que la propuesta de la FIFA suscita a primera vista y no pueden disiparse simplemente con eslóganes promocionales sin fundamento sobre los supuestos beneficios de un calendario más denso para las competencias importantes.
La UEFA opina que el futuro del calendario internacional debería ser objeto de consultas e intercambios genuinos entre la FIFA, las confederaciones y las partes interesadas clave de las competiciones, comenzando con un debate abierto sobre los problemas percibidos y considerando una gama de soluciones que serán identificados en el transcurso del debate, teniendo en cuenta el interés del juego y el legítimo punto de vista de las distintas partes.
En esta fase, el respeto a un proceso de consulta con las partes interesadas, que debe ser totalmente imparcial, sugeriría abstenerse de campañas de promoción con conceptos predeterminados unilateralmente que nadie ha tenido la posibilidad de ver en detalle y que tienen una amplia gama, a menudo efectos inesperados.
El 14 de septiembre, la UEFA y sus 55 federaciones miembro pidieron a la FIFA que organizara una reunión especial con ellos para poder expresar sus preocupaciones sobre el impacto de tales planes. Hasta la fecha, la UEFA y sus 55 federaciones miembro aún no recibió una respuesta de la FIFA a esta solicitud”.
A pesar de lo grave de la situación planteada con Europa y Sudamérica, Infantino ha preferido priorizar visitas a presidentes de países. Hoy, con una inagotable fuente de recursos provenientes aparentemente de Arabia Saudita -motivada por su necesidad imperiosa de organizar un mundial- Infantino se encuentra de gira ofreciendo dinero a los dirigentes de los países más pequeños en formas que no quedan del todo claras. Preocupa que a la FIFA la movilicen intereses no particularmente deportivos y por estos se dañe seriamente a este maravilloso deporte.
En Venezuela, por ejemplo, le resultó fácil que Nicolás Maduro declarara amigablemente y sin sustento alguno: “Como fanático del fútbol le expresé al Presidente de la FIFA mi apoyo para realizar el Mundial de Fútbol cada dos años. Es una extraordinaria idea, y una oportunidad para que más equipos vayan a esta fiesta deportiva y llenen de alegría, emoción y buenos ejemplos a la juventud”.
Una hipocresía, pues lo que Infantino fue a buscar de Maduro son los 26 votos de la Liga del Caribe –parte de los 41 de la Concacaf- sobre la cual ejerce cierto liderazgo. Se trata de los votos que alguna vez manejó Jack Warner, protagonista del FIFA-Gate, suspendido de por vida y condenado por robar y estafar a su confederación.
Mientras Maduro sonríe y dice sí a Infantino, Boris Johnson ha desaconsejado tales cambios y Gran Bretaña -inventores del fútbol y federación de conducta intachable y coherencia conservadora- se ha manifestado en sentido contrario a tan atrevido proyecto. Hay un clamor en el mundo contra lo que pide Infantino. Pero Maduro tiene o tendría 29 votos y Johnson, sólo los de las cuatro federaciones británicas: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
Por fin, los jugadores también se han expresado. Y comunicaron:
”El sindicato de futbolistas FIFPro ha criticado el debate sobre los planes para una Copa del Mundo cada dos años, citando la salud de los deportistas y la necesidad de reducir la carga de trabajo como cuestiones que no se han considerado.
La FIFA anunció un estudio de viabilidad para modificar el ciclo tradicional de cuatro años de la Copa del Mundo por uno bianual, lo que generó preocupación en varias organizaciones, incluido el organismo rector del fútbol europeo, la UEFA.
FIFPro dijo que una expansión del calendario debería salvaguardar la salud de los jugadores y ayudar al desarrollo del fútbol masculino y femenino.
“Las propuestas que aíslan nuevas expansiones, como una Copa del Mundo cada dos años, así como otras reformas de la competencia en discusión, son inadecuadas en ausencia de soluciones para los problemas existentes”.
El presidente de la UEFA, Aleksander Čeferin, advirtió que las naciones europeas y sudamericanas podrían boicotear la Copa del Mundo si se aleja de su formato actual. La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) se unió a la UEFA para oponerse al cambio.
Jonas Baer-Hoffmann, secretario general de FIFPro, fue particularmente crítico con las discusiones entre las partes.
“La falta de un diálogo genuino y de confianza entre las instituciones en el fútbol bloquea la capacidad del juego para desarrollar más resiliencia después de una pandemia dolorosa, pero seguimos volviendo a los mismos viejos hábitos de conflicto”, dijo Baer-Hoffmann.
“Los jugadores tienen límites fisiológicos naturales y un interés inherente en el avance sostenible del juego. El éxito del deporte depende de su bienestar físico y mental. Lo que decidimos desde arriba impacta a miles de profesionales en todo el mundo. Cualquier plan para expandir las competencias debe integrar su experiencia y puntos de vista colectivos.”
Todos están en contra: la UEFA, la Conmebol y hasta el Comité Olímpico Internacional que se expresó a través del siguiente comunicado:
”El Comité Ejecutivo (CE) del Comité Olímpico Internacional (COI) toma nota de los planes de la FIFA de cambiar el calendario de competiciones de fútbol y de celebrar la Copa del Mundo cada dos años. Varias federaciones internacionales (FI) de otros deportes, federaciones nacionales de fútbol, clubes, jugadores, asociaciones de jugadores y entrenadores han expresado fuertes reservas y preocupaciones respecto a los planes de generar más ingresos para la FIFA, principalmente por las siguientes razones:
Impacto en otros deportes: El aumento de la frecuencia y el calendario de la Copa del Mundo crearía un choque con otros deportes internacionales importantes. Esto incluye el tenis, el ciclismo, el golf, la gimnasia, la natación, el atletismo, la Fórmula 1 y muchos otros. Esto socavaría la diversidad y el desarrollo de otros deportes además del fútbol.
Igualdad de género: El aumento de los eventos masculinos en el calendario crearía desafíos para la promoción del fútbol femenino.
Bienestar de los jugadores: Los planes, en particular la duplicación de la frecuencia de la Copa del Mundo, crearían una nueva y enorme tensión en la salud física y mental de los jugadores.
El COI comparte estas preocupaciones y apoya los llamamientos de las partes interesadas del fútbol, de las federaciones deportivas internacionales y de los organizadores de grandes eventos para que se lleve a cabo una consulta más amplia, que incluya a los representantes de los atletas, y que evidentemente no ha tenido lugar”.-
A pesar de tantas opiniones en contra, prudentemente expresadas, Infantino continúa en su búsqueda de votos para lograr imponerla en algún próximo congreso. Es probable que Asia (47 votos, presidida por el Jeque de Bareim, Salman bin Ibrahim Al Jalifa) y África (57 votos, presidida por el sudafricano Patrice Motsepe, hombre de Infantino) lo acompañen con esta insustentable idea.
Sin embargo el fútbol del mundo deberá sostener su estado de alerta pues este proyecto tiene un respaldo económico ilimitado. Además está dispuesto a romper a la FIFA para generar un deporte distinto, sin offsides, con cambios dinámicos e ilimitados, minutos de interrupción pedidos por los técnicos o por la TV –como en la NBA– para las tandas publicitarias, cuatro tiempos en lugar de dos y 25 minutos de entretiempo para vender más publicidad y ofrecer un gran show artístico. A decir de Infantino “algo parecido al Super bowl”.
Si esto ocurriese, el fútbol que conocimos, jugamos y disfrutamos habrá muerto.