La mala puntería lastra al Sevilla

El equipo de Lopetegui tuvo ocasiones para sumar ante el Lille su primera victoria en esta Champions, pero la falta de tino le condenó al tercer empate. Sigue siendo 2º.

José A. Espina
As
Un Sevilla con mejor color pero impreciso en el remate y algunos otros detalles sumó en Lille su tercer empate en tres jornadas de Champions. Otro punto que le sirve al menos para conservar e incluso reforzar la segunda posición del grupo G después de la victoria del Salzburgo ante el Wolfsburgo. Los Mastines del Pierre-Mauroy llevan un año irregular y volvieron a echar de menos la fama de agresivos y rápidos que les llevó a ganar la Ligue 1 la pasada temporada. Fue el equipo de Lopetegui el que coleccionó la gran mayoría de oportunidades para llevarse la victoria. El matiz, tan importante, de la precisión ante la meta rival. Mandamiento número uno de cualquier buen fútbol.

Aparecía el Sevilla sobre el techado césped del Pierre-Mauroy con la ausencia de nuevo de Jules Koundé, al que tal vez Lopetegui había usado como al Cid en la previa, cuando le sacó al entrenarse con una pierna vendada. Rekik, que había dejado buen sabor de boca en Vigo, ocupó el lugar del francés y en verdad no correspondió a Karim el papel de peor futbolista del Sevilla. Ni mucho menos. Cumplió, otra vez, aunque de tanta titularidad tal vez se rompiera muscularmente a comienzos de la segunda parte, y con apenas el canterano Carmona como recambio en el banquillo. Fernando, de nuevo, tuvo que colocarse como improvisado central.

Tampoco es que el Lille exigiera demasiado a la zaga nervionense. Apenas cosquillas durante la mayor parte del encuentro. Al dinosaurio turco (36 años) Burak Yilmaz no se le puede discutir la honradez, pero el que la tuvo más clara fue Renato Sanches. Acuña falló estrepitosamente en un pase atrás y el díscolo genio portugués, que por momentos jugaba de extremo, se estrelló con el pecho de Bono, ángel habitual de la guarda.

Sin alardes y tras un comienzo de esos planos, sin alma, a los que acostumbra últimamente, el Sevilla sí que creó ocasiones claras esta vez ante la meta de Gbric, a quien el Atlético ha mandado a Francia cedido. La primera, muy clara, llegó tras un error en el saque del propio portero croata, pero el receptor de la pelota, Rafa Mir no consiguió esquivar a Djaló bajo los palos.

Delaney y Fernando dividían y la pelota llegaba con asiduidad también a Suso para que el gaditano se inventara dos de esas jugadas tan Made in Robben de Cádiz que ya son reconocibles en el Sevilla. Pero esta vez, tras recortar hacia dentro y chutar desde la frontal, los tiros del gaditano no acertaron entre los tres palos.

Más entonado, no parecía difícil, que en los últimos tiempos anduvo Lucas Ocampos, al que corresponden los otros remates más peligrosos del primer acto. En el primero, Grbic le sacó el balón con una gran estirada. En el segundo, el guardameta estorbó al argentino (y pudo hacerle penalti) mediante una salida en falso para conseguir al menos que su cabezazo, en boca de gol, saliera fuera por poco.

El amago de recuperación de Lucas se habría hecho carne, seguro, si hubiera impactado de lleno con el balón una chilena nada más comenzar la segunda parte. Pero midió mal y a partir de ese remate se fue diluyendo en ataque un Sevilla que, esta vez, empeoró con los cambios. Obligado el de Jordán por Rekik, sólo el sueco Augustinsson se animó en alguna galopada. No era el día de Lamela ni del Papu, ni está siendo el año de Rakitic, quien llegando al descuento dispuso en sus botas de una falta deliciosa, en su perfil de diestro, colocadita al borde del área. Pero la estrelló el croata en la barrera mientras buena parte del sevillismo se preguntaba por qué no se la había dejado tirar al Papu Gómez. Detalles de un Sevilla que deberá seguir remando con fuerza para pasar a octavos de la máxima competición continental.

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