La fe de Guedes y Gayà

El Mallorca, jugando con diez por la expulsión de Kang-in Lee, llegó al 92 con una ventaja de dos goles. Otro partido que se les escapa en el descuento.

Conrado Valle
As
El fútbol es un deporte diferente por cosas como las que pasaron en Mestalla. Fe y miedo en un mismo espacio y tiempo. La fe del Valencia por empatar un partido que jugó mal, bastante mal. El miedo del Mallorca por dejar de sumar una victoria que era suya en el minuto 92. Lo del Mallorca y los descuentos es para hacérselo de mirar. Le pasó contra Osasuna y también la Real Sociedad. Pero lo de Mestalla fue más doloroso. Los de Luis García llegaban al descuento 0-2 y habían aguantado desde el minuto 54 con diez por la expulsión de Kang-in Lee. Pero un gol de Guedes y otro de Gayà en el último segundo de los siete minutos de añadido le daba al Valencia un punto, que por la forma le supo a gloria pero que en el fondo es para preocuparse.

Dijo Bordalás que él no cree en las rotaciones, así que su alineación hay que tomarla como un guiño a Diakhaby, de ahí la suplencia de Alderete, y una constatación de que Soler aún anda renqueante, de ahí la titularidad de Hélder. Lo que se entiende menos sin usar el vocablo rotación es lo de Racic por Guillamón, pero como dijo Luis Enrique, Bordalás sabrá por qué lo hizo, aunque le fuera mal. Fatal. Tanto que al descanso cambió a dos de ellos.

Luis García, por su parte, cumplió con su palabra y jugó Reina; delegando en Ángel su ataque y en Baba y Galarreta, la medular. Y entre ellos, Kang-in Lee, que en un horario idóneo para el sudeste asiático volvía a Mestalla. Lo hizo entre silbidos de la grada y dispuesto a liarla con su talento y su ímpetu. Y eso hizo el coreano, liársela a sus ex y también a los suyos.

La tarde en general fue de reencuentros, porque más allá de Kang-in Lee fueron muchos los aficionados que volvían por primera vez a Mestalla tras la pandemia (29.139 según la Liga) Los abonados respondieron por miles en el partido en el que el pase estaba activado y en la prueba del desarraigo salió más cara que cruz para los intereses del club. Mestalla mantiene su sentimiento hacia el equipo y, cánticos a la propiedad al margen, el público estuvo en cuerpo y alma hasta que los bermellones les sacó de sus casillas. O más bien fueron los suyos.

El Valencia se ha desinflado desde que Benzema silenciara Mestalla. El 0-2 con el que se llegó al descanso quizás fuera excesivo como premio para el Mallorca, pero no como castigo para el Valencia. Los bermellones no hicieron tanto para irse con tal ventaja, aunque los blanquinegros no hicieron nada para evitarlo. Su mejor ocasión fue un centro de Gayà que se envenenó -la verdad es que la defensa de Luis García anduvo fina achicando espacios- y en los dos goles bermellones los errores de la zaga blanquinegra fueron de bulto.

Racic cometió un fallo al cuadrado en el primero de Ángel. El serbio primero perdió el balón que recuperó Baba y después Kang-in Lee le hizo un traje de época antes de su genial asistencia. Después, en el segundo, obra de Dani Rodríguez -con la ayuda de la mano de Diakhaby, de ahí que el colegiado concediera el gol en propia puerta del francés-, el engendro defensivo tuvo muchos padres. Los 11 goles encajados en los últimos seis partidos evidencian que Bordalás no ha encontrado aún la llave para cerrar la puerta.

Bordalás sacó el bisturí y se puso a operar los males que generó con su once. Durante el descanso extirpó del campo a Diakhaby, Racic y Maxi Gómez, dando entrada a Alderete, Carlos Soler y Marcos André. El Valencia parecía que daba un paso hacia delante con la presencia del ‘10’ en la zona de creación y la del brasileño en la de ataque. La expulsión en el minuto 53 de Kang-in Lee, que vio la segunda amarilla por llegar tarde y sin sentido a un balón dividido, parecía el golpe de gracia que necesitaban los che para creerse capaces de remontar el 0-2. Pero su querer no fue poder hasta el descuento. Su fútbol, nunca lo fue.

Luis García supo atrincherar a los suyos con una línea de cuatro y otra de cinco, separadas por apenas cinco metros y a no más de 30 de la portería de Reina. Cada balón que centraba Foulquier, Gayà, Hélder o Guedes, lo despejaba Russo, Valjent, Galarreta o Baba. Así, los minutos pasaban y de Reina seguía sin haber noticias. Hasta la fortuna le fue esquiva a los de Bordalás, porque el único remate que pudo hacer uno de los suyos, Marcos André, se paseó por la línea de gol tras golpear en el palo sin que llegara a entrar.

El partido entraba en el descuento sin que nada hiciera presagiar lo que pasó. El asedio che era más por inercia que por juego. Aún así, Manu Vallejo y Jason, además de Marcos André, le habían dado otro talante al Valencia. Y de repente Guedes soltó un zapatazo y al Mallorca le vinieron los fantasmas de Osasuna y Real Sociedad. El Valencia se alió con Mestalla y en los cinco minutos restantes de prolongación cualquier cosa podía pasar. De hecho pudo caer el tercero del Mallorca en un contragolpe de Fer Niño, pero lo que pasó fue que en la siguiente acción el balón llegó a la cabeza de Marcos André y de ahí a la pierna de Gayà. Gol. Locura. Empate. Quizás ninguno se marcharía contento, pero qué duda cabe que ese gol evita que a estas horas estemos hablando de la primera crisis de Bordalás. Aunque 3 puntos de 18 son para preocuparse.

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