ITALIA 1-ESPAÑA 2 Repaso, suspense y a la final
España luchará por el título de la Nations League tras batir a Italia. Ferran firmó un doblete. Debutaron Gavi y Pino. El rival, Francia o Bélgica.
Que Luis Enrique sorprenda ya no es sorpresa. Así que la titularidad de Gavi, aun llamativa, aterrizó en nuestros oídos casi con silenciador. Siempre supone una alegría ver debutar a gente tan joven como el azulgrana, con todos los retos posibles por delante, pero había que averiguar si el de San Siro era el mejor escenario posible para cargarle de peso extra sus botas. No solo por el estreno en sí, sino por la responsabilidad de entrar en los libros de historia de la Selección española, donde Ángel Zubieta ostentaba el récord de precocidad desde 1936. De los 17 años y 284 días del vasco a los 17 años y 62 días del sevillano. De norte a sur con la pelota como premio.
¿Le pesaron esos galones al del Barça? En absoluto. Pidió el balón, quiso ser protagonista de un partido grande como los que hace nada veía por la tele. El mismo desparpajo que él mostraba Chiesa, principal amenaza en esos primeros minutos en los que la azzurra trataba de ahogar la salida de balón de España gracias a ese cinturón de hierro que viste Mancini: Jorginho, Barella y Verratti.
Entre silbidos a Donnarumma de su propia grada, que no le perdona haber dejado el Milan por las luces y el brillo de París, transcurría el partido cuando un golazo de esos que colapsan YouTube nos levantó de la silla. Se radiografía así: pase de Marcos Alonso a Oyarzabal, quien de zurda centra para que Ferran remate de primera a gol. Brillante. Justicia al mejor juego de La Roja, que con el rival medio grogui a punto estuvo de silenciar San Siro un minuto después, pero el remate de Marcos se le escapó de las manos a Donnarumma (ni siquiera un gigantón de 1,96 es de hielo cuando tus propios aficionados te pitan) pero vio cómo el poste salía en su auxilio. El 0-2 como espejismo.
Tocaba seguir remando con la convicción de que ante Italia siempre hay que hacerlo. Di Lorenzo cabeceó fuera un córner en el 28'. Dos minutos después, la estrategia entre Insigne y Chiesa también acababa en borrón. La amarilla a Bonucci por protestar era el mejor sinónimo de lo mucho que sufría la azzurra en su intento de hincarle el diente al partido. No había que fiarse, eso sí. Se encargó de dejarlo claro Bernardeschi, cuyo disparo fue desviado al poste por Unai. También Insigne cuando en el 35' envió a la grada un remate franco tras pase de Emerson. Pero el quiero y no puedo italiano alcanzó su punto álgido casi al borde del descanso, cuando Bonucci vio la segunda amarilla por sacar a pasear el brazo en un salto con Busquets.
El resultado y la superioridad numérica obligaban a España a decir qué quería ser de mayor. Y no tardó en decidirse, pues justo cuando todo apuntaba al descanso llegó el 0-2. De nuevo iniciado en el pase de Marcos Alonso, con intervención de Sarabia y asistencia de dulce de Oyarzabal (menuda zurda) a Ferran, que esta vez sentenció de cabeza. Era la mejor rúbrica a una primera parte de diez de La Roja, cuyo juego obligaba a tomar medidas de calado a Mancini.
El seleccionador transalpino sentó a Bernardeschi y metió a Chiellini ante una segunda mitad que presagiaba un desgaste infinito. Sin embargo, fue España la primera que sufrió. Lo hizo en su goleador, pues Ferran tuvo que ser sustituido en el 49'. Luis Enrique redobló su apuesta con la entrada de Yeremy Pino, segundo debut de la noche. El canario tampoco se escondió. Se escoró a banda derecha y desde allí se erigió en un dolor de muelas para Emerson y Bastoni. A punto estuvo de llegar el 0-3 en el 62' tras un cabezazo de Oyarzabal a pase del jugador del Villarreal. También minutos después, tras el tiqui-taca para dormir el partido, cuando Marcos Alonso fue incapaz de batir en un mano a mano a Donnarumma (78').
Pero Italia siempre es Italia. Y con ese carácter fue capaz de acariciar el empate tras marcar el 1-2 en el 83'. Todo nació en un córner de La Roja. El rechace de Chiellini, la indecisión española y el error grave de Pau Torres, que dejó el balón en las botas de Chiesa. Este apuró y cedió para que Pellegrini marcara a placer. Afortunadamente, ya era tarde. Y el empuje final de los azzurri no encontró el premio del gol. La victoria vestía de rojo y dejaba a los de Luis Enrique en la final del domingo. Ese será otro partido grande. Lo esperamos con ganas.