Fuerte división sobre la situación de Georgieva: EEUU y Japón quieren desplazarla, pero los países europeos, China y Rusia prefieren que siga al frente del FMI
La mayoría de las naciones en desarrollo de África y América Latina, incluida Argentina, están a favor de la aún gerente del Fondo, cuya credibilidad ya fue dañada. Está acusada de favorecer a China cuando era la número dos del Banco Mundial. Mañana empieza la Asamblea conjunta de ambos organismos
El directorio del Fondo está partido acerca de la situación de Georgieva, acusada por un informe de un estudio de abogados contratado por la actual conducción del Banco Mundial, de haber favorecido a China en un reporte publicado en el año 2018, cuando era la jefa operativa de ese organismo.
De un lado, dice el influyente diario inglés, se alinean EEUU y Japón, que quieren la salida de Georgieva. Del otro están la mayoría de los más grandes países europeos (notablemente, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia), más Rusia y China, partidarios de que la economista búlgara, que accedió al máximo cargo ejecutivo del ente financiero a fines de 2019, siga al frente de la entidad.
EEUU y Japón son los dos países con mayor poder de voto en el FMI, con 16,5 y 6,14% respectivamente. El poder de voto de China, claramente inferior a su peso en la economía global, es de 6,04% y el de Rusia 2,59%, en tanto Alemania detenta un 5,31%, Reino Unido y Francia 4,03% cada uno e Italia 3,02 por ciento. De todos modos, la cuestión difícilmente se dirima por una simple suma de porcentajes. El directorio del FMI decide usualmente por “consenso” (mayoría más o menos amplia) y las decisiones más importantes deben juntar al menos el 85% del poder de voto, lo que implica que con su 16,5% EEUU tiene poder de veto.
La grieta
El choque de posiciones no hace más que profundizar las sospechas de las partes en pugna. Para norteamericanos y japoneses, que Georgieva sea defendida por Rusia, y en especial China, a la que supuestamente favoreció ejerciendo presión sobre algunos subordinados para mejorar la posición de Beijing en un ranking mundial de clima de inversión, los ratifica en su sospecha de que la funcionaria no es de fiar. Para China, defender a Georgieva es como defender su propia reputación como potencia económica y de adversario estratégico de EEUU. Y para los europeos es defender la prerrogativa que han tenido desde la fundación de la institución, en 1946, de designar a uno de los suyos en esa poltrona, y decidir también si se debe ir. La mayoría de los países en desarrollo de África y de América Latina apoyan la continuidad de Georgieva por haber piloteado el reciente aumento del capital del FMI, que les significó una inyección importante de divisas.
El choque de posiciones en torno de Georgieva no hace más que profundizar las sospechas de cada una de las partes
En el caso concreto de la Argentina, que recibió por ese concepto USD 4.334 millones, sin los cuales las reservas del BCRA serían aún más exiguas de lo que son, tanto el gobierno como –en especial- el ministro Martín Guzmán, favorecen la continuidad de Georgieva, por la relación que ya han entablado con ella –en el caso de Guzmán, con auspicio del Papa Francisco- y porque la consideran menos ortodoxa y más flexible que la rígida tradición del organismo.
Asamblea
La cuestión es que mañana comienza en Washington un impresionante desfilo de ministros de Finanzas, presidentes de Bancos Centrales y financistas, diplomáticos e influyentes de todo el mundo, en lo que será la primera Asamblea con fuerte presencialidad después de las Asambleas que se celebraron de modo remoto en 2019 y 2020 a raíz de la pandemia de coronavirus. Dejar el “caso Georgieva” abierto restará atención y energía a la resolución de otras cuestiones. Aún si retiene el cargo, la crisis institucional planteada en torno suyo socavará la credibilidad y los márgenes de acción de Georgieva, lo que –según Financial Times- “deja pocas alternativas a su reemplazo”.
“Un dividido y en el mejor de los casos apenas entusiasta apoyo por la directora-gerente dañaría la efectividad del Fondo, tanto en su rol de asesor de política económica como por la calidad de sus análisis”, dijo un ex director de departamento del Fondo citado por el FT. “Incluso si supera esta tormenta, le será muy difícil seguir siendo una líder efectiva por mucho tiempo. Las críticas de la que fue objeto, dijeron fuentes no identificadas, dudarán de la capacidad de la capacidad del FMI y del Banco Mundial de sostener posiciones firmes y promover reformas a favor del crecimiento en su trato con los gobiernos.
Quienes apoyan a Georgieva destacan su apoyo a naciones pobres y de ingresos medios y el haber incluido en la agenda del Fondo temas como el cambio climático y la igualdad de género. El aumento del capital del Fondo, que también piloteó, había sido propuesto en enero por Italia durante su turno en la presidencia rotativa del G20 y recibió el rápido apoyo del Tesoro de EEUU y otros países desarrollados.
De qué la acusan
El núcleo de la acusación contra Georgieva es que ejerció, a través de otro exfuncionario búlgaro, Simeon Djankov, y de otros directores de departamento del Banco Mundial, presión sobre el equipo a cargo del Informe anual “Doing Business”, para mejorar las calificaciones y la posición de China en el ranking internacional. La actual directora del FMI negó vehementemente los cargos, pero Djankov fue acusado de generar un ambiente “tóxico” de amenazas y extorsiones al personal del Banco Mundial.
Economistas “progresistas” como Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía 2001) y Jeffrey Sachs salieron en apoyo de Georgieva, denunciando una “caza de brujas” y un clima de Guerra Fría azuzada por la rivalidad entre EEUU y China, pero otro laureado, Paul Romer, execonomista jefe del Banco Mundial y premio Nobel de Economía 2018, reiteró que ese mismo año se fue del BM para no depender más de Georgieva, cuya “integridad” puso en duda. Ya entonces, Romer había señalado manipulaciones en torno a las calificaciones de Chile, presumiblemente para favorecer al gobierno de Sebastián Piñera por sobre el de Michele Bachelet. A raíz de estas y otras alegaciones, el Banco Mundial decidió hace un par de semanas discontinuar el informe anual “Doing Business”.