El jugador número 12: el análisis de la derrota de Boca en el Superclásico
Julián Álvarez la rompió y marcó los dos goles del triunfo de River, pero la figura fue Rapallini, el que siempre hace jugar a River con uno más. Más allá de eso, lo de Boca es preocupante.
También fue muy bueno -pegadito ahí nomás- el trabajo de los periodistas militantes de River: estaba cantado que Rojo en algún momento se iba a ir expulsado por Rapallini (nadie pensó que tan temprano) después de la prédica de los que nunca condenaron las patadas de Maidana, de Ponzio, de Enzo Pérez... El juez tiene una curiosa estadística con los dos. De los 31 partidos en que lo dirigió, River ganó 21 y perdió sólo dos. Con este agregado: expulsó a ¡12! jugadores del rival. Dirigiendo a Boca, en cambio, las cosas son algo más parejas: 9 triunfos, 8 empates y 8 caídas. Y a Boca le echó a más jugadores (4) que a sus rivales (3). Raros números, los de Rapallini, con un equipo que viene de dominar ampliamente el fútbol local contra otro que no ganó un torneo en siete años. ¿Casualidad? Difícil de creer. Casco reconoció que "la expulsión influyó" y que River "creció después de la roja". Pérez, mientras tanto, resaltó "la importancia de tener un jugador más" (dos en realidad con Rapallini). Los testigos no hacen otra cosa que confirmar nuestra lectura.
Explicada la razón principal de la derrota, cabe un análisis
sobre Boca. No hubo tiempo de ver si Battaglia le iba a devolver el
protagonismo que se le reclamaba a Russo en este tipo de partidos porque
al cuarto de hora ya estaba con uno menos, pero sí cabe reprocharle a
Battaglia algunas decisiones. Las inclusiones del Pulpo, Almendra y Cardona, todos juntos, llegaron a mostrar a un Boca espeso, sin dinámica,
sin la velocidad que había mostrado hasta acá. La entrada de Molinas lo
expone: con buenas y malas, el chico intentó en un contexto adverso,
pidió la pelota, se mostró, despertó al equipo, lo obligó a jugar. Los
cambios del entretiempo también lo marcan. Ya había sacado a Cardona
para rearmar la defensa y liquidó de un plumazo a los otros dos. La entrada de Zambrano, y no de López, termina de ratificar lo que se sabía: Battaglia es parte del Consejo de Fútbol. Si
es demasiado decir que obedece órdenes, al menos escucha con mucha
atención las sugerencias. El peruano, autor de un gol que no sirve para
nada, sufrió mucho el partido.
Las sensaciones que quedan son malas. El resultado es un regalo, pero también hay actuaciones que marcan. La decisión de Battaglia de salir al segundo tiempo a no perder por goleada es una ofensa a la historia de Boca, mucho más que cualquier planteo de Russo o de Alfaro. La falta de reacción del equipo después de la expulsión y del 1-0 habla de una deficiencia anímica que con Miguel parecía superada. Y después del 2-0, quedó claro que Boca había quedado a merced de lo que River quisiera hacer: golearlo, por ejemplo.
Boca, este Boca irreconocible reducido a pelotazos y patriadas individuales al que la pelota jamás le duró más de tres o cuatro segundos, nunca estuvo en partido. Le faltó inteligencia hasta para las lecturas más obvias (Enzo Pérez jugó con total libertad), ratificando los problemas de comprensión de texto que vienen desde la escuela primaria. Y pocos jugadores estuvieron a la altura: el Cali y Fabra, poco más. Hasta ahora, el grupo había suplantado la falta de jerarquía disponible en el plantel con la frescura de los pibes. Que queden afuera por el documento o porque tienen que jugar los refuerzos habla de una política equivocada, como la de pretender que Rojo sea líder. Los líderes no sólo tienen un espíritu distinto, también tienen cabeza.
Habrá que ver cómo se repone el plantel luego de este golpe. De acá a fin de año, sólo queda pelear para entrar a la Libertadores 2022. Con la punta del torneo lejos y la tabla anual de clasificación complicada, queda la opción de Copa Argentina con una incertidumbre: hasta ahora, Battaglia no ganó ninguno de los dos partidos importantes que tuvo (pasó a Patronato por penales y perdió con River). Hay que reconocerle al Consejo, eso sí, una buena: el contrato de Battaglia es hasta fin de año. Después, se verá.
Por lo demás, hay que decir que los superclásicos importantes del año, los eliminatorios, los ganó Boca. Y cabe una corrección a los estadígrafos: todos dicen que River tardó 11 años para volver a ganarle a Boca por torneos locales en el Monumental. Es cierto, pero no exageremos: hubo un año en el que no se jugó por ausencia de River. Rigor, muchachos, rigor.