El equipo de Gallardo ganó con un gol en contra, supo sufrir y es más puntero que nunca
En el Sur, por la decimoquinta fecha del campeonato, el conjunto millonario le puso el pecho a las 10 bajas, por las eliminatorias y por lesiones, y se impuso por 1 a 0 al Taladro; la victoria es fundamental por lo que tiene... y lo que le falta
El gol fue en contra, de Gustavo Canto. Sin embargo, en la jugada previa, se destacó Federico Girotti, de 22 años, que lo festejó como si fuera propio. Y con la certeza de que pronto será papá... “Iba al arco, el gol me debería pertenecer. Era un partido clave, nos faltaba medio equipo y supimos aprovechar los momentos justos para atacar, hacernos fuertes y convertir el gol. Era un partido complicadísimo. Los centrales de Banfield son muy duros, unos bestias. Era un encuentro para luchar. Me sirve para la confianza, me sentía un poco bajo y un jugador a veces necesita recuperarse para mejorar de la cabeza. Con mi novia vamos a esperar un hijo, se lo dedico a ella”.
La incógnita era determinar el grado de compromiso colectivo y vocación ofensiva del equipo alternativo de River, que combinó juventud y experiencia, pero con piezas que habitualmente no son titulares, que suelen esperar detrás de escena. Lo llamativo fue que Marcelo Gallardo dejó en el banco de suplentes a Carrascal, todo un símbolo por su deslucido desempeño en el superclásico.
El colombiano, tan hábil como intermitente, de calidad comprobada y, al mismo tiempo, con una liviandad alarmante, ingresó un rato en el choque contra Boca, que River ganó por 2 a 1, más allá del abismo que hubo entre uno y otro coloso. Ingresó a los 33 minutos del primer tiempo por el lesionado Braian Romero y fue reemplazado a diez minutos del final por Leonardo Ponzio, ovacionado en el Monumental. Carrascal estuvo perdido, sin pimienta en los avances, aún con espacios.
La creación fue propiedad de Rollheiser, uno de los jóvenes, que dispuso de la apertura del marcador a los 2 minutos, pero su remate fue controlado por Altamirano. El espectáculo fue a todo ritmo, una suerte de ida y vuelta con propuestas ambiciosas, atractivas para el desarrollo. River atacaba, Banfield respondía. Una amenaza permanente para los arqueros. El de River fue Bologna, de destacada tarea en el Taladro largos años más tarde.
A los 18 minutos, River abrió el marcador, con un tanto en contra de Gustavo Canto, luego de una mágica acción de Girotti. Altamirano dio rebote por un potente disparo de zurda de Palavecino y, más tarde, el joven delantero millonario creó una fantasía, antes de la desafortunada acción final. Al rato, el defensor debió salir, por una lesión.
El juego siguió a todo ritmo. River se aproximaba al segundo, Banfield estaba a tiro del empate. Por momentos -solo por momentos- no se notaron las bajas. River tiene 10 ausencias con las lesiones de Suárez, Braian Romero (desgarro), Enzo Pérez (fisura del quinto dedo del pie derecho) y Jonathan Maidana (lesión muscular) y los citados a los seleccionados como Franco Armani y Julián Alvarez con la Argentina, Robert Rojas y David Martínez con Paraguay; Paulo Díaz con Chile y Nicolás de la Cruz con Uruguay, por lo tanto el viaje a Banfield tuvo un riesgo mayúsculo.
Ante esa carencias, Gallardo recurrió a la juventud y condiciones de probables reemplazantes como el zaguero Felipe Peña Biafore (20 años), Santiago Simón (19, jugó muy bien ante Boca), Federico Girotti (22) y Benjamín Rollheiser (21), apuntalados por la experiencia que aportan Enrique Bologna (39), Javier Pinola (38) o Bruno Zuculini (28). Pinola mostró su sentimiento a flor de piel. “Para mí, es un año difícil en lo deportivo, pero ahí estoy, con el apoyo de mi familia y mis compañeros, que no me dejan caer. Desde donde me toque, para cumplir los objetivos”, contó.
Y fue más allá: “Estamos todos para aportar, para hacerles las cosas difíciles al DT, sabemos lo que exige y el que esté mejor, juega. Cuando a uno le toca la oportunidad, hay que aprovecharla y ayudar al equipo. Hoy faltaban muchos jugadores y teníamos que defender la punta; teníamos que dar la cara. Supimos luchar el partido y cuando hubo que sufrir, lo sufrimos, pero acá estamos, dando batalla”.
De a ratos, el conjunto millonario no la pasó nada bien. Sobre todo, en el primer tramo del segundo capítulo, cuando Cuero entró y mostró velocidad y gambetas. River perdió el control del juego, los experimentados no se sentían a gusto (Pinola, Zuculini) y los jóvenes alternaban luces y sombras. A medida que caía la tarde, el Taladro se iluminaba y el Millonario, se apagaba.
“¡Pala, para adelante!”, fue el grito de Gallardo, molesto por la actitud general del equipo y, principalmente, por la conducción de Palavecino, más útil para el pase filtrado y el tiro desde lejos, que como una suerte de número 10. Entró Carrascal para explotar los últimos 25 minutos, cuando el encuentro entró en una nebulosa: cualquier cosa podía ocurrir.
A los 35 minutos, Gallardo dispuso de... tres modificaciones, al mismo tiempo, con la certeza de que Banfield dominaba, buscaba, estaba cerca de la igualdad. Entonces, más allá de las 10 bajas, tomó el timón y decidió los ingresos de Ponzio, Paradela y Fontana.
El primero, para darle mayor consistencia al círculo central, el segundo, para buscar más fundamentos en la creatividad y el tercero, un exBanfield, un faro en el área adversaria, en tiempos de luchas y desgastes. De arriba y abajo.
Pudo haber marcado el segundo: Carrascal dispuso de dos ocasiones. Y sufrió, sufrió hasta el final. Pero River tiene aura. Con titulares y suplentes. Por eso sigue arriba de todos. Más puntero que nunca.