El Barça se baja en Vallecas
El equipo blaugrana volvió a fracasar y el proyecto de Koeman ya no se sostiene. la derrota ante el Rayo (marcó Falcao) desnuda a un equipo impotente.
Vivir en el autoengaño permanente no sale gratis. Que el Barça acabara el Clásico de hace tres días puntuándose con una buena nota y diciendo que estaba en el camino correcto se paga. La falta de autocrítica culé tuvo como consecuencia una continuación del discurso inane de la segunda parte del domingo ante el Madrid, pero esta vez era el Rayo. Un equipo con un plan que desnudó de inicio a un Barça inofensivo delante y blando atrás. Un conjunto sin un plan, sin liderazgo y perdido.
A día de hoy, este Barça es algo así como esas empresas (gimnasios, compañías eléctricas, plataformas de contenidos, almacenes de muebles, aseguradoras de coches o lo que quieran poner) que para captar clientes hacen de entrada una oferta irrechazable. En el caso del club blaugrana es altamente tentadora: “al primer disparo,le aseguramos el gol”. Eso no lo supera ni lo de un mes gratis. Porque lo del mes gratis, luego se lo cobran, pero el gol a favor no se lo quita ya nadie.
En Vallecas, el Barça volvió a encajar por quinta vez consecutiva gol en el primer disparo a puerta del rival. Un balón perdido por Busquets ante el empuje de Trejo le sirvió a Falcao para rifarse a Piqué y poner el balón fuera del alcance de Ter Stegen a la media hora de partido.
Hasta ese momento, el Barça dependía de Nico, que regresaba a la titularidad y trataba de organizar a un equipo en el que las primeras espadas naufragaban desde el portero al delantero centro. Ni Memphis, ni Coutinho, ni Piqué, ni Busquets, ni Alba comparecían en un partido que el Rayo iba sacando adelante a base de piernas y orden.
Las únicas ocasiones del Barça acababan en los pies de Dest, que parece que está rodando un video para copar el solo el resumen de fin de año de los fallos más grotescos a un metro de portería del 2021.
La conclusión de la primera parte del Barcelona en Vallecas vino a ser la repetición de lo vivido ante el Real Madrid entre otros rivales: para ganar al Barça hay que hacer lo justo, que ya se complicarán ellos, especialmente Coutinho, que se especializa en ralentizar cualquier jugada. El brasileño es una máquina de perder balones, un saco de piedras en la espalda de sus compañeros, un escribano con pluma de ganso en un mundo digital. Una anacronía en el fútbol actual que, ayer que cumplía cien partidos como barcelonista, cuenta con un único valedor, que curiosamente es el entrenador del Barça, que le ha dado más oportunidades que al Platanito.
Con el Barça perdido y Koeman tratando de encontrar caminos en la selva volviendo a probar a jugadores como Demir que parecían estar en el archivo, el Barça llegó a encontrar una puerta en el laberinto en el que se había metido. Memphis apareció por sorpresa en una acción individual y fue derribado en el área. Como si fuera el patio del cole, que es más o menos a lo que juega el Barça, el holandés adujo aquello de que “me lo hacen a mi, lo tiro yo” a pesar de que el Kun se ofreció para tirarlo. El resultado del máximo castigo estuvo al nivel del desastre culé con Memphis fallando lamentablemente y clavando el último clavo en el ataúd del equipo blaugrana, que fue absolutamente incapaz de ni siquiera meter miedo al Rayo en los minutos finales, en los que tan cerca estuvo el empate como el 2-0.
Definitivamente, el Barça se baja de este tren en Vallecas y ahora busca una luz al final del túnel.