Dos náufragos sobrevivieron 29 días en una lancha a la deriva en el Océano Pacifico comiendo cocos y tomando agua de lluvia
Livae Nanjikana y Junior Qoloni intentaban cruzar de una isla a otra cuando quedaron sin rumbo “bajo una lluvia torrencial, densas nubes negras y fuertes vientos”
Los dos hombres viajaban entre dos islas en el impredecible mar de las Islas Salomón, cuando su pequeña embarcación se vio atrapado en una tormenta, el 3 de septiembre.
Livae Nanjikana y Junior Qoloni perdieron el rumbo “bajo una lluvia torrencial, densas nubes negras y fuertes vientos”, dijo Nanjikana el viernes en la televisión Solomon Islands Broadcasting Corporation.
La batería de su GPS se agotó y, al acercarse la noche, apagaron su motor de 60 caballos para ahorrar combustible.
Los hombres pasaron la primera noche azotados por el viento y la lluvia, que hicieron que su barco se adentrara más en el mar. Durante los primeros nueve días se alimentaron con las naranjas que habían llevado para el viaje. Cuando se agotaron, Livae Nanjikana explicó que sobrevivieron gracias al agua de lluvia, a los cocos “y a nuestra fe en Dios porque oramos día y noche”.
Recogiendo el agua de lluvia en una bolsa de lona, los dos hombres encendían su motor en cuanto veían sobre en el mar un coco, y se precipitaban para recuperarlo.
“Después de varios días, Dios nos dio la idea de construir un dispositivo para navegar a vela. Así que construimos una estructura en forma de mástil con remos y lienzo y pusimos las velas siguiendo la dirección del viento”, explicó Livae Nanjikana.
La vela los llevó a la isla de Nueva Bretaña en Papúa Nueva Guinea, donde vieron de lejos a un pescador en una canoa de madera. Encendieron el motor para acercarse hacia él, pero se les acabó el combustible. “Fue entonces cuando gritamos y agitamos continuamente las manos al pescador, que nos vio y remó hacia nosotros”, dijo Nanjikana.
“Cuando nos alcanzó, le preguntamos: ¿Dónde estamos ahora? Él respondió: Papúa Nueva Guinea, y nosotros: Oooh, ahora estamos a salvo”, recordó.
Al llegar a tierra, los dos hombres estaban tan débiles que tuvieron que ser llevados de la lancha directamente a una casa cercana donde fueron atendidos por los lugareños.
En declaraciones al diario británico The Guardian, Livae bromeó que, a pesar de la terrible experiencia, hubo algunos aspectos positivos de estar a la deriva en el mar como el de tener un “buen descanso de la pandemia del covid-19”. Y dijo: “No tenía idea de lo que estaba pasando mientras estuve allí. No escuché nada sobre el covid-19 ni nada más. Tengo muchas ganas de volver a casa, pero supongo que fue un buen descanso de todo”.
Los dos hombres se encuentran ahora en un centro médico en Pomio, en la isla de Nueva Bretaña, mientras se toman medidas para trasladarlos a las Islas Salomón.