Debate científico sobre un estudio que sugiere que hacer ejercicio puede suprimir el crecimiento de tumores
Así lo afirma una investigación científica en Australia, que destaca cómo los músculos segregan en la sangre unas proteínas llamadas mioquinas que luchan contra el cáncer. La voz de los expertos consultados por Infobae
La investigación en cuestión fue realizada por investigadores de la Universidad Edith Cowan (ECU), en Australia, demostró que el ejercicio puede ser un arma clave en la batalla de los pacientes con cáncer contra la enfermedad, según publican los expertos en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise. Allí, afirman que el ejercicio hace que los músculos segreguen en la sangre unas proteínas llamadas mioquinas, sustancias que pueden suprimir el crecimiento de los tumores e incluso ayudar a combatir activamente las células cancerosas.
“Aunque se han propuesto varios mecanismos para el efecto supresor de tumores del ejercicio, se ha prestado poca atención a las mioquinas a pesar de que el músculo esquelético se recluta en gran medida durante el ejercicio, lo que provoca aumentos repentinos de las mioquinas. Medimos los niveles séricos de mioquinas en reposo antes y después de una intervención basada en ejercicio y el efecto de este suero sobre el crecimiento de las células del cáncer de próstata”, explicaron los expertos en el paper publicado.
Sin embargo, el doctor Fernando Petracci (MN 106388), oncólogo del Departamento de Cáncer de Mamá del Instituto Alexander Fleming, puso reparos en este estudio presentado, ya que “solamente es una línea de investigación publicada en una revista científica de poco impacto y realizado en solo 10 pesonas con cáncer de próstata”.
“Hay cientos de estudios que investigan estas líneas de trabajo, pero todavía no hay nada concluyente. Esto es un pequeño dato más pero sin impacto relevante sobre un experimento en línea de cultivos celulares”, resaltó a Infobae el experto.
Para la doctora Valeria Cáceres (MN 79.930), médica Oncóloga Clínica, doctora en Medicina y jefa del Departamento de Oncología Clínica del Instituto “Ángel H. Roffo” (UBA), estos son estudios muy preliminares como para sacar una conclusión. “Es un estudio realizado en fases muy iniciales, pero de todas maneras, lo que sí sabemos es que la actividad física mejora la actividad de los pacientes y también ayuda al control del peso y la disminución de la grasa. Al tratarse de un estudio incipiente, todavía no se puede aplicar el mismo en un ensayo clínico riguroso, prospectivo y randomizado en pacientes”, afirmó Cáceres a Infobae.
En la investigación científica, diez pacientes con cáncer de próstata que se sometieron a terapia de privación de andrógenos (ADT) realizaron una intervención basada en ejercicios de 12 semanas que incluyó entrenamiento de resistencia supervisado, ejercicio aeróbico autodirigido y suplementos de proteínas. En el ensayo clínico, los pacientes obesos con cáncer de próstata dieron muestras de sangre antes y después del programa de ejercicios. A continuación, los investigadores tomaron las muestras y las aplicaron directamente sobre células vivas de cáncer de próstata.
El supervisor del estudio, el profesor Robert Newton, señaló que los resultados ayudan a explicar por qué el cáncer progresa más lentamente en los pacientes que hacen ejercicio. “Los niveles de mioquinas anticancerígenas de los pacientes aumentaron en los tres meses. Cuando tomamos su sangre antes del ejercicio y su sangre después del ejercicio y la colocamos sobre células vivas de cáncer de próstata, vimos una supresión significativa del crecimiento de esas células de la sangre después del entrenamiento -explica-. Eso es bastante sustancial e indica que el ejercicio crónico crea un entorno supresor del cáncer en el cuerpo”, reveló.
Jin-Soo Kim, candidato al doctorado y líder de la investigación, afirma que, aunque las mioquinas podían indicar a las células cancerosas que crecieran más despacio -o que se detuvieran por completo-, eran incapaces de matarlas por sí mismas. Sin embargo, las mioquinas pueden asociarse con otras células de la sangre para luchar activamente contra el cáncer. “Las mioquinas, por sí solas, no indican a las células que mueran -precisa Kim-. Pero sí indican a nuestras células inmunitarias -las células T- que ataquen y maten a las células cancerosas”.
Por su parte, el profesor Newton añadió que el ejercicio también complementa otros tratamientos del cáncer de próstata, como la terapia de privación de andrógenos, que es eficaz y se prescribe habitualmente, pero que también puede provocar una reducción significativa de la masa magra y un aumento de la masa grasa. Esto puede dar lugar a una obesidad sarcopénica (ser obeso con poca masa muscular), peor salud y resultados del cáncer. Todos los participantes en el estudio estaban sometidos a TDA y eran obesos, y el programa de entrenamiento les permitió mantener la masa magra mientras perdían masa grasa.
El estudio se centró en el cáncer de próstata, por ser el más frecuente entre los hombres y por el elevado número de muertes de pacientes, pero el profesor Newton asegura que los resultados podrían tener una repercusión más amplia. “Creemos que este mecanismo es aplicable a todos los tipos de cáncer”, afirma Newton.
El doctor Dario Niewiadomski, médico oncólogo, miembro de la Sociedad Argentina de Cancerología, explicó a Infobae que este estudio preliminar australiano, se suma a otros que investigan las propiedades de las mioquinas. Según el experto, en una investigación científica publicada a fin de 2020 y realizada en ratones, demostró que “los miembros de las familias de la kinesina y la mioquinas desempeñan múltiples funciones importantes, ya sea genética o farmacológicamente, para bloquear tanto la invasión como la proliferación de los glioblastomas, un tipo de cáncer agresivo que comienza en las células llamadas astrocitos que brindan sostén a las células nerviosas.
“Los motores moleculares representan puntos donde convergen múltiples vías redundantes de señalización que estimulan la proliferación y la invasión y, como tal, su inhibición debería producir un efecto antitumoral sólido y sostenido”, sostiene el estudio publicado en la revista científica PubMed.
La ECU está llevando a cabo otros estudios, incluido un ensayo en el que los pacientes con cáncer de próstata en fase avanzada se someten a un programa de ejercicios de seis meses. Aunque los resultados aún están pendientes, el profesor Newton adelanta que los resultados preliminares son alentadores. “Estos hombres tienen una gran carga de enfermedad, amplios efectos secundarios del tratamiento y están muy mal, pero aún pueden producir medicamentos contra el cáncer desde dentro. Es importante ya que puede indicar por qué los hombres, incluso con cáncer avanzado, si son físicamente activos, no sucumben tan rápidamente”, concluyó.