Con la lección aprendida
El Athletic estaba escarmentado tras perder tres puntos en los últimos instantes ante el Rayo y Valencia, y esta vez supo proteger el 1-0 en el derbi ante el Alavés.
Calleja llegó a Vitoria con la idea de jugar bien al fútbol, de pintar buenos cuadros sobre el césped. Quería rodear la pelota de violines, pero ha acabado escondiendo los instrumentos musicales en una gruta oscura y húmeda, para que los carcoma. Su Alavés se encerró atrás durante 45 minutos con dos líneas de ocho jugadores en total. La estación de autobuses de Bilbao está cerca de San Mamés. Se denomina Termibus. Uno de los autocares se escapó al campo de fútbol. Lo conducía el Glorioso. Su plan es genial cuando se adelantan, pronto o tarde, y el muro de cemento defiende esa renta. Pasó ante el Atlético. Pero cuando es el enemigo el que avanza en el marcador, la cosa se tuerce. No está preparado para dominar e imponer el ritmo, así que solo rastrea el área contraria por casualidad.
Y luego los rojiblancos estuvieron estupendos manejando la estrategia. Cuando defendían un balón parado babazorro, se hacían fuertes y salían como balas al contragolpe. Y cuando disponían ellos de ese privilegio, lo remataban todo por arriba ante tres centrales apocados. Vivian tuvo la primera en el minuto cinco. Remató un córner de cabeza y el balón dio un poco más abajo del hombro de Ximo Navarro, que estaba de espaldas. El árbitro fue alertado de un posible penalti y tras chequearlo en la pantalla situada a pie de campo, decretó el castigo. Lo lanzó Raúl García, pero le negó el gol Pacheco.
Calleja cambió un poco el plan tras el descanso. Sacó a Sylla de la isla en la que estaba preso en el ataque y puso a Joselu primero y a Guidetti más tarde. El sueco se sacó la camiseta de calentamiento y dejó ver un óleo de tatuajes en la espalda. Fue como hacer clic a un interruptor que disparó al Alavés intentando jugar más lejos de la portería propia. Fortalecieron el medio campo con un 3-4-3 cuando tenían el balón y empezaron a echar el aliento a Unai Simón. El juego era dinámico y podía hacía presente lo que había ocurrido en el último partido de ambos contendientes: el desaguisado del Athletic en Mestalla y la bendición del Glorioso ante el vigente campeón Atleti. Falta impresión.
El Alavés siguió de mudanza. Se puso con cuatro atrás en el último cuarto de hora. Marcelino juntó por primera vez a Zarraga, Vencedor y Dani García en la zona de creación. El momento de las pizarras y las innovaciones. Los vitorianos tuvieron mejores intenciones pero casi el mismo peligro que en el primer tiempo: fueron incapaces de meter el miedo en el cuerpo del enemigo. Nunca se acabaron de creer que podían generar incertidumbre en el adversario. Se quedaron a medias. El Athletic es experto en estropear una buena noche, en jugar con fuego, pero en el derbi corrigió su fatídica tendencia al suicidio.