Con la lección aprendida

El Athletic estaba escarmentado tras perder tres puntos en los últimos instantes ante el Rayo y Valencia, y esta vez supo proteger el 1-0 en el derbi ante el Alavés.

Alfonso Herrán
As
El Athletic va paso a paso hacia la graduación. Parece tener la lección aprendida. Tras dejar escapar un botín de tres puntos por su mala postura en los instantes finales ante Rayo y Valencia, esta vez supo aguantar un escuálido 1-0 ante el Alavés, sin sufrir más allá de un tímido remate de Pellistri en el último sorbo. El equipo rojiblanco parece que vuelve a ser fiable en casa, aunque le cuesta horrores ganar, y el Glorioso regresa a su triste y preocupante realidad.

Calleja llegó a Vitoria con la idea de jugar bien al fútbol, de pintar buenos cuadros sobre el césped. Quería rodear la pelota de violines, pero ha acabado escondiendo los instrumentos musicales en una gruta oscura y húmeda, para que los carcoma. Su Alavés se encerró atrás durante 45 minutos con dos líneas de ocho jugadores en total. La estación de autobuses de Bilbao está cerca de San Mamés. Se denomina Termibus. Uno de los autocares se escapó al campo de fútbol. Lo conducía el Glorioso. Su plan es genial cuando se adelantan, pronto o tarde, y el muro de cemento defiende esa renta. Pasó ante el Atlético. Pero cuando es el enemigo el que avanza en el marcador, la cosa se tuerce. No está preparado para dominar e imponer el ritmo, así que solo rastrea el área contraria por casualidad.

El Athletic se impuso claramente en el primer tiempo. En 21 minutos llevaba cuatro saques de esquina y otras tantas faltas. Fue el que más propuso y el resultado es más que justo. Ante la red babazorra, tiró de paciencia e interpretó a las mil maravillas el juego posicional alternando el pase corto y largo. Aunque se esperaba un partido muy cerrado y táctico, hubo ritmo, vaya que sí, porque los leones salieron a fuego, ante un enemigo que tardó un mundo en ajustarse ante la propuesta local. Muniain fue un tormento actuando por el medio, fuera de su sitio habitual, a la izquierda. Contactó con el frente ofensivo filtrando pases que eran puñales hacia Pacheco. Ni eso supieron leer los pupilos de Calleja, que tenían pista por su banda derecha con Martín y De la Fuente y apenas pisaron esa orilla.

Y luego los rojiblancos estuvieron estupendos manejando la estrategia. Cuando defendían un balón parado babazorro, se hacían fuertes y salían como balas al contragolpe. Y cuando disponían ellos de ese privilegio, lo remataban todo por arriba ante tres centrales apocados. Vivian tuvo la primera en el minuto cinco. Remató un córner de cabeza y el balón dio un poco más abajo del hombro de Ximo Navarro, que estaba de espaldas. El árbitro fue alertado de un posible penalti y tras chequearlo en la pantalla situada a pie de campo, decretó el castigo. Lo lanzó Raúl García, pero le negó el gol Pacheco.

Muniain seguía flotando entre líneas y haciendo caricaturas del frontón vitoriano. El Athletic presionaba como un poseso la salida del volante albiazul. Raúl se sacó la espina cerca del descanso, con un córner en el que los pupilos de Marcelino cambiaron la partitura: sacó en corto Berenguer a Muni y aquel hizo un par de culebreos sin balón para desorientar al enemigo. Se incorporó Lekue y a él se la dio Iker. El latgeral centró preciso para que rematara solo en el segundo palo Rulo. Martín se quedó aturdido ya al primer pase de distracción de ese largo plan.

Calleja cambió un poco el plan tras el descanso. Sacó a Sylla de la isla en la que estaba preso en el ataque y puso a Joselu primero y a Guidetti más tarde. El sueco se sacó la camiseta de calentamiento y dejó ver un óleo de tatuajes en la espalda. Fue como hacer clic a un interruptor que disparó al Alavés intentando jugar más lejos de la portería propia. Fortalecieron el medio campo con un 3-4-3 cuando tenían el balón y empezaron a echar el aliento a Unai Simón. El juego era dinámico y podía hacía presente lo que había ocurrido en el último partido de ambos contendientes: el desaguisado del Athletic en Mestalla y la bendición del Glorioso ante el vigente campeón Atleti. Falta impresión.

El Alavés siguió de mudanza. Se puso con cuatro atrás en el último cuarto de hora. Marcelino juntó por primera vez a Zarraga, Vencedor y Dani García en la zona de creación. El momento de las pizarras y las innovaciones. Los vitorianos tuvieron mejores intenciones pero casi el mismo peligro que en el primer tiempo: fueron incapaces de meter el miedo en el cuerpo del enemigo. Nunca se acabaron de creer que podían generar incertidumbre en el adversario. Se quedaron a medias. El Athletic es experto en estropear una buena noche, en jugar con fuego, pero en el derbi corrigió su fatídica tendencia al suicidio.

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