Camavinga se descontrola

El francés ya ha sido sustituido dos veces por Ancelotti en el descanso, con amarilla, para evitar la expulsión. Su burbuja se pincha...

Marco Ruiz
As
"Camavinga lo tiene todo para triunfar en el Madrid. No siente presión, su carácter es así. Siempre ríe, gasta bromas... Es la frescura de la juventud”. Así definía Ancelotti al ex del Rennes después de su estelar irrupción en el Madrid con sólo 18 años, con gol incluido ante el Celta en su debut. Ahora, el técnico italiano también sabe que la juventud no sólo da frescura, también un ímpetu excesivo si no se sabe administrar. Ante Osasuna fue la segunda vez que el joven centrocampista, al que le pueden las ganas de triunfar (al menos, de precipitar en lo posible la transición hacia un Madrid del futuro con una nueva medular), tanto que no consigue bajar las revoluciones cuando juega.


Camavinga sintió el partido de ayer como una gran oportunidad de sembrar dudas en la idea que ya parece firme en Ancelotti: un 4-3-3 con el trivote de siempre, Casemiro, Modric y Kroos, como titularísimos. Con ellos tres, el Madrid había levantado el vuelo con su goleada al Shakhtar en Kiev y la victoria en el Camp Nou. Camavinga tendrá que seguir esperando...

En los primeros 45 minutos, el francés estuvo en todas, en lo bueno y en lo malo. Hasta tres disparos, uno de ellos con la cabeza. Pero el exceso de fogosidad ya le había hecho ver amarilla en el minuto 28 por una dura entrada a Torró. Sólo tres minutos después Camavinga se jugaba la segunda por otra entrada a destiempo, mientras resbalaba sobre el césped, esta vez a Rubén García. Sin duda, un tic adquirido en la liga francesa, la excesiva dureza con la que se emplean los futbolistas, que tan de cabeza ha traído a Neymar estos años. Camavinga es el segundo jugador de las cinco grandes Ligas que ve más tarjetas, una cada 60 minutos (ya van cuatro en Liga), sólo superado por el atlético Matheus Cunha, que las ve cada 56 minutos (él, sólo dos).

Ancelotti se vio obligado a cambiar a Camavinga en el descanso, como sucedió ante el Espanyol por la misma circunstancia. “No va a terminar el partido así...”, se llegó a leer en los labios del técnico que, con todo, terminó prescindiendo de la media en el tramo final, con un 4-2-4 (sostenido por Casemiro y Kroos) que tampoco fue suficiente para deshacer el empate con el que dio comienzo el partido, tercer tropiezo seguido en el Bernabéu (tras el empate ante el Villarreal y la derrota ante el Sheriff).

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