¿Arbitrajes improbos o bajo sospecha?

Offside iexistente sancionado contra Royal Pari
José Vladimir Nogales

JNN Digital


La pírrica adición de una sola unidad de las últimas nueve en juego, no sólo sacó a Royal Pari de la zona de Libertadores, sino que lo dejó a cuatro unidades de Bolívar, que se quedó con esa apetecida plaza.


Aunque su degradación futbolística bien podría explicar la mengua de su cosecha, la dirigencia del club apunta a los arbitrajes –a quienes acusan de ensuciar el campeonato- como causa del derrumbe sufrido. Es práctica frecuente, en nuestro fútbol, justificar los fracasos con la cuestionada probidad de arbitrajes habitualmente calificados de indecentes. Para técnicos como el sulfúrico Erwin Sánchez, que siempre cree ser víctima de una confabulación, su equipo nunca pierde porque juega mal o es superado, pierde porque es deliberadamente perjudicado. Y en la última década, con mayor o menor grado de paranoia, ese ha sido el camino elegido por los técnicos para explicar resultados adversos en lugar de hacer una disección de las connotaciones tácticas que entrañan una batalla.

De todos modos, el nivel del arbitraje ayuda a alimentar las sospechas. En la era del VAR, en un fútbol sin VAR, los jueces quedan permanentemente en evidencia, delatados por la crudeza de las imágenes televisivas. No se les reclama pitar, o no, un offside milimétrico –de esos que el VAR sanciona con exagerada precisión- o ciertas acciones abiertas a subjetivas interpretaciones (si una mano está o no en posición natural, la voluntariedad, el tipo y efecto de un contacto), se les cuestiona cuestiones más objetivas, más reglamentarias, como la lectura correcta de un offside nítido, la dualidad de criterio en la sanción de infracciones análogas, el cobro de presuntas faltas cuando es evidente que la víctima teatraliza el contacto. Es muy cierto que las más recientes modificaciones en el reglamento –aclaraciones y recomendaciones de la International BOARD- han generado más confusión. Ya no se sabe, con exactitud, cuando una mano es sancionable, cuál es la posición antinatural, si un impacto tras rebote es punible o no si el brazo está extendido. Cada árbitro o federación tiene disímiles criterios, lo que hace todo más indiscernible. Bueno sería que se aclare si sigue vigente la regla de los seis segundos (el tiempo que el golero puede tener el balón entre sus manos), puesto que, en temporadas recientes, es posible computar más de diez y hasta quince segundos el tiempo que se consume con el balón prendido entre los guantes del golero. Tampoco se supo sobre la anulación de la regla que obliga a los sustituidos a abandonar el campo por el punto más cercano a su posición. Ante la inflamada paciencia de los jueces, los jugadores optan por una salida dilatoria, saludando como en desfile y, poco menos, tras dar una vuelta olímpica. Y esa permisividad en el consumo de tiempo es lo que hace más mediocre un fútbol de pobreza congénita, puesto que se alimenta de prácticas especulativas, empeñado en desarrollar malas artes en lugar de cultivar mayores destrezas técnicas. Ese fútbol basura, muy a gusto del cálculo, es lo que nos corroe por dentro. Y el arbitraje, con su vista obesa, ayuda a la podredumbre. Es curioso que los jueces no sean capaces de discernir infracciones reales de las fingidas. Que un leve roce provoque un desmayo o tenga un efecto telúrico señala la escasa observación de los administradores de justicia o una exagerada candidez, resultado extremadamente susceptibles al engaño. Y un juego cortado, en un contexto de crónica lentitud, es mucho más pernicioso de lo que se cree porque favorece el engaño y degrada la técnica.

DENUNCIAS DE ROYAL PARI

Dura falta de Benegas contra Chávez que el
 juez sólo amonestó
En su denuncia contra el referato, Royal Pari alega perjuicio en el partido con Palmaflor (2-2), por la sanción de una inexistente posición adelantada de Jefferson Tabárez, quien visiblemente aparece por detrás del pie del último zaguero visitante y, por si hiciera falta, por detrás de la línea de la pelota. El juez asistente, con una perspectiva diáfana, sancionó una posición que no estaba viciada.

Esa defectuosa prestación arbitral, que supuso la pérdida de dos vitales unidades, reflotó la queja hecha tras la caída ante Wilstermann, en el Capriles, el pasado sábado. La dirigencia cruceña acusó al juez Jordán de la omisión de cuatro penales en su favor. Nada dijeron –como siempre ocurre- de la tarjeta roja merecida por Benegas por un artero planchazo contra el tobillo del Pochi Chávez. El juez saldó el asunto con una tarjeta amarilla.

De los cuatro penales reclamados, sólo tres aparecen en una subjetiva relación de jugadas polémicas. Uno, por una presunta falta de Jorge Ortíz sobre Figueroa en el ingreso al área. El volante rojo va al cruce, pero ante el quiebre del atacante saca la pierna para evitar el contacto que sí busca Figueroa, dejando extendida la pierna derecha. Respecto a los otros dos penales que figuran en la protesta, uno (de Maximiliano Ortíz) es flagrante y el segundo (mano de Echeverría en una disputa aérea con Castillo y Amoroso) también es susceptible de sanción, salvo por la atención a un detalle de la acción y su respectiva interpretación.

Secuencia de la mano de Ortíz que el juez 
Jordán no sancionó
En la jugada que involucra a Maximiliano Ortíz, el extremo Amoroso desbordó la posición de Luis Rodríguez (sangrante maniobra que se repitió al final de la primera parte y para la que Wilstermann no encontró antídoto) y metió un pase atrás ante el cruce del defensa. En su viaje, el balón impactó contra el brazo extendido de Ortíz, que instintivamente realizó un brusco movimiento hacia atrás. A simple vista, parecía que el balón había pegado en el pecho del jugador, pero las imágenes televisivas, vistas al detalle, demuestran un contacto con el brazo en posición antinatural.

En el segundo caso, Echeverría disputa, con Castillo y Amoroso, un balón que, colgado desde la izquierda, sobrepasa la posición flotante de Maxi Ortíz. Echeverría parece imponerse en el salto ante los atacantes, pero cuando está en el aire el balón pega en su brazo abierto. El detalle que debe analizarse es si Amoroso desvía el curso del balón y luego impacta en el brazo. Según las recientes recomendaciones, un desvío a corta distancia de un brazo extendido no es punible. Pero el brazo aumentaba el volumen corporal, aunque no cortaba un avance prometedor (detrás no aparecía nadie para aprovechar la interrumpida continuidad del envío). ¿Qué debía sancionarse? Si hubo desvío de Amoroso, nada. Si no lo hubo, debió pitarse penal.

El balón pega en el brazo de Echeverría en el duelo con dos atacantes de Royal Pari, La duda,
 que la televisión no esclarece, si existe un desvío previo.

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