SPORTING 1-AJAX 5 / Un póker y lo que quiera Haller
El delantero pasa de no jugar Europa League por error a marcar cuatro goles en Champions. Recital de Gravenberch y Antony. El Sporting, inexistente.
Si la Liga de Campeones recuperara el espíritu de tantos años atrás, el duelo de los reyes de Portugal y Países Bajos hubiera sido élite en el torneo. Como no, solo unos pocos conectaron su televisor con el José Alvalade. Lo cierto es que dichos aventureros no se equivocaron. Solo el City marcó tanto en la primera mitad; el PSG del tridente de ensueño o el nuevo Madrid de Ancelotti no pudieron dar réplica al choque de trenes en Lisboa. Sporting y Ajax protagonizaron un partido de altos vuelos, con ritmo y goles. Lo que uno imagina cuando escucha con piel erizada el himno del fútbol, que se estrena en esta primera jornada. En especial brillaron los pupilos de Ten Hag. Tras el redoble de tambor de Haller, mandaron con total tranquilidad. El Sporting bajaba los brazos, pese al cariño de su gente. "Menos mal", pensarían cuando Pasveer y Lisandro Martínez acordaron dar chispa al partido.
En una jugada aislada, Lisandro se relajó, creyendo de forma errónea que Paulinho había perdido fe en ese balón. El jugador del Sporting siguió la acción y remató con más fe que efectividad. Claro que Pasveer, mal colocado y peor en habilidad, metió el balón en la portería. El público no sabía si celebrar o comentar con la grada qué es lo que había pasado. Finalmente apostaron por lo primero, señal de que los suyos estaban de nuevo en el partido. Pero para competir al toro desbocado que en ocasiones parece el Ajax, hay que echar un ojo a la libreta y elaborar un plan para frenar a su incombustible extremo derecho.
Antony hacía lo que quería. Recibía, encaraba, se iba y buscaba una buena finalización. Extremos así cada vez quedan menos, aunque las nuevas generaciones dan un halo de esperanza. Su reclutamiento fue, en su día, lo que aquí calificaríamos como una obra de arte de Monchi. Su ejemplo no sale siempre bien, es cierto, pero por el camino siempre deja un sinfín de recursos y ganas de comerse el mundo. El brasileño, nacido en el año 2000, volvió a ser protagonista en el tercer tanto de su equipo. El Sporting ya le puso dos encima, lo que provocó que sus compañeros desfilasen con menos guardia de la esperada. Se la puso a Gravenberch, otro diamante (2002) con techo ilimitado. Este hizo un fantástico control orientado, vio la entrada desde atrás de Berghuis y se la dio. Se pueden imaginar la consecuencia. Adán se venció a su derecha; el centrocampista definió a su izquierda.
Amorim, incrédulo ante el aluvión que se les vino, subió la cabeza y pidió a sus pupilos un empujón para tener opciones. Un par de acercamientos y, en especial, un remate de cabeza de Feddal que se marchó por poco provocaron algo de nerviosismo en el campeón neerlandés. Sin el gol psicológico, todo pintaba visitante. Pero hubo otro ápice de esperanza. Fue nada más arrancar el segundo tiempo, con los mismos protagonistas que el primer tanto local. Paulinho conectó un remate de cabeza, en el que también se equivocó Pasveer. Le salvó el VAR y el fuera de juego milimétrico del atacante rival.
¿Estaba dudando el Ajax? Quizás sí, pero Antony no. Perdonen repetir de nuevo lo mismo: recibe en la derecha, avanza, inventa un pase sobresaliente con el exterior y Haller empuja su tercer tanto. Si pudiera partir el balón, su compañero se merecería una de las mitades sin duda alguna. Todavía tendría tiempo para hacer el cuarto en su cuenta particular. Esta vez se lo dio Mazraoui. 1-5 y fin de la historia. Solo un apunte más, en clave nacional: Sarabia entró al descanso y Pedro Porro solo apareció para soltar un latigazo al palo y otro potente remate que paró el guardameta con el partido ya sentenciado. No fue su día, pero tienen excusa. Con este Haller y este Antony enfrente, no se les pudo pedir mucho más.