SEVILLA 1 - SALZBURGO 1 / La tarde de los penaltis
El Sevilla resiste a tres penas máximas del Salzburgo (dos falladas) y a un expulsado durante toda la segunda mitad. Los cuatro penaltis suponen un récord en la Champions League.
Porque la tarde, lluviosa, se le puso toda ella al Salzburgo para ganar en todo un Ramón Sánchez-Pizjuán. Había fallado el Sevilla alguna ocasión bastante clara en la cabeza y un mal control de En Nesyri y en las botas del Papu Gómez, el más vertical de los locales. Casi cada vez que pisaron área rival, los austriacos recibieron como regalo un penalti. Tres, concretamente, provocados todos por un diablo de ébano que se llama Karim Adeyemi y que a sus 19 añitos Alemania ha hecho debutar ya para que no se les escape con su otro país, el de sus padres, Nigeria.
A los 11 minutos Diego Carlos atropelló al delantero germano sobre la línea del área. Kulbakov había sacado la pelota a la frontal pero el VAR le corrigió. Conocedor quizá de las andanzas de Bono por Europa en los últimos tiempos, a Adeyemi se le convirtió la portería en una madriguera, y la tiró fuera claramente. También quiso lanzar Adeyemi una segunda pena máxima por empujoncito de Navas, una de esos lances que, al menos en Europa, nunca se le señalan, y menos al equipo de casa. Pero Kulbakov sí. Jaissle, entrenador alemán, decidía cambiar de tirador. Sucic engañaba a Bono (0-1, 21') y ponía en ventaja a su equipo además de traer el nerviosismo a Nervión y a todo el Sevilla, incapaz de hilvanar mucho más peligro hasta que en el 35', en un balón largo mal leído por toda la defensa, Bono cometía la tercera falta dentro del área sobre la misma víctima. Esta vez Sucic pecó de preciso y mandó el balón al palo. Se salvaba el Sevilla.
Y tanto que se salvó. Tan fácil había señalado el árbitro bielorruso los penaltis en contra del equipo local como le costó ver una clara patada por detrás del exsevillista Wöber sobre En-Nesyri. El VAR le sacó las vergüenzas al trencilla, que casi sin visionar la primera toma en el monitor señaló el punto fatídico. Desde él, esta vez sí, Rakitic no falló: 1-1 (42'), pegadita al palo de Kohn. Pesaba más el alivio que la tromba de agua que cayó en esos minutos sobre Sevilla cuando se alcanzaba el descanso.
Un paradón de Bono a Sesko nada más volver del vestuario no preconizaba nada bueno para la segunda mitad. Confirmado: en el 50', Kulbakov mostraba a En-Nesyri una segunda amarilla por simular penalti y el Sevilla se veía obligado a remar toda la segunda mitad con un hombre menos. Aculados atrás, a decir verdad fueron los de Lopetegui los que lograron más peligro real a la contra y por arriba, pero sin atinar con la portería. Ni Ocampos, ni Rafa Mir, tampoco un gran Lamela, que en cada acción daba aire a las piernas sevillistas. Pero el Salzburgo casi fue incapaz de poner en problemas a Bono, más allá de algún tiro desde fuera del área. Resistió Nervión, que nunca se rinde.