Radiografía del vestuario: desorientados, sin líder y abatidos
Ahora mismo el vestuario del Barça es un sumidero de dudas, incógnitas e incertidumbres. Quien más o quien menos es consciente que al técnico le quedan días, por no decir horas, en el banquillo. Su credibilidad en el grupo ya se vio herida de muerte cuando siguió en el club por imperativo legal, ante la imposibilidad de Laporta de encontrar otro candidato. La aparición del presidente en el vestuario el primer día de pretemporada, señalando a Koeman y advirtiendo, "haced caso a este señor, que es quien manda", tampoco ayudó mucho al técnico holandés, ya que parecía más una actitud forjada desde la condescendencia que desde la convicción.
De hecho, la presencia habitual de Laporta en el vestuario durante este inicio de temporada, mas que ayudar ha ido minando la autoridad que tenía Koeman en el seno del grupo. Si a esto sumamos las declaraciones cruzadas entre el presidente y el entrenador sobre cómo tenía que jugar y a qué jugadores tenía que dar bola si quería renovar, la situación de debilidad del holandés en el grupo es bien manifiesta y a todas luces insostenible.
Tampoco han ayudado una serie de decisiones tácticas y de gestión en el vestuario. El planteamiento del partido ante el Bayern fue definido directamente como "muy defensivo" por algunos jugadores, mientras que el del Granada acabó en un auténtico despropósito y sinsentido, con siete jugadores apelotonados dentro del área buscando rematar de cabeza.
La excusa de Koeman ante semejante desconcierto ha pasado directamente del "es lo que hay" a "este Barça no es el de hace ocho años", dejando bien claro que ni cree en buena parte de sus jugadores ni está cómodo con la plantilla que tiene. Una nueva muesca más que sumar entre las diferencias, cada vez más insalvables, entre entrenador y plantilla.
El día después a esta nueva decepción ha sido especialmente duro para todos: los capitanes ya no encuentran argumentos para enganchar a los más jóvenes y los más jóvenes se ven sobreexpuestos ante la inoperancia de los veteranos.
Ahora mismo, el equipo está en modo 'supervivencia'. Con Koeman sentenciado, con el sistema desnaturalizado, con jugadores desenganchados y con una afición cada vez más descreída, la temporada se vislumbra amarga y áspera.
De ahí que, algunos pesos pesados reclamen ya la necesidad de la llegada de un agitador, alguien que devuelva la confianza al equipo, con las ideas claras y definidas, y que sólo con su presencia, devuelva la ilusión al barcelonismo. En manos de Laporta está encontrarlo...