Mourinho enloquece de alegría en su partido 1000

Agónico triunfo de la Roma, que tumba en el descuento a un gran Sassuolo y sigue con pleno de victorias. "Lo recordaré toda la vida", dijo el portugués.

Mirko Calemme
As
El partido número 1000 de José Mourinho (638 victorias, 205 empates y 157 derrotas), no podía ser normal. Tenía que ser especial, como él, y así fue. Se acabó con el técnico enloquecido corriendo bajo la Curva Sud para celebrar un triunfo sufrido y espectacular de su Roma, que sigue con pleno de victorias desde su llegada (cinco sobre cinco) ante un Sassuolo que luchó hasta el último segundo. Un partidazo inolvidable, que ‘Mou’ festejó como si fuera una final.


El portugués salió de inicio con su once de gala ante un rival que, a pesar de la marcha de De Zerbi, con Dionisi sigue teniendo identidad, calidad y organización. Los neroverdi, de hecho, en la primera mitad le dieron ya varios sustos a sus contrincantes. El primero llegó con la ayuda de Viña, que perdió un balón peligrosísimo que Berardi cedió a Djuricic, cuyo remate se apagó golpeando el exterior de la red. El mismo Berardi, después, recibiendo un pase del siempre activo Raspadori, batió a Rui Patrício con un disparo cruzado, pero el árbitro (y el VAR) cancelaron el 0-1 por fuera de juego. En el mejor momento de sus rivales, no obstante, los capitalinos abrieron la lata con una jugada a balón parado: Pellegrini buscó a Cristante, que no desperdició el mano a mano con Consigli.

El gol no desconcertó para nada al Sassuolo, que regresó tras el descanso con intensidad y puso merecidamente las tablas gracias a una bonita jugada de Scamacca, Berardi y Djuricic, autor del tanto. A partir de ahí, el partido fue un combate de boxeo con golpes en ambas áreas, sin pausas.

Abraham remató a la madera un rechace de Consigli un minuto después del empate, Rui Patrício le negó el 1-2 un par de veces a los visitantes, que también golpearon el poste con un latigazo de Traoré. El descuento de un enfrentamiento tan loco tampocó defraudó.

El momento clave llegó en el 91', cuando El Shaarawy aprovechó un balón dividido en el área rival con una rosca que besó el palo antes de inflar la red y hacer explotar al Olímpico. Los giallorossi festejaron el tanto bajo la Curva Sud y entre ellos apareció Mourinho, que sumó otra carrera más a las de sus victorias más agónicas.

Después de todo esto, sin embargo, hubo tiempo para más emoción: en el 94', Scamacca con un espectacular remate marcó el posible 2-2 y estuvo a punto de arruinar el final perfecto de los romanisti, salvado gracias a su fuera de juego. El partido se acabó ahí, y la Roma terminó la tercera jornada en la cima de la tabla con Milan y Nápoles, únicos conjuntos con nueve puntos. Mourinho, tras la batalla, no escondió su emoción: "Le he mentido a todo el mundo: no era una noche normal, no quería perder mi partido número 1000. La recordaré toda la vida".

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