Lucas Paquetá, el 'juguete roto' del Milan que eclipsa a la MNM
A los 53 minutos, un pase adelantado, enroscado, de Toko Ekambi lo enjauló Paquetá, de primeras, con su zurda y al palo corto. El tanto suponía el 0-1 y no era más que la confirmación numérica a un partido excelente del internacional brasileño. Uno más. Ya sea como volante, por detrás del punta o partiendo desde la derecha, el carioca ha encontrado en Lyon la felicidad perdida en Milan. "Sabemos que es un gran jugador y hemos visto por qué. Realizó un partido increíble, con y sin balón, extraordinario. Hay que decirlo". Dicho queda, tal y como pedía su entrenador al final del choque.
El talento de Paquetá siempre ha estado fuera de duda, pero ante el PSG demostró que es mucho más que un canalizador de juego. Salió victorioso en 15 duelos con el rival, realizó cinco entradas exitosas y robó seis balones en campo rival. El mejor del partido en cada apartado estadístico. Los números, en ocasiones, pueden ser fríos, pero aquí demuestran que Paquetá lleva dentro el calor de la competición. Esforzado como el que más, el día que todas las cámaras apuntaban, pasó de actor secundario a principal. Desde Francia se habla de 'Masterclass'. 'Footmercato', L'Équipe, todos le colocan el cartel de estrella del choque. "El brasileño realizó hazañas técnicas, pero también monstruosos esfuerzos defensivos que dieron aire al Olympique", exponen estos últimos.
Asfixiado, vio desde el banquillo cómo Icardi dinamitaba el partido sobre la bocina, pues fue sustituido en el 85'. Ya decimos que la derrota, el enfado de Messi o los pitos a Mbappé le pueden robar tiempo de pantalla, pero Paquetá se ganó aparecer en prime time y volvió a demostrar que, a sus 24 años, es una de las estrellas de la Ligue 1. Ya son tres los goles que ha marcado en las seis primeras jornadas de un curso que ha empezado como un cohete. Y en una temporada con presión doble, ya que el pasado se quitó de encima el fantasma del fracaso que le acompañaba desde San Siro y este tocaba confirmar que no fue un espejismo.
En enero de 2019 aterrizó en Milan. Los casi 40 millones que ingresó el Fluminense por el fichaje le convertían automáticamente en obligado líder de la reconstrucción rossonera. Eran varios los grandes que lucharon por él y su estreno en la Serie A fue idílico. Apenas tardó en ganarse el sitio con Gattusso y en su cuarto partido estrenó su cuenta goleadora. El problema es que ese fue el primer y único tanto con la elástica milanista. Su llama se fue apagando, la sombra del 'juguete roto' le perseguía, hasta que el verano de 2020, 44 partidos, en mencionado tanto y tres asistencias después, el Olympique de Lyon invertía 20 millones para tratar de resucitarle.
Diez goles y siete asistencias en su primera temporada en Francia. Pero las sensaciones superaron a los datos. En Brasil, Tite siempre ha confiado en él, pero ha pasado de ser uno de los últimos de la lista a titular indiscutible. Es más, en la pasada Copa América sus goles a Chile y Perú en cuartos y semifinales, en choque resueltos con sendos 1-0, clasificarían a la Seleçao a la final que acabaría ganando la Argentina de Messi. Ese día no logró eclipsar al resto. Pero este domingo sí. En el Parque de los Príncipes, estuvo de diez, o casi, por algo es el dorsal que lleva a la espalda.